Información Ocasional

¡Nuevo botón! (¡Actualícense!)
Reportar en caso de encontrar mensaje(s) ocultos.
Blog en proceso de recuperación
¿Faltas de ortografía? ¿Errores de estilo? Repórtalo en un comentario. Ayúdame a mejorar...

Mi botón

Memoriasencadenadas

27 de enero de 2009

Más Humano

Nuevo texto traido a ustedes después de toparme con que tenía que hacer un trabajo para la clase de comunicación. Disfrútenlo, a pesar de que creo que tiene bastantes errorcitos que, sinceramente, me da un poco de flojera correjir. Por favor hagan caso omiso del error de HTML con/en/junto a/por la imagen. ¿Debería ponerle la reflexión original al texto?



s Humano

Caminaba por un bosque. Escuchaba a lo lejos los ríos correr y las cascadas chapotear. No se sentía solo, sabía que el espíritu del bosque le seguía. Animales corrían cerca de él, sin asustarse del intruso. Sus pies hacían un chicloso ruido al pisar el musgo húmedo. Los rayos del sol, quien intentaba incansablemente compartir su luz, se filtraban entre las majestuosas ramas de los gigantescos árboles que, al pasar, le ofrecían extravagantes frutos silvestres. Sonreía extasiado.

Un tipo le empujó ligeramente el hombro y él abrió los ojos. Su imaginación quedó guardada dentro de su mente y sus sentidos le transportaron de vuelta al centro de la ciudad.

Respiró el smog del tráfico amontonándose frente a él. Los grandes edificios le aprisionaban con premura y la algarabía rodeándole le sofocaba. Ya estaba acostumbrado, pues desde siempre había vivido en esa misma metrópoli, pero en ese instante en el que Sebastián se detuvo a pensar, parado en esa esquina, sintió que la ciudad era un monstruo. Una abominación creada y criada por una más grande aún: el hombre.

Se sacudió la misantropía de la cabeza y alzó la mano pidiendo la parada del autobús.

Estaba muy alejado de su casa, pues se había visto obligado a acudir al centro histórico de la ciudad para llevar a cabo un trabajo en equipo que el maestro de individuo y sociedad les había pedido para la clase. Claro que esa era sólo la mitad de su excusa, pues se había quedado allí con sus amigos para conocer y disfrutar un poco más del centro, y cuando las ocho hicieron pitar el reloj de su muñeca, Sebastián notó que ya la cuidad estaba siendo sumida en las sombras de la noche y que, si no se apuraba, llegaría a su casa más allá de la hora permitida por sus padres.

El camión paró ante él y saltó los tres escaloncitos del camión para subir, pagó y buscó un lugar para sentarse con la mirada. Dos chicos de una edad aproximada a la suya iban hasta atrás escuchando música con un celular, recordó que había dejado el suyo cargándose en su casa desde que el sol le despertó. Una mujer embarazada estaba sentada detrás del conductor. Sebastián se preguntó por qué el camión estaba tan vacío siendo una hora en la que normalmente la gente llena los camiones a desbordar, buscando regresar a sus hogares.

Se sentó cerca del frente junto a la ventanilla y miró hacia la calle con la mirada perdida. Se percató de que el reflejo de su propio rostro le miraba desde el vidrio, se recorrió un poco para ver el fenómeno y notó que nada estaba mal.

-Debió haber sido mi imaginación- se dijo sin prestarle importancia.

Pasó lo que, él pensó, sería una hora. Pocas personas subieron al camión y las mismas que subían bajaban al poco rato. Su mirada iba, perdida, de la ventana al número de serie del camión y de regreso pasando por la extravagante luz de neón que alguien le había colocado a la ruta del transporte.

Un hombre joven subió al camión, tenía la barba mal rasurada y ojeras muy grandes, portaba un traje que le quedaba grande y una corbata ridícula que no tenía nudo hecho. Era delgado y su postura le pareció graciosa a Sebastián.

El hombre le dirigió una mirada penetrante y amenazadora a Sebastián cuando este rió en voz baja del aspecto del hombre. Luego se sentó unos asientos detrás de él.

Repentinamente un suspiro le llamó la atención. Giró la cabeza, para encontrar que había sido eso. Vio a la mujer embarazada respirando agitadamente y tomándose la agrandada barriga con una mano. Se dio la vuelta y la ignoró.

-¿Está bien?- escuchó Sebastián desde atrás.

-Sí- contestó la mujer desde su asiento.

-Se oye agitada.

-Es que me duele.

-¿Cuántos meses tiene?- Sebastián se volteó por la curiosidad y vio que el hombre de traje era quien preguntaba. La mujer estaba ya sonrojada del dolor.

-Siete… creo que siete.

-Debería ver a un médico o algo…

La mujer soltó un grito ahogado y las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. Uno de los dos muchachos sentados en el fondo oprimió el botón para bajar y el autobús se detuvo. Ambos bajaron. Luego el chofer volvió a acelerar. Sebastián volvió a mirar a la mujer y vio un hilo de sangre cayendo desde su asiento.

-Está sangrando- dijo Sebastián temeroso.

-Dios mío- exclamó el hombre de traje y se acercó velozmente a la mujer. –Debe ir a un hospital. ¡Oiga! Esta mujer necesita ir a un hospital.

La voz rasposa del chofer resonó en el camión entonces –¿Y?

-Tiene que llevarla a un hospital, usted está manejando.

-No me puedo salir de la ruta.

-Esta mujer está…

-¡Por favor!- Suplicó la mujer.

-No la voy a llevar a ningún hospital, me pueden correr.- Sentenció el conductor con un dejo de nerviosismo.

-Va a perder al bebé- soltó Sebastián acercándose a la mujer.

-Si quieren llevarla a un hospital entonces bájense y agarren un taxi.

-Pues entonces párese para que nos podamos bajar.- ordenó furioso Sebastián ante la actitud del conductor. Luego se dirigió a la mujer -¿Puede caminar?

-Sí, creo que sí.- dijo la mujer agradecida. El camión se orilló y empezó a detenerse.

-Agárrese de mi hombro…- Pidió el otro hombre.

La ciudad había entrado ya en el trance de la noche, pero no era lo suficientemente tarde, así que en cualquier momento tendría que pasar un carro que podrían proporcionar ayuda en la estrecha calle en la que el bus los dejó. La sangre escurría por la pierna de la mujer mientras caminaban lentamente.

Sebastián miró a su alrededor percatándose de que no tenía la más mínima idea de dónde se encontraban.

El hombre corrió repentinamente hacia la calle y paró un coche, se acercó a la ventanilla para pedir ayuda. Sebastián miró la expresión de dolor en el rostro de la mujer a la que estaba ayudando. Ella sudaba y se le escapaban las lágrimas, quizá por el dolor, quizá por saber que podría perder a su hijo. El auto aceleró y dejó al hombre parado en medio de la calle.

Sebastián sintió entonces el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Estaba perdido, de noche, con dos desconocidos, cansado después de haber caminado por el centro, sus padres seguramente le estarían esperando, no sabía cómo iba a llegar a su casa o si lograrían ayudar a esa mujer, pero de lo que estaba seguro era que debía intentarlo.

El hombre regresó y calmó a la mujer, que ya empezaba a desesperarse por encontrar ayuda. Sus palabras calmaron rápido a la mujer, pero Sebastián podía escuchar que el hombre del traje extraño también tenía miedo.

Otro carro pasó, a toda velocidad y no pudieron detenerlo. Sebastián no sabía que podía hacer para ayudar, o si estaba haciendo algo útil. Entonces una idea pasó por su mente.

-¿Tiene celular?- preguntó pensando que el hombre de traje, por su aspecto, debería tener uno. –Podemos hablarle a una ambulancia.

-No

Se desilusionó al saber que su idea había sido en vano y se arrepintió de haber dejado su celular en su hogar. “Quizá si lo hubiera apagado, la poca pila que le quedaba hubiera alcanzado para una llamada” pensó. Miró a la calle y vio un coche acercándose. Esta vez fue él quien corrió hacia la calle a pedir ayuda.

-¡Pero qué te sucede muchachito tonto, te van a matar!- le gritó una señora que conducía el coche. Un hombre, en el asiento del conductor lo miró reprobatoriamente. Sebastián se acercó a la ventanilla.

-Señora, es una emergencia. Esa mujer está embarazada y puede abortar, por favor, no tenemos un celular, ayúdenos a llevarla a un hospital.

-¿Qué dice el chamaco?- preguntó el copiloto a su mujer.

-Que la señora ‘ta sangrando.- le dijo al hombre a su lado -¿Es tu mamá?- Preguntó la conductora.

-No… no se quién es- vaciló encogiéndose de hombros. La señora le miró un momento a los ojos. Sebastián vio a un niño de unos seis años en el asiento trasero con un juego de video portátil entre las manos. En su mente le suplicó a la señora tener un poco de bondad y ayudarles.

-‘Ta bueno pues. Súbanse.

Sebastián sonrió y corrió para avisarles, luego le ayudó a la mujer a subir al auto. No cabían Sebastián y el hombre del traje raro en el auto junto con la demás gente, así que Sebastián dejó que el otro hombre los acompañara. “Él es más fuerte, seguramente tiene algo de dinero y será más útil que yo” pensó Sebastián quedándose fuera del auto.

-¿Cómo te llamas?- preguntó la mujer sangrando dentro del carro antes de que este último comenzara a moverse.

-Sebastián.

-Muchas gracias- exclamó la mujer. Instantáneamente el carro aceleró. Sebastián lo miró hasta que se dio vuelta en una esquina. Luego se miró a si mismo. Tenía el pantalón manchado con sangre y estaba muy sudado. No sabía donde estaba ni cómo saldría de allí. No tenía dinero. Estaba solo y en terrenos desconocidos. Pero supo, desde ese momento, que cuando creciera sería como ese hombre desconocido y chistoso al que vio en un camión y se rió de el, pero que tenía un buen corazón que ayudó a una total desconocida, sin saber siquiera su nombre, a salvar su vida y la de su hijo.

Empezó a caminar en contra del sentido de los coches esperando encontrar un taxi o un sitio de taxis para ir a su casa y, una vez allí, que sus padres le dieran dinero para pagarle al taxista.

Su vida había cambiado. Era más humano que unas horas antes.

22 de enero de 2009

Sol De Mantequilla

Hoy tenemos una hermosa compañía: la música. Es nuestra invitada especial, respétenla y sientanla tan sexy como es. Las dos primeras canciones ("Violence" y "Cildhood Dream", ambas interpretadas por "Anathema" provenientes de su excelente disco "A Natural Disaster" son para este texto), la tercera ("Electricity" del mismo album e intérprete) puede ser usada para leer, más amenamente el texto anterior "Sí, Era Yo". El reproductor será colocado también en la barra lateral temporalmente.


Get your own Box.net widget and share anywhere!
>


Sol De Mantequilla




Navegando por aquellas calles de inconciencia en las que mi conciencia, a veces, entra y no sale fácilmente, me encontré con una incógnita que, estoy seguro, alguien alguna vez pensó y quizá hasta me inquirió en ello, pero que jamás respondí. Esto es el porque de que muchos de mis textos centren, conciente o inconcientemente, su atención en el nada controversial tema del suicidio.

Tras reflexionar un poco sobre ello me di cuenta de que no tengo ni la más remota pista de la razón real. Así que no pienso centrar este texto en ello… directa y concientemente al menos.

En la luz difusa del transeúnte se encuentra una respuesta que, no al alcance de todos, se ofrece para saber si se conseguirá compañía. No sé si sea un sí o un no, pero la verdad es que confío. Confío, y eso ya es una perdida de mi objetivo de deshumanización logrado en el pasado.

Creer en lo positivo es malo. Me aleja de mi pasado. Mi pasado es felicidad. Extraño la felicidad. Me alejo de ella. Sé que no es lógico. No me importa.

Al pasar el transeúnte, me deja con la tibieza de que esa luz existe, pero que mi oportunidad se ha borrado. Es lindo saber que la oportunidad existe, es horrible saber que se ha desperdiciado. Y quedarse a mirar los faros de iluminación pública en un rincón oscuro de la calle.

Y no temo de lo que hace la gente, sino de lo que la gente puede llegar a ser. Pero ¿Es ese mi miedo? ¿Que aquél transeúnte no sea mi transeúnte? Lo dudo.

Pasa una mujer. Sólo puedo mirarla a través de mis parpados. Ella en realidad no está allí así que mis ojos no pueden verla. La sigo con la cabeza. Ella piensa que estoy esperando a alguien. ¿Cuántos no piensan como ella?

Toca lenta la música su son. Desquebrajando bella los sentimientos para esculpirlos de manera distinta con mano de profeta. Maniaza la suya al inundar todas las habitaciones de la mente. Su aroma se traslada y asienta plácida en los lechos de la mente. Mientras nuestras delusiones duermen, no habrá nada que detenga al presente. Y luego, la música acaba.

En sueños el dolor se proyecta a los demás. Despertamos preocupados al soñar que hemos cambiado. Lunes, miércoles y viernes estamos en un lugar, martes, jueves y sábados nos transportamos a uno que es exactamente igual. El domingo está solo, abandonado y taciturno en nuestra imaginación.

Debería cambiar mi cosmovisión. La forma actual hiere y ataca a todo. Bestia salvaje. Bestia dolida. Bestia creyente. Bestia egoísta.

Ya se fue el otoño, pero la música no deja de traer su aroma a mi interior. Y me agrada mucho saber que no estoy solo en mi burbuja solitaria, porque mis fantasmas están en mí, y conmigo. Nadie verá por mí ni por estos fantasmas. Creados y llamados así por la simple mala suerte que el gran señor del flujo nos deparó.

Voltéate. Mira las mariposas dando vueltas en la carretera. Más allá de lo que comprendes, esas mariposas son todo lo que tienes. Si una sola de ellas muere, tu destino cambiará. ¡Bam! Un auto se llevó a siete de ellas. Estas en serios problemas. Aún si buscaras refugio en las sombras que se esconden tras las nubes, tu vida se convertirá en algo muy diferente de lo que se suponía que fuera. Efecto mariposa.

“¡Es mío!” solía gritar cuando me sentía muy bien conmigo mismo y con mi alrededor. La redención es algo que deberíamos poder conseguir en el interior y así, interiorizando, poder encontrar a los demás. Planear es sólo para la gente a la cual le salen mal las cosas.

Esperando que las palabras aterricen en mí. En mi mente inútil vive la esperanza. Rezo por que los días que sigan no sean tan fatales. Rezo por ti, rezo por mí. Aún así busco desesperado las respuestas en otra fuente: la negrura del amanecer.

Siempre se recicla lo ya hecho. ¿Novedad? Eso es para pobres. Tal vez entendiendo me libre del infierno. Esas llamas… no les temeré hasta que las sienta acariciando cada uno de mis nervios, perforando mi piel célula por célula y dorando mis músculos hasta convertirlos en una masa que sangre por los pocos orificios no carbonizados. Cuando me encuentre hecho de cenizas y vuelva a ser restaurado para volverme a quemar entenderé que le temo a ese fuego eterno.

Luchar contra ello es inútil, es mejor forzarlo a que penetre en nuestras situaciones. Tomar la aguja y clavarla en la piel, tomar la estaca y hacer otro orificio. Así dejar que libremente entre en nosotros. Con nuestra ayuda o sin ella lo hará, ¿para qué luchar?

Habitante del reino numerado. Habitante del reino odiado. Habitante de esta prisión con rostro y extremidades. Siempre mirarás hacia el vacío sin encontrar qué es lo que falta. Jamás podrás confiar en ti, porque lo que alguna vez estuvo allí, nunca regresará, y si tratas de poner algo allí, tus venas negaran que esté allí. Dejaste tu marca en las personas, les hiciste sentir un hueco. Ese hueco no está vacío, está lleno de ti. Tu vacío es distinto, en él no hay nada y nada podrá llenarlo. Quizá ahora te des cuenta de que en cada ocasión en la que te llenas más de lo que hay a tu alrededor, en realidad no llenas algo que estuviera vacío. Lo que se llena sólo era algo que no tenía nada y ahora es algo que sí tiene. El vacío no es nada y no puede llegar a ser algo. Así es la vida amigo, uno siempre pierde al final.

Lo que es muy curioso, a mi manera de verlo, es que en cada ocasión en la que empiezo a vagar por estos pasillos inconcientes en los que mi mente vomitiva se da placer, y atasco de palabras las páginas frente a mí, no pienso realmente en lo que haré y con esto me refiero a que no sé cuando terminará o cómo lo hará. Y normalmente no quiero que termine.

La normalidad en la que se lleva a cabo todo está equivocada. No debería ser así. No será a así. No voy a dejar que sea así. Trataré de impedirlo, así me cueste mi trabajo.

Y sí, habló de suicidio.

¿Qué sueños? ¿Qué vida? ¿Qué felicidad? Esas cosas no construyen un mundo, sólo hunden al mundo en el colorido surrealismo de su propia perdición. Esas cosas sólo le hacen al mundo decaer un poco más cada momento. Destruyen la realidad huyendo de ella. Enfrentémoslo, pensar es nocivo para nosotros, pero es lo único que nos salva de ser otra masa gris sin sentido que ve los colores a su alrededor. Pensar pinta una línea entre los que saben de la vida pero no la viven y los que viven algo que no saben qué es.

La luna se corrompe. Me cura. Nos explica. Desfasa. Olvidas. Me besas.

Una vez más seguí después de terminar. No existe esa regla una vez más. Eliminar los clímax no es tan placentero como muchos pueden pensar.

Ser parte de la resistencia… duele.


21 de enero de 2009

Sí, Era Yo

>

Sí, Era Yo

Mírate.

Estas en la cima.

Tienes todo lo que siempre quisiste.

Ya no he oído que lloras jamás.

Ya no vistes de colores oscuros.

Tienes un novio bien parecido.

Y te quiere…


Me alegro por ti.

Ya tienes una casa. Es pequeña, pero es suficiente.

Tus amistades crecieron exponencialmente.

Esas ojeras se borraron.

Tu sonrisa regresó.

Ya olvidaste lo que es llorar.

Estas viviendo.


No pierdes el tiempo.

Disfrutas de tu plenitud.

Te extasías con el mundo.

Ya no eres vulnerable.

No miras atrás.

Compartes tu aliento y apoyas a los demás.

Graduada con honores…


Sabes bien que tu vida dio un giro.

No necesitas recordar para seguir.

Eres plena y sana.

Tu presupuesto supera expectativas.

Amas el cielo.

Sonríes cuando tomas café y recuerdas a tu hombre.

Te sientes acompañada.


Cuando veo toda esa felicidad,

Toda esa luz alojada en tu interior.

Me pongo a pensar en lo que te hacía desgraciada.

Y sí, era yo.

Eso es lo que me temo.

Sólo necesitabas deshacerte de mí para seguir.

Y poder ver al espejo con orgullo.


Fueron muchos los momentos en los que te vi llorar.

Fueron pocas ocasiones en las que te pude consolar.

Siempre quise entender tu mente amorosa.

Y por ello trataba de acercarte más a mí.

Trataba de amarte más y de que te sintieras bien.

Siempre quise ver sonrisas tuyas por doquier.

Ahora puedo, pero ya no estas junto a mí.


Lamentablemente lloraste en mi funeral.

Te viste obligada a pasar noches en desvelo por mi culpa.

Sacrificaste mucho por estar junto a mí.

Pero nunca pude retribuírtelo. Aunque quisiera.

Y si me enamoré de ti, fue sólo por error.

Ahora pido una disculpa que jamás recibirás.

Siento haber sido quien te hizo tanto mal.


Créeme que la vida es más bonita que la muerte.

En vida podía sentirme en tus brazos.

Y me vuelve loco el pensar,

Que era yo quien te tenía tan mal.

Nunca quise herirte, perdóname por favor.

Nunca quise torturarte.

Me da vueltas en la cabeza.


Algún día mirarás junto a ti,

Recordando inconcientemente mi presencia.

No entenderás lo que sucede y te confundirás.

Volverás a mirar tu mundo y sonreirás.

Me habrás olvidado una vez más.

No puedo perdonarme haber sido quien te impedía la felicidad.

Lo que necesitabas era deshacerte de mí.


Siento que te amé.

Pero estas palabras sólo traen dolor.

Tal vez un día decidas darte cuenta.

Que estar a mi lado fue tu peor error.

Ahora nadas en sonrisas y felicidad.

Me pregunté por qué eras tan infeliz.

Sí, era yo.


Y si me enamoré de ti, fue sólo por error.

Y si me enamoré de ti, fue sólo por error.

Y si me enamoré de ti, fue sólo por error.

Y si me enamoré de ti, fue sólo por error.

Sí, era yo el culpable.

Y si me enamoré de ti, fue sólo por error.

Y si me enamoré de ti, fue sólo por error.


Era yo el culpable de tu sufrir.

Yo, el culpable de tu sufrir.

El culpable de tu sufrir.

Culpable de tu sufrir.

De tu sufrir.

Tu sufrir.

Sufrir.


Es bueno haber muerto envenenado.

Puedo verte a diario desde entonces.

A toda hora y en cualquier lugar.

Y no, no estoy obsesionado.

Fue suicidio desesperado en el momento.

Ahora parece un acto altruista.

Maldita sea. ¡Era yo!


Algún día mirarás junto a ti,

Recordando inconcientemente mi presencia.

No entenderás lo que sucede y te confundirás.

Volverás a mirar tu mundo y sonreirás.

Me habrás olvidado una vez más.

No puedo perdonarme haber sido quien te impedía la felicidad.

Lo que necesitabas era deshacerte de mí.


18 de enero de 2009

Palabras Precisas

HTML resuelto.



Palabras Precisas

Te he vuelto a mentir.
Igual que la última vez.
No encuentro palabras suficientes para expresar.
¿Es, el sacrificio, suficiente?
¿Es, el sacrificio, necesario?
Última vez que prometo esconderme.
¿Cuándo planeé dejar de mentir?
¿Por qué no he dejado de hacerlo?
Todo puede caer tan fácilmente.
La vida… tan frágil.
El tiempo vuela.
Ahora veo que son sólo preguntas insulsas y represivas. Mejor es continuar.
Es.
Pero todo debe terminar.
¿Por qué seguir?
Terminar.
Es que… en realidad duele.
Pero no siempre será parte de mi filosofía, cambiaré y con ello mis ideas también.
Se desarrolla de manera constante y estoy tratando de impedirlo.

-¡Soldado 755! Responda al llamado.
-Aquí soldado número 755 reportándose.
-Es la quincuagésima ocasión en la que usted trata de involucrar su mente en cuestiones de ámbito secreto sólo por la conservación de su salud mental. Le repetimos que las reglas de su juego están bien establecidas y son inmutables. Usted tiene una misión, y la misión no será cambiada de ninguna manera. Ha incumplido la norma 48274r9201 por segunda ocasión, a la tercera se le retirará el derecho de negación a la vida y comenzará a transcurrir en su inevitable línea. Es decir, una más y ya no te dejaremos luchar contra tu destino.
-La zona de silencio no es suficiente. Mis exigencias llegan hasta un futuro predeterminadamente incierto. Necesito más para luchar.
-Está usted en óptimas condiciones para destazar sus miedos e infundir nuevas fuerzas en usted.
-Necesito más.
-Le recuerdo que lo destinado es inevitable. ¡Deje de luchar! Es sólo una sugerencia.
-La pasaré por alto una vez más y seguiré luchando. Gracias por el interés.
-Notificación completada, será dejado en completa soledad dentro de la zona de silencio una vez más en tres, dos, uno…

¿Para qué intentar cambiar un rumbo que amerita levantar el vuelo y vencer?
Caminar.
Inútiles pasos en un pantano lleno de reminiscencias.
Es sólo el progresivo avance de las ideas el que me hace sospechar que mis saltos no son predestinados:
Ropa.
Sexo.
Muerte.
Amor.
Película.
Recuerdo.
Existencia.
Universalidad.
Restauración.
Asesinato.
Amnesia.
Oscuridad.
Sexo.
Persona.
Identidad.
Nombre.
Lepra.
Genocidio.
Cariño.
Pasión.
Secretos.
Ego.
Sombras.
Carisma.
Confusión.
Desconocimiento.
Diferencias.
Sexo.
Amor.
Olvido.
Muerte.
Pensamientos.
Suicidio.
Beso.
Fallar.
Persistencia.
Sueño.
Catatónico.
Velocidad.
Funeral.
Salto.
Repetición.
Odio.
Actuación.
Ausencia.
Preguntas.
Lúgubre.
Sátira.
Vencer.
Regresar.
Volver.
Vivir.

Más allá de ti puede haber otros horizontes.
No tienes que rendirte.
Puedes tomar tu oportunidad.
Aunque una sola palabra pueda cambiarte.
Serás lo mismo que serías.
No existe lo hipotético.
Vislumbra un mundo distinto.
Un mundo en el que todo sea como lo puedas entender.
Uno en el que no tengas que estar atado a ti.
Busca el mundo en el que seas verdad.
Mundo donde las olas rocen tu amor.
Encuentra estrellas de valor.
Lucha contra los lustros de inconciencia.
Pinta de gris toda esa moral.
Entiende al fin tu lugar.
Crece para ser pequeño.
Se ese niño una vez más.
Encuentra lo que buscas.
No dejes de buscar jamás.
Empieza a ser feliz.

Alguien más lo destruirá.

Con tu sonrisa se alimentan millones.
De tu luz, los sueños, emanan.
Con tu mirar, los sonidos, se enamoran.
Gotitas de tus ojos pueden crear avalanchas.
Días sin sol.
Días sin sintonía.
El alma libre, besándose con la esencia del romanticismo.
Fornicar consintiendo la incomprensión.

Seguimos siendo sólo esclavos de nuestras propias mentes.
¡No quiero saber nada más!
Sé que estoy atrapado.
Sé que vine sólo para una razón.
Y lucharé por cambiarlo.
Sólo falta un día más.
Sólo un número más.
Tan cerca y tan imperfecto.
El sonido que quieres escuchar.
No es el color que vislumbras.
Jamás encontrarás, siempre lo tendrás tú.

Toma el cetro de tu reino.
Canta libre al son del paraíso.
Es perfectamente normal.
Tal y como podría sólo ser.
Ser sin dejar ser.
Pero sin omitir.
Veo que puedes saltar libre hacia los vacíos a tu alrededor.
¿Por qué? ¿Por qué brincas hacia tu insalubre emoción?
No puede ser real.
Te doy todo.
Arráncame la realidad.
Te regalo otra pizca de sal para que le des más motivos a tu mundo.
Lentamente saldrás adelante, mientras te hundes en esa realidad.
En algún momento crecerás hasta no dejarme tocarte.
Te impedirás llegar a mí.
Darás vueltas en tu propio mundo irreal.
Autodestrucción.

Pianos con alas hipnotizan el pensar.
Te dejan escuchar a quien deseas escuchar.
“Padre”
“Amiga”
“Hormiga”
“Existencia”
Pero todo está dentro de ti.
Escuchas lo que tu ser te indica.
No puedes crear esos pianos.
Tratas y tratas para luego seguir tratando y tratar un poco más.
Pero no eres tú.
¿Quién es?

No hay razón para tu interminable búsqueda de respuestas.
¡Te desangras por ser humano!
Pierdes las corduras.
Amas saber que puedes salir cuando desees.
Pero no escuchas en tu mente, a los pianos alados que te ayudarán a egresar de tu naturaleza para retornar hasta el principio.
Regresaste…

-¡Soldado 755! Responda al llamado.
-Aquí soldado número 755 reportándose.
-Se le ha encontrado incurriendo a la misma pregunta por vez última. Se le concederá una respuesta alternativa para dejar de preguntar por un tiempo. Socialice para dejar de buscar. Entienda que usted no fue creado para entender.
-Pero… buscaré lo mismo finalmente ¿no? Entonces ¿por qué no mejor me otorgan la respuesta ahora.
-Tono de pregunta recibido. Ausencia de respuesta temporal afirmativa, secuencial y adecuada. Es una lástima que usted no tenga la asombrosa habilidad de interactuar con la realidad para notar que su cautiverio está sólo en su mente. Y aunque lo sepa no puede obligarse a ser libre, pues se esclavizaría a ser libre. No hay alivio. ¡Muérase! Es sólo una recomendación.
-Seguiré tratando. Quizá alguna vez me de cuenta de que estoy aquí escuchando todo esto y deje de ignorar mi propio ser.

Sueños fluctuantes te descubren ante realidades informáticas.
Despierta el siguiente mes…
Olvidaste que no tenías que recordarlo.
Perdiste una vez más, en media hora volveré.
¡Impresiónate!
¿Pensaste que no lo podría hacer?

Seguramente puedes pensar en ello ahora.
¿Por qué no podemos pesar en todo lo demás?
¿Qué es lo que nos obliga a negarnos?
¿Quiénes somos?
Dime tu nombre.

Te pierdo tan sencillo. No tienes ningún tipo de aliento.
Sabes cómo hacer magia conmigo.
¡Esta vez si es para ti!
Tomé la decisión correcta.
¿Cuándo?
Desembocarás en lo que debas desembocar.
Acepta que seas quien seas, eres importante.
Es tiempo de cambiar.
“Rápate, deja los vicios, acaba con tu reputación, ve en contra de tus creencias, abandona a tus actuales, platica con la luna. Ponte tus propios límites y deja de escucharme, sólo soy tu mente.”
Ser yo mismo por última vez.
Sin arrepentimientos.
Y vivir.

Y morir.

Y vivir.

Y morir.


Amar.

Un ocaso.

Explorar tus ojos.

Recordar.

Ver el llanto.

Cambiarte.

Tratar de olvidar.

No intento dejarte.

Estoy solo.


Y morir.

Y vivir.


Es totalmente incierto.

Silencio.


La marcha nupcial esta a punto de comenzar.
El funeral lleva dos horas ya.
¿Cuándo será bautizado?
Ya esta algo viejo.
Su primer beso.
Ha renunciado.
Se suicidó.
Despertó.

Embudo de lágrimas.
Filtro que desde el fuego nos trae efervescencia.
Mi voz no está oculta.
Pero ¿qué copio?
Lo nuevo es que el final no está aquí.
No está desde aquí.
No estará aquí jamás.
Ves cenizas.
Te transportas automático a tus palabras.
Es preciso lamentar.
Habemos de dejar a toda verdad.
Para encontrar verdades propias.
Al final lo nuevo no estará aquí.

La piel se me eriza de sólo pensarlo.
Tengo pesadillas sobre ello todo el tiempo.
Mejor no pensemos en ello.
El destino no lo ha dicho aún.
Y olvidamos.
Y cambiamos.
Y nos hartamos.
Y odiamos.
Y nos acabamos.
Acabamos.

Todo terminará.
¿Por qué se ilusionan?
Porque sólo tengo eso.
Esperanza.
Porque sólo tengo eso.
Lamentablemente, es verdad.
Y si fue tan sencillo encontrarlo ¿para qué lo perdemos?

El día que el silencio empuñe su negrura y ataque tus sentimientos…
El día que la oscuridad no quiera abrazarte y te empuje o te hiera los ojos…
El día que la música deje de colorear el aburrido mundo en el que vives…
Entonces podrás decir que tus labios dejaron caer el último soplido.
Tu alma habrá perdido a su ser.
Y qué son esos dos sino un par de enamorados…
El alma juguetona siempre regalándole la aurora al ser.
El ser sonrojándose por el teatro cómico de su amante.
Llegar al cielo y recordar que fue un accidente de sentimientos el que nos dio la vida a la que tanto nos aferramos.
Se sumergen, siempre juntos para nadar en la eternidad.
Juguetean con la luna mientras le dan tintes de sentido.
Se convencen la una al otro de por siempre vivir en comunión.
Tienen un lapso en el que se unen en acto de precioso amor.
El alma se rinde ante los brazos suaves del ser, y el ser comienza a bailar con el alma.
Tan irreal como el real.
Claroscuro.
Substancial.
¿Qué cambia?
¿Por qué destruyes ese etéreo amor?
Mejor respira de sus besos, amigo.
Siente como se acarician.
Aliméntate de su unión.
Siente los numerosos inquisidores que pasan sobre ti para destruir.
Pero jamás los dejes asesinar, ni al ser ni al alma.
Su ferviente unión y su constante pasión te harán vivir.
Ellos mantienen el secreto.
La vida es creada por su unión.
Santifica su creación.
¡Cuídate!
Son tus sueños.
Viven en tu ser.
Viven en tu alma.
Viven en tu vida.

-Dame de beber.
-¿Qué dices?
-Dame de beber.
-¿Tienes sed?
-Encontré la respuesta, dame de beber.
-Entiendo, eres libre. Tu sed es tu llave.
-Dame de beber.

-¡Soldado 755! Responda al llamado.
-Aquí soldado número 755 reportándose.
-Se agregará una dificultad a su enclaustro.
-¿Qué?
-Todo tipo de pensamiento y comunicación está prohibido.
-¿Cómo podré entonces vivir?
-Fin de la notificación.

Rápidamente dime que has entendido hasta ahora.
Si encuentras que en tu ser no ha quedado ni gota nueva de mi sangre entonces te lo resumiré.
Pero debo advertir que es más difícil comprender cuando la explicación se toma por alto.
Si aún así estas en tentación de acurrucar miedos y permitirte un poco de tiempo más, entonces procede a mirar mis ojos con detenimiento.
Entenderás que el relleno no es lo importante realmente, pero es esencial.
Habrás entonces encontrado algo más por lo cual vivir.
Los ojos es lo único que no cambia al llegar a otro lugar.
La mirada siempre será la misma.
Sin miedo a ser más preciso diré.
Yo nunca la encontré otra vez.
Se me pasó el tiempo.
Es olvido.
Substancia que emana de flores prohibidas que en su cuello cuelgan.
Cerca de los demonios del aliento.
¿Podemos prever?
¿Podemos olvidar?

Enjuga mis heridas con el agua de tu boca.
Sábeme tuyo.
El color es ilusorio.
Son mis piernas las que ya no pueden más.
Mi sequía quizá ha acabado.
Amo ser inesperado.
Tengo una cajita con sueños rotos ¿me ayudas a pegarlos?
No hay tiempo para descansar.
Es que realmente quiero morir.

7 de enero de 2009

Puente

Damos la bienvenida al tiempo perdido con un texto enigmático.




Puente



I. El sacrificio y la esclarecida

Estaba sentado en una roca junto a la vereda, bajo la intensa luz del sol invernal, con su arma desenfundada y la mirada perdida.

Junto al camino, no muy lejos de ahí, yacían los cuerpos de dos hombres. Ensangrentadas sus ropas con orificios de bala en la cabeza. Se podía notar, por la frescura de la sangre, que habían sido asesinados hacía sólo unos minutos y estaban tan frescos como la manzana que aún no cae del árbol.

“Perro callejero”, “Inútil despreciable”, “Vago mal nacido” y otros insultos eran sus apodos, y su reputación era casi tan despreciable como cualquiera de sus nombres. Y él, en realidad, no tenía nombre alguno.

Nacido de madre desconocida, bastardo fue lo primero, y lo mejor, que le describió. Fue abandonado desde que logró dar sus primeros pasos. Pocos le vieron cuando niño, siempre hurgando en los basureros y rogando por comida. Nadie supo como logró sobrevivir. Nadie lo nombró jamás, era simplemente el mendigo al que todos ignoraban.

-Forastero, ¿a dónde te diriges?- preguntó una voz ronca y cansada, sacando así al hombre de su estado casi hipnótico. El hombre se sobresaltó y sus sentidos comenzaron a tomar registro de la realidad circundante. Giró su rostro para ver a un mastodonte tirando de una joven amordazada y atada de brazos mientras enfundaba su arma en la pistolera. Renuente a ser arrastrada, ella usaba toda su fuerza para forcejear con su captor. Inútil.

El hombre los miró a ambos. Los ojos sollozantes de la joven suplicaron que le librase de aquél suplicio, pero la respuesta fue mucho más simple de lo que ellos esperaban. -No- dijo mirándolos con las cejas levantadas. Un momento de silencio y confusión los invadió.

-Entonces puedes ayudarme a llevar a esta jovencita a la cabaña del bosque que queda… no muy lejos de aquí. Lo haría yo sólo, pero la muy maldita se ha atrevido a enterrarme un puñal. No creo que muera desangrado pero… debo curarme así que quiero llevarla rápidamente a la cabaña…- pidió tambaleante el robusto tabernero. "A ausencia de pregunta, ausencia de respuesta" pensó el, recién llamado, forastero. La moza, al ver que el otro hombre no actuaba en su defensa, reanudó su lucha. El tabernero la tomó fuertemente, escudriñó al hombre de pies a cabeza y se aventuró a preguntar -¿has sido tú quien asesinó a esos dos hombres que están allá atrás?

-Sí- contestó fríamente. -¿para qué quieres llevar a ésta inocente virgen a la cabaña del bosque?

-¿Inocente dices? –masculló en respuesta y luego río fuertemente. –Ésta maldita mujerzuela le prometió a mi hijo casorio formal y luego quiso escapar del pueblo para cometer adulterio sin que nadie lo supiera, la vi subiendo a un carruaje con otro chico. Tuve que detenerla.

-¿Es verdad lo que dices?- Preguntó mirando a la moza.

-Sí- contestó rápidamente –y ahora le llevaré ante mi hijo, su hombre por derecho, le diré lo que ha hecho y… qué él decida que hacer- titubeó. Pero la mujer comenzó a negar con la cabeza frenéticamente.

El sin nombre bajó de la roca y se rascó la barbilla.

II. Bautizo de sangre: Puente

-¿Me ayudarás a lle…?- empezó a decir el tabernero, pero se detuvo al ver que el otro hombre desenfundaba su pistola y le apuntaba lentamente en el pecho. Enfureció. -¡Pero… ¿qué te propones?!-

-Quiero escuchar su versión de la historia primero. Descúbrele la boca. –ordenó con una sonrisa malévola en el rostro. El tabernero dudó un segundo, pero luego obedeció. La mujer escupió en la cara del tabernero en cuanto sus labios estuvieron libres -¿son reales sus acusaciones?

-¡No! ¡Todo es mentira! Jamás lo había visto en mi vida, me dirigía a mi hogar cuando me topé con éste… -dudó- animal estúpido. No conozco a su hijo ni sé a dónde me lleva.

-¡No mientas! Es claro que quieres confundirlo para que me mate –gritó el tabernero.

-Maldito cerdo, ya verás cuando te…

-¡Basta! –gritó irritado el no nombrado. Cuando cuente tres ambos dirán, al mismo tiempo, tu nombre. –Ordenó señalando a la joven. –Uno, dos, tres.

-Lucía –dijo ella, pero el tabernero esperó un momento más para decir el nombre.

-Lucía.

El hombre respiró profundo y apuntó directamente a la cabeza del tabernero. Sin más preguntas ordenó. –Desátala.

-¡Pero está mintiendo! -argumentó.

-Cuando alguien se va a casar cuando tu propio hijo, por lo menos tienes la decencia de conocer el nombre de la dama. Tú eres un criminal y serás entregado a la justicia. ¡Ahora desátala!

El tabernero resopló y puso mala cara mientras desataba a la mujer. Ella se alejó rápido del tabernero y lo miró orgullosa.

-Ahora morirás- sentenció el hombre armado refiriéndose al tabernero.

-¿Qué? No puedes matarme, dijiste que me entregarías. ¿No tienes palabra?- Replicó nervioso el tabernero retrocediendo unos pasos.

-Te entregaré, a la justicia divina. Pues yo soy el que ha venido para vengar a aquel que no puede luchar.

La mujer comenzó a escuchar mormullos en su mente y empezó a recordar. Cerró los ojos y calló de rodillas en el suelo respirando entrecortadamente.

-Ahora, por los pecados que has cometido, serás juzgado como debes. Yo no decido el destino, pero si la hora del juicio. –advirtió- saluda a los poderosos de mi parte.

-No puedes matarme… -comenzó a suplicar el tabernero -tengo fami…

Un disparo.

III. Misión

Pasaron siete minutos. La joven se calmó durante ese tiempo. La sangre del tabernero había salpicado al hombre en la cara, así que este se limpiaba con un pañuelo.

-Eres humano, como todos los demás. –Comentó la joven.

-Sí, Lucía, pero la ruleta me ha escogido para ser quien lleve la flama hasta el corazón de la oscuridad. Deben recordar que el velo de la luz no es siempre bueno y que la oscuridad no tiene porqué ser negra.- Después de haber dicho esto comenzó a mirar el mismo punto perdido que veía cuando la esclarecida y el sacrificio arribaron.

Lucía guardo silencio un momento mientras lo miraba fijamente impresionada. El viento comenzó a agitar las hojas en las copas de los árboles. Una misión había comenzado, ambos comprendían su papel, pero ninguno la misión.

-No los has matado tú. Los hombres del camino… no los mataste.

-No, se asesinaron mutuamente. –contestó el hombre.

-¿Quiénes eran?

-Mi padre y mi hermano.

La joven guardó silencio una vez más. Su impresión fue grande al entender que decir que había matado a su padre y a su hermano había sido sólo para salvarla a ella del secuestrador. Así que él sabía que el tabernero la estaba secuestrando incluso antes de preguntar su nombre. Lucía supo quien era el hombre sin nombre.

-He tenido un sueño. –Habló Lucía. El hombre escuchó- Ahora que tienes nombre, estas más cerca de la muerte y debes tener mucho cuidado. Tu camino no será sencillo.

-Entiendo- Aceptó el hombre. –Iré entonces.

-No te dejes llevar por tu emoción.

-No lo haré.

El hombre le puso los ojos encima un momento diminuto. Ella sintió que su alma era escudriñada por completo. Sintió el pánico que siente un peón al ser observado fijamente por su señor. Pero soportó la mirada.

Un Mesías había surgido para llevar a cabo las órdenes del altísimo. Enfundó su arma una vez más, no sin antes ponerle el seguro, y dio media vuelta para partir, pero no dio un paso.

-Lucía… Si yo caigo, no habrá nadie para seguir mi misión.- Dijo lentamente. –Así que nada mejoraría, todo se perdería irremediablemente. Un dolor lento y ardiente que nos transportaría al mismísimo infierno…

-Rezaré por que la única esperanza siga en pie.

El hombre suspiró nervioso al saber lo que le esperaba. La mujer lo miraba con una mezcla extraña de miedo y esperanza.

-No volveré, cuida a mi hijo.

-Sí.

El hombre emprendió camino hacia el este a paso veloz y no miró atrás.


.