Información Ocasional

¡Nuevo botón! (¡Actualícense!)
Reportar en caso de encontrar mensaje(s) ocultos.
Blog en proceso de recuperación
¿Faltas de ortografía? ¿Errores de estilo? Repórtalo en un comentario. Ayúdame a mejorar...

Mi botón

Memoriasencadenadas

24 de septiembre de 2009

Astro de mi bizarría

Este texto es... mi forma de concebir aquel sentimiento. Tomen bizarría con el doble sentido que tiene: valentía/pecho y extrañeza/"raridad". Hace mucho que no escribía, critiquen, aporten, construyan... o al menos lean. Recuerden reflexionar sobre la trascendencia de algo que en nuestra sociedad ha tomado mucha importancia y que puede, como tal, formar y reformar vidas enteras y que es, al mismo tiempo, creador "omipotente" y destructor masivo de un todo del que se conforma el ser humano. ¡Comenten!

astro de mi bizarría


Tiendo a perderme. Voy simplemente por ahí caminando o pensando o siendo simplemente y entonces termino en donde no debería terminar. Incluso me pierdo cuando estoy explicando lo que tiendo a hacer, porque es una de mis habilidades… tender a hacer cosas, o explicarlas… o perderme… Y me pierdo muy fácil, es decir a veces estoy aquí y luego estoy allá dando ejemplos o divagando en mis divagaciones y perdiéndome y perdiéndome más hasta perderme incluso mientras me pierdo, hasta perderme de perderme y entonces dejar de perderme para encontrarme. Y es frustrante y placentero, pero a veces no me ayuda… o mejor dicho nunca me ayuda.

Y es así de fácil como cuando estoy pensando en ti, porque no puedo dejar de pensar en ti, y entonces empiezo a diversificar mis pensamientos y a verte en una vertiente u otra a meterme en una y a regresar a caminar entre os edificios de mi mente y encontrarme solo en las calles en donde solíamos caminar juntos, con mi paraguas, bajando y subiendo de la banqueta, entre los charcos y viendo las gotas de lluvia caer, con una gabardina y a bufanda que me reglaste para probarme que sabías tejer, y ahora se vuelve tan claro que siempre has estado junto a mí, porque por más que lo intento, siempre estás aquí, en mi bufanda, en cada una de las millones y trillones gotas que se suicidan de las nubes al mismo tiempo, en la bufanda, en una bonetería de la que platiqué mientras viajaba contigo en un auto rojo (o quizá no fue contigo), en cada charco que refleja mi rostro igual que lo hace el espejo de la casa 704, porque a la 704 solíamos ir para las navidades y entonces ¿recuerdas? Solíamos subir a la habitación de Angélica para mirarnos en el espejo, porque era muy bonito ese espejo, y siempre estabas tú a mi izquierda en el espejo y fuera de él, tan tú, tan completa y tan real, y ahora es el espejo algo más apagado, como si estuviera roto o como si el cuarto estuviera oscuro y no me reflejara realmente, pero sé que soy yo pero no estoy completo porque no estás tú, no estás ni en el espejo, ni en las gotas, ni en los trenes a los que suelo subir por la madrugada cuando voy al trabajo y pienso en ti, porque siempre pienso en ti, pero no pudo pensar bien en ti porque algo me falta para pensar en ti, me faltas tú para hacer todo y es como si siempre hubieras estado conmigo pero ahora ya no y entonces mi vida sigue siendo mía pero la mitad es tuya y, aunque yo la vivo, se la pasa contigo y no me deja ser yo sin ti porque tú eres parte de mí ¿o yo de ti?

¿Cuándo? Es decir, no me di cuenta cuándo te fuiste realmente. Tal vez fui yo la que se fue, tal vez caminamos en distintas direcciones hasta cruzar el mundo y encontrarnos y entonces descubrimos que era mejor no caminar, o caminar paralelamente o tal vez al caminar y no caminar traspasamos las paredes de la realidad y tú o yo acabamos en otro lugar, en otro mundo, un mundo de calles oscuras y aire chicloso, de habitaciones consecuentemente vacías y tinacos sucesivos que crean infinitas series que no podemos ver al igual que cuando miramos con un espejo enfrente y otro detrás. Y tal vez es que sí estás sentado aquí a un lado de mí en el restaurante último de la calle última de la ciudad última por la última razón que nos pudo decir la última persona que nos encontró juntos… pero no hubo nadie nunca: ni personas, ni razones, ni ciudades, ni calles, ni restaurantes y aún así te siento aquí sentado a mi lado con tu cuerpo caliente seduciéndome con bellos poemas entre café y cigarrillo, entre tus besos y mis caricias entre la cama y la sábana, entre la mañana en que te fuiste y la ventana que miré cuando noté que en realidad estoy sola y lo que siento como tu cuerpo y tu voz es sólo el frío vacío que me carcome por dentro y me sigue narrando una historia que no es mía, sino tuya, donde yo no soy la protagónica, eres tú en tus calles, en tus regalos detallistas, en tus palabras sin sentido, en tus olvidados ojos cafés que me miraban como nadie nunca vio el más hermoso cielo.

Siempre solías hablar menos. Que si decías que el café era bueno o si tu computadora se tardaba demasiado en prender, pero siempre el tema era mío y yo era el que acariciaba tus senos mientras tú esperabas sentada en el último cajón de nuestros recuerdos en el que entrábamos y salíamos para resolver nuestros problemas teniendo las evidencias claras de que el amor… no, no el amor, ¡nuestro amor! lo podía todo. Y en ese todo simplemente nos fuimos yendo y yendo hasta despertar en diferente cama, en diferente cuarto, en diferente casa u hotel, en diferente ciudad, en diferente país, continente, mundo, en diferente mente y diferente cuerpo, en diferente divagación en la que nos perdíamos por siempre mientras tendemos a luchar contra ese todo contra el que, sabemos, no podremos seguir luchando ni un día más. Y fue así como me vi sola al espejo y cepillé mi cabello en el baño, pero estabas tú en la tina así tan sola como cuando te bañabas y leías tus novelas con tus velas y tu incienso y yo me sentaba como un macho en la sala a leer mi periódico, o cuando terminabas de leer la sección de deportes y te desnudabas frente a mí y te metías conmigo a la bañera para que hiciéramos el amor todo el día, toda la noche, toda la semana, al menos hasta que, como ahora encontraras que ya ni siquiera piensas en mí, que estoy solo y tú ya has desaparecido de mi vida, o yo de la tuya, pero que aún te necesito para estar cuerda y que no puedo estar sintiendo en este mundo sin que me expliques aquella canción en el café Rojo del centro, que no puedo vivir sin que me toques con tu arma femenino, sin que tu ronca voz de locutor de radio me llamaba y me incitaba a amarte más, sin que por única vez aceptaras azúcar para tu café porque siempre me preguntabas y nunca dije que sí, pero en esa ocasión sí quisiste y entonces por fin te robé el primer beso que fue también el último y el único que jamás te di.

Y hasta el último momento en el que me dijiste que sí, que no, que tenías que quedarte por siempre conmigo pero que te fuiste sin llorar el llanto que necesitaba llorarte, pude ver que lo evidente era nada sin tu presencia, que te quería más de lo que jamás había vivido y que necesitaba de que coexistiéramos juntos en la misma realidad y que no importaba si uno de los dos había caminado tan lejos para no estar con el otro o que si uno de los dos había obligado al otro a irse lejos, que si desaparecí o tú a mí, si te destruí o me creaste, que si nos conocíamos o sólo nos besamos por accidente en el camión y no nos volvimos a ver, de todos modos estábamos juntos, y tan juntos que no podíamos dejar de estarlo, nuestras mismísimas esencias se habían conjuntado para ser una y aunque uno ya no estaba ahí porque es un impedimento no pertenecer al mismo plano, aunque uno no pertenece y el otro siempre está en soledad, aún así habíamos vivido todo juntos y yo te había idolatrado desde siempre porque eres tan bella, tan tierna, tan linda y que no importa si me drogaste, me metiste a la cajuela y luego me disparaste en un estacionamiento o en un lago. Porque realmente siempre estuvimos separados por sólo un mundo o dos, jamás nos vimos y jamás nos tocamos, pero esos besos, esas palabras, las experiencias y las noches de desvelo, pasión y placer nadie nunca nos las podrá quitar, ni si te maté ni si no te maté ni si existimos en el mismo lugar o no, porque aquellos trenes, aquellos juegos y aquellos días nunca fueron parte de algo que no pasó, siempre fueron nuestros y siempre, siempre serán por nosotros y para nosotros. Ya no importa si quería irme con otra porque me gustaba más y tú te enojaste porque te sentías poco hombre para retenerme, no importa si mi sangre quedó sobre tus senos y tu flada amarilla después de que me apuñalaste, que no importa si te dejé en un baldío y llamé a la policía para reportar a un hombre muerto, no importa si nunca nadie me encontró y ahora camino y divago y me pierdo solo en un mundo que nunca conocí en el que las calles no son calles y yo no soy yo, que no importa si siempre me arrepentiré por haberte asesinado. Aún así me disculpo, por una simple razón:

Te amo.