Información Ocasional

¡Nuevo botón! (¡Actualícense!)
Reportar en caso de encontrar mensaje(s) ocultos.
Blog en proceso de recuperación
¿Faltas de ortografía? ¿Errores de estilo? Repórtalo en un comentario. Ayúdame a mejorar...

Mi botón

Memoriasencadenadas

27 de septiembre de 2008

1,2,3

Bueno… Este texto puede ser extraño… empezando porque no lo titulé de ninguna manera, y porque tampoco titulé las partes. Este texto es producto de ciertos eventos que se han desencadenado últimamente y que han influido mi vida de una forma u otra, tal vez para varios de los lectores no encuentren el más mínimo sentido en los sucesos o no tengan importancia… Pero no me interesa, escribo para mí y no para ustedes.


1


Este es un sueño (sólo esta parte “1” es un sueño, lo demás varía entre fantasía y realidad) que tuve directamente cuando me quedé dormido el 26 de septiembre de 2008 escuchando el cuarto álbum de Avenged Sevenfold (especifico tanto para que cuando lo vuelva a leer lo recuerde). Y sí, fue sólo un sueño… pero se sintió muy real.


-¡Despierta! –gritó alguien golpeándome el pecho con ambos puños. El grito y el golpe me levantaron y despertaron, e instantáneamente me incorporé. Tres personas había en la habitación, a ninguna de las cuales conocía. Era una habitación como de seis metros por tres, sólo una ventana junto a la puerta, las paredes eran de dos colores: gris arriba verde hospital abajo. Había una cama (donde estaba yo acostado), una mesa cuadrada junto a una silla en la que había un individuo, otro individuo estaba recargado en el delgado fragmento de pared entre la ventana y la puerta mirando hacia fuera, la tercera persona (mujer) estaba junto a la cama, incorporándose después de haberme golpeado.


-¿Qué pasa? –Pregunté exaltado. Por alguna razón sabía sus nombres y sus formas de ser, pero jamás los había visto antes (Es una lástima que los olvidé cuando desperté, porque como dije antes solo fue un sueño)

-Tenemos que encontrar el objetivo antes que el otro bando. –Dijo con rapidez el hombre recargado en la pared, que tenía la mirada perdida.

-¿Qué buscamos esta vez? –Pregunté mirándolos a todos.

Se produjo un silencio incómodo.

-Aún no tenemos idea. –Dijo concretamente el hombre en la silla sin mirarme.

-¿Por qué me trajeron? –Exigí saber.

-Ya hemos perdido a muchos y necesitamos que alguien les de un escarmiento.

-Arréglenselas sin mí. Yo ya no estoy en el negocio.

-¿¡Negocio!? –Gritó la joven parada junto a la cama de la cual yo aún no me separaba. -¿Tu crees que estoy aquí porque es negocio? ¡¿Crees que quiero hacer esto?!

-¡Cálmate! –Ordenó el hombre desde la puerta. –Ya llegaron, están en la biblioteca.

En ese momento, y como llegué a ver en innumerables ocasiones durante mis viajes, una tormenta intoxicada con viento y arreciada por frío comenzó a golpear el suelo.

-¡Toma! –Exclamó el hombre de la silla poniéndose de pie y lanzándome una nueve milímetros, la cual caché y amartillé, antes claro revisando que estuviera llena de plomo.

Los tres individuos salieron corriendo de la habitación. Yo me puse de pie y reflexioné un momento sobre lo que sucedía. No recuerdo a la conclusión a la que llegué, pero salí corriendo tras ellos.


Me encontré en el pasillo del segundo piso de un edificio de dos pisos. Edificio de rasgos coloniales pero con muchos arreglos y objetos novedosos. Como un edificio en un campus universitario. Tenía un patiecillo en el centro y por ello se podía ver que su forma era como un rectángulo sin uno de sus lados cortos y sin nada al centro. Por el espacio que quedaba sin edificación se podía ver un bosque.

En el mismo segundo piso pero del otro lado del edificio, vi corriendo a los tres individuos de la habitación. Corrí tras ellos y hasta entrar a una puerta sobre la cual una placa con la leyenda de “Biblioteca” se daba a notar. Me detuve y eché un vistazo. Los tres individuos estaban hablando con otros tres. Algo en mi interior me impidió ir a escuchar, y en lugar de esto di media vuelta y regresé por donde vine.


Al llegar a la abierta puerta de la habitación en la que había estado, vi a una joven muy guapa que estaba asomándose por la barda, que emulaba un barandal, frente a la puerta de la habitación. Me dio curiosidad por saber que estaba viendo. Me asomé a su lado y no percibí nada fuera de lo común, sólo la escalera recta que era paralela al pasillo. Así que pregunté.

-¿Qué estas viendo?

-¿Por qué la gente existe? –Respondió inmediatamente. –El mundo estaría mejor sin las personas.

Me asombró su respuesta. No dije nada y solo reflexioné sobre lo que había dicho mirando el vacío.

-Amia –Espetó la joven mirándome.

-¿Mande?

-Me llamo Amia. –Repitió. Escuché el nombre y me sorprendí mucho.

-Hay un personaje, en un texto que escribí, que se llama como tú.

-Que curioso. –Dijo y luego rió.

Luego comenzamos a conversar. Y conversamos largo rato, sobre porqué es el fuego rojo y no azul y el hecho de que el color de los ojos dice mucho del destino de las personas. Esa parte del sueño es algo borrosa.


Repentinamente un disparo preveniente de la biblioteca nos asustó, acto seguido, un hombre desconocido salió de la biblioteca y señaló hacia nosotros.

-¡Allí está! –Masculló. Giré para mirar a Amia, pero una luz cegadora luz que le surgió del pecho me cambió el rumbo de la mirada. Pronto supe que el objetivo era ella. La tomé del brazo y tiré de ella hacia abajo mientras me agachaba. Saqué la pistola (la cual sorprendentemente no se disparó, pues no recuerdo haberle puesto el seguro) y apunté a la esquina del pasillo. No podían vernos, la corta barda nos escondía, cuando alguien asomara la cara dispararía. Y así fue, el primero cayó de bruces tras el disparo en el pie, y luego el remate en la cabeza. Estaba muy lejos así que fue una suerte acertar. Amia gritó.

-¡Corre al cuarto! –Le grité empujándola hacia la puerta abierta. -¡Cierra la puerta! –Ella obedeció y al instante una bala penetró mi brazo izquierdo. Un hombre acostado en el suelo me había disparado. Contesté el fuego, no se si murió, pues casi instantáneamente Amia se puso gritar desde la habitación, y logré escuchar la voz de un hombre también. Disparé a la perilla y derribé la puerta de una patada. Un hombre se la estaba llevando por el otro lado. Le lancé el arma (No pregunten, en la realidad no desperdiciaría tantas balas) y este calló al suelo. Le di dos golpes en la cara y quedó noqueado. Me volví y Amia estaba corriendo hacia el pasillo.


Salió al pasillo y miró asustada a su izquierda. El ruido proveniente de un disparo se detuvo a la mitad. La bala estaba suspendida frente a su cara. No podía creerlo. Solo en leyendas había escuchado de personas que pueden manipular el tiempo.

La bala siguió su curso pero ella ya no estaba allí. Corrí hacia el pasillo y pude ver como corría en el piso inferior a través del patio.

Salté a la escalera y después al suelo. Una bala pasó zumbando por mi oído y me di cuenta de que no tenía con que defenderme. Miré a mi alrededor y no pude encontrar a Amia. Me escabullí tras un pilar y desde allí vi, por una ventana, a la joven que me había despertado. Me hizo una seña de ir con ella y de un salto llegué allí. Estaba ella y el individuo que estaba recargado en la pared.

-¿Dónde está…? –Comencé.

-Le dispararon en la biblioteca. –Contestó la joven.

-¿Dónde esta ella? –Preguntó él.

-Repentinamente desapareció.

-¡¿Qué?! –Gritaron al unísono, ambos enfurecidos.


La puerta estalló en pedazos en ese momento. Entró una cadena a la habitación y se enterró en el hombro del tipo, luego lo lanzó hacia fuera con un tirón. La joven y yo salimos disparados por la destrozada puerta y vimos a un muy grande hombre con una bolsa de tela negra en la cabeza, como de verdugo, jugando con el cuerpo vivo del que había estado, hacía solo un momento, preparado para gritarme.

Ambos comenzamos a correr hacia el bosque. Y mientras cruzábamos el patio, logré identificar a Amia en el borde entre el edificio y el bosque haciendo señas de que la alcanzáramos. Un disparo le dio en el centro del pecho y la derribó. La joven, que corría junto a mí, señaló algo hacia mi izquierda, pero antes de que las palabras salieran de su boca, cayó al suelo. Me detuve y presencié como, la misma cadena que había tomado al otro hombre, la jalaba a ella en esta ocasión, el verdugo había corrido tras nosotros.

Casi me resbalé por el piso mojado pero seguí corriendo a pesar de que ella comenzó a gritar. Su gritó se terminó abruptamente con el sonido de huesos rompiéndose. No pude pensar en otra cosa que no fuera su cabeza siendo aplastada y masacrada por un solo movimiento de una de las extremidades de aquel robusto hombre.

Llegué a la esquina del edificio y paré a la vuelta puse mi espalda contra la pared esperando que no me encontrara. Estaba goteando. Me percaté de que había techo sobre mí, ya que el piso superior era más amplio que la planta baja y para esto había pilares sosteniéndolo.

Mi respiración estaba entrecortada. Estaba confundido, imaginaba la carnicería que habría para ese momento en el edificio. El tiempo inclemente no me dejaba pensar claramente. Sabía, por alguna razón, que Amia no estaba muerta, solo herida y que debía sacarla de aquel lugar, pero las ideas no venían.


Entonces el verdugo pasó lentamente junto a mí, buscándome. Pude ver su ancha espalda. Por un momento, pegar la espalda a la pared había funcionado, pero luego giró y me miró. Tuve miedo. Entre sus manos la cadena ensangrentada con un pico en la punta, le dio una vuelta en el aire para luego lanzármela.

Sentí entonces esa vieja sensación en las yemas de mis dedos. Ese cosquilleo veloz que indica la posibilidad de ganar. El ajetreo, el miedo, el nerviosismo, la duda, la decepción y la angustia habían alimentado fuertemente mi oscuridad. Y no dudé.

Con un rápido movimiento de mi brazo enrollé la cadena en mi brazo y la tomé con fuerza en mi mano. Sonreí. Dirigí la palma de la otra mano hacia su rostro, que estaba a al menos cuatro metros de distancia, y sin dudarlo hice su cabeza dar un giro violento que lo mató.

El sonido del cuello quebrándose alimentó más mi oscuridad y mi sed de venganza. Tiré muy rápido de la cadena y jalé el cuerpo, que se estrelló de golpe con la pared junto a mí. Luego solté la cadena, apunte ambas palmas a su cuerpo y las separé. Su cuerpo rápidamente se desgarró dividiéndose en dos mientras me salpicaba de sangre. Luego llevé, con mi oscuridad, los dos pedazos de cuerpo hacia el techo y con fuerza los arrastré para luego lanzarlos al patio central lo más fuerte que pude.

Para entonces la sensación de cosquilleo anestesiante había alcanzado mis cuatro extremidades y mi torso entero. Me percaté de que estaba alcanzando mi rostro, y si lo hacía, perdería completo control sobre mí mismo.

Impuse mi mente fuertemente ante el sentimiento y traté de liberar toda esa energía, pero no cedió, así que traté luego de encapsularla dentro de mí. Eso sí funcionó.


Dí un respiro y mi cuerpo se sintió muy pesado. Toda la fuerza de la oscuridad se ocultó. Sentí rápidamente el dolor del disparo en mi brazo izquierdo y el frío que era ayudado por la tormenta. “Amia” pensé.

Caminé lo más rápido que mis torpes y pesadas piernas me permitieron hasta llegar junto al cuerpo de Amia. Caí a unos metros de ella, pues mi cuerpo había hecho un esfuerzo que en muchísimo tiempo no había tenido que soportar. Sentí mi mejilla golpear el pavimento levemente, aunque mis ojos percibieron que fue muy fuerte.

La lluvia no parecía detenerse y yo ya no pude moverme. Sin más que poder hacer, puse mi esperanza en que alguien viniese por nosotros y luego cerré los ojos sintiendo cercano desmayo.


Desperté sudando en mi cama… Y lo único que pasó por mi mente en primera instancia fue: ¿Pero qué demonios acaba de suceder?


……….



2


Daniel y yo subimos al camión para regresar a nuestras casas después de un día de paseo por algún lugar al que fuimos (se que suena estúpido, pero ante mi falta de memoria es la mejor explicación). Yo, como siempre, estaba escuchando música con mis audífonos. Encontramos dos lugares y los ocupamos velozmente, luego le compartí de mi música y finalmente comenzamos a platicar.

-¿Ya pensaste qué vamos a hacer la próxima vez? –Preguntó.

-Si. –Dije secamente.

-¿Qué?

-Iremos a visitar fantasmas. –Dije con ademanes graciosos. Él no contestó inmediatamente, solo me miró extrañado.

-Y… ¿Cómo que fantasmas? –Cuestionó buscando una explicación.

-Ya verás. –Dije misteriosamente haciéndome el interesante. Entonces un anciano con una guitarra subió al bus y se paró cerca de nosotros a tocar. Cantaba y tocaba desagradablemente, así que subí el volumen del iPod después de exclamar "¡cacofonía!".

El viejo cantó una canción solamente y luego comenzó a pedir “una humilde cooperación, lo que quieran dar”, así que saqué la moneda de cinco pesos que tenía en el bolsillo y se la di.


En cuento el viejo bajó del autobús me percaté del sentimiento de ser observado.

-¿Qué? –Le pregunté a Daniel, pues era sólo él quien me veía.

-¿Por qué le diste dinero? -Preguntó

-¿Porque no me falta y a él si? –Pregunté sin saber la razón real.

A lo que contestó -Nunca te había visto dar limosna.

-No fue limosna. –Repliqué. –El no vino a pedir dinero, vino a tocar una canción y luego pidió dinero, así que técnicamente es trabajar. Y como les dan muy poco, tenemos que haber muchos que les den.

-Pero ni siquiera estabas oyendo lo que cantaba.

-No. –Acepté.

-Ni te gustó. –Sentenció.

-No, pero a mí me gustaría que la gente reconozca que, aunque lo que hago es feo, me esfuerzo por hacerlo. Y yo trato de hacer lo mismo con los demás.

Guardó unos segundos de silencio mientras reflexionaba eso y luego sonrió. –Qué bonito…


……….


3



Cuando fuerte cierras los ojos y gritas,

Tratas de sacar todo lo que tienes dentro lastimando tu garganta.

Y sólo quieres que no te dejen allí.


Cuando escuchas el silencio como respuesta,

Desearías estar muy lejos de aquí, rogando por perdón.

Pero no quieres vivir más.


Te culpas por lo que sucedió,

Miras al horizonte sabiendo que fue tu escenario el que los mató.

Y no encuentras forma de olvidar.


Te lastimas y finges enfermedad.

Te escondes de las miradas haciendo que te miren, para luego huir.

Ya no eres aquel ser amado.


Sueñas con ser aquel a quien nadie vio,

Aquel que hablaba con árboles y veía las nubes al llorar.

Y no puedes regresar.

Sueñas con cambiar un mundo,

“Uno sólo” pides diariamente, pero sabes que temes intentarlo.

Si lo haces, todo acabará.


Sientes que deberías huir.

Deberías dejar que los impulsos te conduzcan un día a la muerte.

Y terminar con esto.


Sientes que ya jamás sentirás otra vez,

Y escondes la oportunidad, postergándola para tratar de disfrutarla.

Y no te das espacio para amar.


Cierras los ojos y limpias tus lágrimas.

Y no ves nada excepto aquellos campos desolados por tu odio.

Y te odias a ti.


Cierras las oportunidades de seguir.

Te desafías sabiendo que en algún momento eso te hará caer.

Y caer es tu adicción.


Esperas ver lo que perdiste.

Anhelas enfrentar tu pasado y ser quien no tiene que ser tú.

Pero te rindes.


Esperas un alma nueva.

Una forma de redención que no llegará. Vida nueva.

Esperas acabar con todo esto.


Y ahogas el final.

Dormitas en sueños, mientras carcomes la realidad.

Evitándote.


Y sabes muy bien que al final tu miedo eres tú.

Sabes que lo que temes es que has creado tu propia forma de mantenerte viviendo en constante horror y ternura sin mantener un equilibrio constante con el sufrir.

Demente por la tristeza.



.

22 de septiembre de 2008

Insomne / Interpelante

Insomne / Interpelante



Noches de tenue dolor y antigua alucinación permiten fantasmas en mí, penetran mi miedo y arrancan mi voz, prometen dejarme y solemnes se disculpan, pero en cuanto me descuido vuelven a causar desgracia.


Soy debilidad ante el placer que a la abominación le causa mi dulce sufrir. Me mira todas las noches e induce con ternura aquellas lágrimas entre sueño y sueño. ¡Maldito el día en que fui destinado a esta tortura!


De tiempo en tiempo, cada que un periodo acaba y otro comienza, un nuevo espectro detestado acude para reemplazar al que cansado ya ha sido derrotado. El nuevo espectro no da cabida a la espera y ataca en el primer momento. Y yo caigo.


Río nocturno de dolores petulantes. Insomne otra vez bajo el poder transitivo del destino. Verdaderas y escalofriantes son las visiones. El descontrol y el miedo persisten en mí.


Son solo muertos futuros los que acechan mi sueño y me impiden plácido pernoctar. ¿Cuándo son perdonados los asesinados que yo miro? Que sus oídos juzguen lo que mis ojos presenciaron.


El frío penetra mi alma y resuena golpeando mis olvidos. Amnesia instantánea: altar de holocausto para sacrificios humanos, expiación eternamente incompleta, locura indeterminada.


Jaquecas repentinas aprisionan mi cuerpo junto a las convulsiones y tratan de quebrantar mis ánimos por vivir. Segundos infinitos de pensar sostenido contra el implacable dolor.


Y luego cedo…

No trato de dormir otra vez…



Infiernos pasar. Suceder en lugares y en rangos. ¿Qué hora es ahora? ¿Qué día? ¿Quién soy en esta ocasión? ¿Qué habrá cambiado?


¿Qué ha sucedido?


Y me pongo a pensar, así recostado en las sudadas sábanas que hace solo unos momentos me atacaban… Pienso en lo que soy y en quien he sido. Pienso en quienes me han rodeado y en lo s que no. Pienso en porqués, en quienes, en comos…


Me enamoré algunas veces.

Morí en una ocasión.

Viví bien antes de ello.

Y un poco también después.

Tuve amantes como la tristeza.

Vi cosas que nunca esperé ver.

Hice cosas que jamás creí lograr hacer.

Sufrí mucho.

Disfruté mucho.

Pensé demasiado.


¿Y ahora… qué sigue?

¿Más horror? ¿Más Insomnio?

¿Otro yo?


¿Qué tal otro cielo?

¿Otra libertad? Libertad para ser.

¿Por qué no otra vida?

¿Por qué no otros recuerdos?

¿Por qué no otro destino?


Otro insomne en mi lugar estaría bien.

Y yo estando en otra vida.


¿Por qué no otro?

.

21 de septiembre de 2008

5 Lágrimas Alucinógenas

Otro de los cortos prometidos.

Agradecimientos especiales:

Ángel: Idea de ambigüedad en las personas.

Pablo: Deslumbrar

Raymundo: Impartir una clase aburrida en la cual se pueden hacer otras cosas.

Fulanita: Tener rizos dorados.

(El último no viene al caso, pero me acordé. Y se lo debo.)


Imágenes:

Apple Inc.

U2 - Boy




5 Lágrimas Alucinógenas



Me busco

¿Quién es?

¿Quién soy?



“Los peces que había en tu pecera se escaparon por montones y ahora vienen por mi. ¡Se me suben los peces! Y aquel búho negro que bajo tu cama solía dormir, fue visto volando sobre

la alameda… Esparciendo nuestros secretos.”



Sentado aquí, en el suelo estoy. Mirando el reloj en la pared…

Parece no moverse en absoluto…

Y mientras mi nostalgia se apodera de mi ser, mi traviesa mente navega en las posibilidades y razón. Posibilidades de estar sufriendo un deja vu, de tu inexistencia, de que esté enfermo, de ser un chiflado más. Y la misteriosa razón por la cual el único objeto que fue dejado atrás en el olvido de este hogar, de esta vacía casa, es ese descolorido reloj.



Pienso…

Pienso en ti, y por ello miro por la abierta puerta, hacia la calle, olvidándome de donde estoy y también del porque. Ese oscuro pasillo, con paredes toscas y burdas y techo infinito, que llaman calle es iluminado por la solitaria luna.

Sin cabida a duda el sabio que colocó ese gran foco allí, tenía un brillante sentido del arte. Con ello inspiró a innumerables generaciones…

Y lo único que hizo fue colocar una esfera resplandeciente que iluminara un poco la noche…

Me hace recordar que lo simple, lo inocente e incluso lo insignificante puede llegar a ser una joya escondida entre niebla y colocada entre la oscuridad…

Me hace pensar en ti…



No hay más luces que me sirvan de guía. El camino ahora parece más oscuro de lo que antes era. O ¿Acaso tu luz me deslumbró y me hizo pensar que estaba salvado?



Comprendo las razones por las cuales ese accidente incidental no fue un incidente accidental. No fue algo que quise provocar, pero que sucedió y causó mucho impacto en el nosotros. Y sí, también se nos acabó la música…



Cierro los ojos. Oigo el tranquilo latir en mi pecho. Siento el frío en mis manos, en mis piernas y en mi espalda; siento mis parpados cerrados; siento también el soplar del desgarrador viento que arranca mi piel con su aspereza.

Tu aroma esta ausente. No quisiera estar así.

El solitario sentirme, el veloz pensar, el estar en este preciso lugar, y el así ser yo, me evocan a flotar escaleras arriba, a susurrar empujando la puerta y a verla mientras se abre y rechina tenuemente.



Entro y miro blancas paredes.

Y allí entonces mis ojos abro. Los muros no son blancos sino azules.

¿Qué huelo? Lágrimas en mi rostro.



El suelo me atrae, mis piernas flaquean, tu aroma me abruma. Caigo de rodillas, trato de respirar pero mi pecho se vuelve roca. Quiero huir pero creo desfallecer. Mi pulso se acelera, mi aliento cesa, el temor me invade, junto mis párpados de nuevo y vislumbro una brecha de recuerdos.



Lentamente, y al tiempo que me recupero, todo se despliega ante mí. Veo

los muebles aparecer, masas que aparecen se transforman en objetos y todo rápidamente toma su forma, su color y su lugar. El viento cesa y el sol se apresura a asomarse en la ventana. Mi fuerza vuelve, un sentimiento de plenitud me invade. Completo al fin.



La puerta se abre sin aviso y veo tu rostro aparecer.





Abro los ojos.

No estas allí.





Desaparezco.


¿Quién es?

¿Quién soy?



.

13 de septiembre de 2008

La Decisión Que Tomó

La Decisión Que Tomó


Hubo una vez, alguien, que tras una sucesión de hechos terribles, decidió cambiar su vida huyendo de esta misma. Esta persona descubrió una historia oculta en traiciones y mentiras, y tras lo sucedido, decidió abandonar toda esperanza de ser otro. Esta, su historia no ha sido jamás contada, y no pretendo por estos medios contarla. Lo que yo haré aquí, será solamente explicar brevemente, el porque de su decisión y, por consecuente, su decisión.


Esta es la historia, entonces, de alguien cuya vida había estado llena de emociones, carismas y diversiones. Había llevado una vida que pocos tienen y en esta había hecho cosas que pocos hacen. Había tenido más que muchos y había perdido más que muchos otros. Era alguien como ningún otro, alguien sin igual. Alguien a quien le palpitaba la mente al recordar.


Así fue, que tiempo después del inicio de su trayectoria por esta peligrosa vida, se encontró estancado en una serie de traumas, sospechas y mentiras que lo habían dejado vacío de principio a fin. Había estado en los lugares equivocados en los momentos inadecuados, pero ahora no podía encontrar ni esos lugares ni esos tiempos.


Después de darse cuenta de su temible adicción a esas emociones, decidió que debía retomarlas de cualquier modo que la realidad le permitiese. Y créanme que les digo, lectores queridos, que intentó durante arduo tiempo. Pero finalmente, y sin darse cuenta de que lo que había hecho era lo que estaba buscando, se rindió y sucumbió ante el vacío ya estancado en su alma.


Terminada ya la introducción, pasemos a las causas de su decisión.


Lo primero fue su nostalgia. Esta, que era tan grande y sólida como un buen buque de guerra, no parecía cesar su rumbo a través de sus pensamientos, y a cada pequeño movimiento que el sujeto efectuaba, ese gran sentimiento lo inundaba y lo hacía quedar cabizbajo. Tenía una trama de recuerdos que no hubiese cambiado por nada, pero quería olvidar algunos, y eso no sucedió.


Siguiendo después de la nostalgia, vino el desenfreno. El desenfreno lo llevó a buscar soluciones en posibles vicios bajos y autodestructores, que solo lo llevaron a toparse en seco con muros y barreras de dura incomprensión. Así entendió finalmente que no encontraría respuesta alguna. Pero no se rindió.


Después, acudió a él, el rechazo. Vino a acaecer un profundo sentimiento de rechazo por parte de los seres queridos que lo rodeaban constantemente. Notó que en realidad a estos, no les interesaba realmente si a él le ocurría algo o no, y consecuentemente notó que a él tampoco le interesaba realmente lo que le sucedía. Sintió que todos lo veían extrañados y que se alejaban de él.


Más tarde, y como consecuente del anterior, vino el abandono. Comenzó a sentir que toda persona a su alrededor se alejaba y lo apartaba predeterminadamente por cosas que consideraban más importantes. Y así, él, los imitó. Se abandonó a si mismo. Y no entiendan por esto que el no notó lo que hacía, al contrario, él pensó que lograría un cambio, pues anteriormente no se interesaba por si mismo sino por su alrededor. Así cayó en necesidad de alguien que no le abandonase.


Siguiendo el trazo de lo anterior vino a él la, a veces, destructiva esperanza. Nuevas luces brillaron en su camino. Fueron tres. Se sintió acompañado, alguien le acudía y le necesitaba por igual. Sintió entonces el beso del enamoramiento, la amistad y la inocencia. Pero lentamente, esas luces se tornaron más oscuras, hasta que resultaron ser solo retazos de ilusión completamente destrozada. Así, el enamoramiento mostró que solo existía por arte del error, la amistad por maña de la mentira, y finalmente la inocencia por medida de comprensión. El tiempo lo había asesinado. Una vez más.


Consecuentemente, nuestro conocido protagónico, cayó en brazos de la humilde tristeza. Una vez más, este sentimiento alusivo a la desgracia, había mostrado que la vivencia de este era todo el porqué de la vida del individuo. Y el individuo, adicto al sentir y al llorar, se dejó conmover por la destrucción que su alrededor le causó. La tristeza lo invadió y lo consumió para darse cuenta de que la ilusoria imagen de la felicidad era solo una farsa más en el camino torcido de la verdad.


Afligido por la infinita tristeza, acudió al odio. Si bien, la desgracia del susodicho no era suficiente, miró con ojos de odio todo lo que a su alrededor se erguía. Sintió el oscuro encarnamiento del demonio que este sentimiento representa, dentro de si. Y rindiose ante la fuerza de luz que le ofrecía el despreciado. Tornó su camino apartado de todo trayecto que la luz y comprensión humana tocan, y así fingió ser uno más.


Su sonrisa se volvió macabra, la desgracia ahora ya no parecía desgracia sino que le alimentaba con fuerzas para seguir con el camino en declive. Así comenzó la negación de su propia existencia. Se preguntó la razón real de su existencia, el objetivo aún aparente de su vida, de su fatal destino. Encontró que ayudar a otros no era lo que deseaba ahora. Leyó, en algún lugar, un mensaje de libertad, que le dio una idea para luchar, otra vez, contra su destino.


Tras encontrarse odiando todo dentro y fuera de si mismo, sintió la soledad. Notó que nadie le acompañaba, que a pesar de todo, podía ver verdades oscuras en las sonrisas de todos. Y así se odió por estar solo. Lo único que los mensajes en su vida le mostraron fue el odio eterno que se había tenido a él y a si mismo. La soledad le consumió y decidió que vivir era banal, y que la muerte sería el cambio que necesitaba. Pero estaba tan convencido por la oscuridad, tan poseído por el odio y por la tristeza, que lo que la soledad le sugirió no fue la muerte, no fue el suicidio. La soledad le sugirió desaparecer.


Así, y ya habiendo encontrado todas las causas de su decisión, pasemos concretamente a su decisión.


Aquí es donde su humilde narrador toma lugar en la anécdota. Desperado por la inconciencia, y consumido por la euforia que la decepción le producía, acudió a mí en búsqueda de un sabio e inteligente consejo que le ayudase a ver las cosas más fríamente, pues se había dejado llevar por sus sentimientos por demasiado tiempo.


No reparé en lo que le sucedía realmente, así que le aconsejé hacer lo que creyese correcto. Esa parte de la culpa es completamente mía, pero a los demás responsables no se les olvide también aceptar su parte de la culpa.


Tras haberle sugerido dicha opción, me explicó que su decisión había sido tomada y que lo que haría sería lo siguiente: 1) Huir de la vida sin necesidad de encontrar la muerte. 2) Esconderse hasta que su destino no tuviese que ser cumplido. 3) Desaparecer sin ser notado. (Para esto último yo acudí en su ayuda)


Antes de desaparecer, dejó su mensaje de libertad en un lugar arriba de todo mensaje, en donde pudiese ser encontrado por cualquier persona. Es, en cierto modo, su despedida.


Ya explicada la fatídica decisión del sujeto en cuestión, expliquemos lo que, a mi modo de ver y a mi alcance de visión (que es muy limitado), ha sucedido por su ausencia.


Lo primero es que ha decepcionado a varias personas. Las ha llevado a desconcierto y a tristeza aparente. La verdad es una: yo no conozco a muchas de estas personas, pero he notado bien los dejos de tristeza que me muestran.


Creo, y tengo esperanza de que no sea así, que esta persona ha encontrado algo más placentero en aquel otro lugar al que ha ido, y que por esto no desea, por ningún motivo, regresar.


Comienzo a “preocuparme”, si es que eso es posible, por su salud mental, pues siendo alguien a quien conozco tan bien, se que ese no es su comportamiento habitual.


He notado que la gente nota su ausencia, pero nadie sabe que en realidad está ausente, con lo cual confirmo que su sentimiento de abandono era acertado. Solo creen que algo no está bien, pero no se preocupan por saber que es.


El tiempo en el cual ha estado ausente, no ha dado indicios de existencia ni señales de vida, temo por su integridad…


Espero vuelva.


7 de septiembre de 2008

El Rechinar De Mi Silla…

Si les llega a parecer extraño, no es por otra cosa si no porque está violentamente extraño… Pero esto demuestra que están todos locos… Pero ¿Quién no es extraño?

En fin… Si no le entienden, recomiendo leerlo otra vez… Si después de haberlo leído noventa y dos punto tres veces no le entienden, es porque es una imbecilidad leer este texto tantas veces…

Hacía mucho que no publicaba y quedó rarísimo… Pero así es la vida: rara.

No saben las ganas que me dan de poner preguntas en este texto…

Todas las fotos las tomé yo.

Era en conmemoración a las 2000 visitas a mi blog, pero se me atrasó un poco…

Agradecimientos especiales a ESA pared de mi cuarto, a mi pierna izquierda y por supuesto, no podía faltar, a mi silla y su rechinar, por inspirarme a escribir este… lo que sea que sea…

Bien… disfruten… Si pueden…




El Rechinar De Mi Silla…







1.1 El mundo acoplándose a la sonrisa del nuevo individuo, aquél que ha venido desde las tierras del más allá para tener su venganza sobre los que lo asesinaron, sin saber estos que el primero existe.






Clamaba desde las superficies del etéreo.

-¿Qué ha pasado contigo? Amigo…

No obteniendo una respuesta, tornaba oscuros sus deseos.



Y escuchando la sólida melodía, el sofá parece acomodarse en las tiernas posaderas de su hijo. Y bien este escucha, tal y como el sofá lo hace, todos los ritmos y sonidos que en el encanto de la composición yacen.



La sonrisa malhechora reflejada en la copa de vidrio soplado. La luna, junto con el viento, acecha en la fría oscuridad. Un raudo y sagaz corte. El sofá escurriendo plasma. La venganza del nuevo individuo ha comenzado.



4 El sueño de anoche.






Anoche tuve un sueño…

Soñé que estábamos sentados en la sala de tu casa. Y entonces me decías que tu perro se había escapado. Yo se que no tienes perro. Así que preguntaba ¿Cuál perro? Entonces alguien abría la puerta principal. No se quien era, pues antes de que pudiera ver siquiera un rostro, desperté. No entiendo ese sueño. No se porque lo tuve.



Anoche creí tener un sueño.

Soñaba que estaba tirado inconsolable en mi cama, mientras cientos de perladas lágrimas corrían por mis mejillas. Lloraba por ti. Lloraba porque ya no estas aquí. Pero, cuando me desperté, me di cuenta de que no había sido un sueño, pues estaba despierto.



Soñé ayer contigo.

Soñé que estábamos desnudos frente a frente. Y que luego íbamos a la cama otra vez. Fue un sueño realmente hermoso. Todo estaba lleno de sentimientos purificadores. Tan fina tu piel como los pétalos de las rosas. Cuando desperté recordé todo lo que siento por ti.



Anoche tuve un sueño en el que tu estabas allí.

Soñé con ese árbol y con el cristalino cielo. Soñé con aquel día en el aeropuerto en el cual no estabas allí para entenderme. Y entonces el árbol aparecía en medio del aeropuerto, y me decía con tu voz: “Busca los polígonos”. Y después desperté. ¿Por qué tuve ese sueño?



Anoche, tuve un sueño sobre ti.

Soñé que estabas muriendo otra vez… soñé que corría a ayudarte, pero la bala en tu corazón ya te había matado. Me daba cuenta entonces de que no quería hacer nada que no fuese estar a tu lado, incluso aunque solo fuese tu cadáver.



Ayer, creí haber soñado.

Creí soñar que me decías adiós con un beso, y que luego te acompañaba a la puerta para verte subir al taxi. Después miraba las llantas girar hacia atrás y llevarte hacia el abismo de mis dolencias. Luego creí despertar.



Anoche tuve un sueño que trataba de ti.

Soñé que estabas sentado frente a tu computadora tratando de escribir, pensando en porqué no lo habías logrado hacer desde hacía tanto tiempo. Luego comenzabas a soñar y de allí tomabas las palabras. Pero luego despertaste… ¿O fue antes?



Ayer, te vi en mi sueño.

Soñé que estábamos sentados en una banca de la escuela. Y que entonces alguien decía tu nombre sin decirlo. Tú volteabas pero nadie estaba allí. Solo estabas tú, sin mí. Yo te había abandonado.



Anoche estabas en mis sueños.

Soñé que yo estaba atrapado en esa habitación llena de libros, sin saber la respuesta al malévolo acertijo que me habías puesto, y entonces tu te me presentabas por medio del espejo, haciendo la figura que me daría la respuesta, pero yo enloquecía, y trataba de suicidarme… No recuerdo si lo lograba… Pero eso no fue un sueño… ¿O si lo fue?



Anoche yo no soñé contigo.

No soñé con que estabas, allí, de pie en el corredor del hospital. Ni tampoco que te apuntaba con mi arma y te disparaba en el pecho. No soñé que veía tu sangre escapar al tiempo que veía tu vida acabar, ni que después de ello huía del lugar.



Anoche quise soñar contigo.

Quise soñar que me decías lo que querías decirme y no lo que tenías que decirme. Quise soñar con tenerte y no soltarte, quise soñar hablarte con la verdad y que aún así me quisieras. Anoche quise soñar con amarte. Pero soñé con que no lo lograba.



Anoche soñé con un sueño.

Soñé que soñaba sueños… que no los soñaba y que los quería soñar… Soñé con personas y con lugares… soñé con sucesos y con tiempos. Soñé con sentimientos. Anoche soñé que te soñaba a ti, a ti y a ti, y también a ti y a ti, y ¿por qué no? también a ti.



Hoy, en cambio, soñé que encontraba la respuesta a esos sueños. Soñé con que todas mis preguntas se aclaraban y ya no tenía más de esos sueños soñadores. Soñé que la respuesta eras tú. Pero ¿Quién eres tú?



¿Fue solo un sueño?



1.2 El frío y sombrío rostro de la hoja de su navaja, que a su vez es su plácida herramienta, con la que encuentra su venganza.






Y así, entre los bordes del cristal, asoma su mirada aterrorizante. Sabe lo que debe y tiene lo que quiere.



Ella lava sin problemas, es de día, ya la tormenta ha cesado. Ah, pero ¿Quién ha sido quien encontró la cabeza del niño en la sala?

No ella. No él. El niño no fue encontrado.



Dos pasos entrecomillados para aparentar el ritmo que el sol da. Y así entre tendederos, escobas y mujeres de mármol, el nuevo individuo aparece ante la trabajadora.



Dos pinchazos entrecomillados para aparentar el ritmo que la muerte da. Ella queda ciega y accidentalmente del noveno piso cae. Toda una tragedia familiar.



0 El raudal de mis pasos.






¿No debería ser realmente el raudal de mis lágrimas?



.odis eseibuh ísa ,ísa ereuf is ,oN



Ah… entonces todo se aclara.

Son mis pasos entonces los que abundan.

¿Y mis palabras?



!álla roP¡



Bien…

Ya puedo verlas…

Casi puedo tocarlas…

Y saborearlas…

Y tentarlas a vivir una noche entre mi piel y mis huesos.




¿No sería fantástico tener algo así?



.odatlaf nah et acnun sarbalap saL



No me refiero a ello, sino a su hermoso cuerpo.



…radud nis osomreH

…ose ed atart es on otse …sedivlo on eroP



Creí que habías dicho que disfrutara la noche…

Y si eso no es disfrutar, ¿Qué lo es?



…sacsub ut euq ol se on allE

…sotneimitnes soredadrev sut ed rapacse ed satart olos



¿Porqué sigues llamándolo ella?

Es un eso. Es más un él que un ella.



.ísa alramall a etsañesne em úT

…ose nu euf acnun it arap ,sámedA



¡No sabes lo que dices!

Eres solo mi inconciente.



…ragul orto ne odimrod atse etneicnocni lE



Entonces dime.

¡Dime quien eres!




…oy oredadrev ut ,út yoS



Ahora lo entiendo…

Y es por eso que caminas conmigo haciendo el raudal de mis pasos…

¿No?



.oN



¡Basta, eres sólo un cero a la izquierda!



…odot etse ed aicnese al yos oreP



Tú solo eres…

Un cero…



…orec un



1.3 El sombrero que dejó, tras haber cumplido con su venganza.






Es entonces cuando el nuevo individuo acerca su mirada al buen lector. Su venganza en él quiere cernir. Y entonces se quita el sombrero para reverenciar la fuete de su ansia por venganza.



Acerca la navaja y apuñala sin cesar. Una y otra vez sin dejar de acabar. El lector siente entonces las palabras fluir desde sus adentros hacia sus afueras y viceversa. Ya todo lo que tuvo ha sido olvidado y presenciado, nunca estuvo solo. Ya no sabe si lo que lee es verdad o es la cruel fatiga del mentir. Lo cierto es que el nuevo individuo ha triunfado.



El dolor en la nuca del lector lo hace sangrar. Su hijo y su esposa lo han dejado. Recuerda lo que ha hecho y ha dejado olvidado. Mira el sombrero que antes del apuñalamiento substancial ha colocado. El nuevo individuo, a él mismo se ha asesinado.



12.H96,T La camisa de la ardilla.






Siento las piernas ya dormidas…

Estoy excitado por nuestro encuentro…

Ya no quiero esperar ni un segundo más a que salgas…

Y si tardas mucho más, iré por ti…



Estoy sentado en el lecho de la torcedumbre…

Donde aquel pecado ya en dos ocasiones realizamos…

Sabes bien que quiero, como tú, hacerlo…

Pero temo por mi vida al saber de esto…



Y entonces es cuando sales provocando ansias en mí.

¿De donde has sacado esa serpiente?

Te acercas y veo tu mirada ferviente.

La serpiente salta sobre mí, pero no me ataca, me acaricia.



Viajado, ya ha, por cada extensión de mi cuerpo…

Desde mi muñeca izquierda hasta mi hígado…

Y el escalofrío me paraliza…

Me ha mordido, me has matado…



Nuestros cuerpos entonces se entrelazan…

No se si muero o te estoy matando…

Quiero sentir tu lengua en mis manos…

Quiero arrancar tus dedos de su sitio…



Rompo tu sonrisa y apuñalo la libertad.

¿Qué has dicho? Me he quedado mudo.

Todo progresa, todo avanza, todo termina.

Tú ya viniste… Y ya te has ido…



&/ Coles amaestradas.






Entonces frunce el entrecejo al ver las coles danzando ante su mirada.

Sorprendida, pregunta al hombre:

-¿Cuánto cuesta cada una?

A lo que el hombre, habiendo encontrado una clienta potencial responde:

-Hija mía, las coles amaestradas no están a la venta.

Entonces ella se acaricia el cabello mientras observa con atención los extraños movimientos de los vegetales.



-Esta usted loco. Debería venderlas, ganaría buen dinero.

-Mi trabajo me han costado, damita linda.

Contesta el hombre con un dejo de indignado.

-Yo pagaría una fortuna por tenerlas.

El hombre entiende que ha logrado lo buscado.

-¿Cuánto sería eso jovencita?



Ella se quita la roja boina y mira el callejón en el que están.

-Pues por ser de noche yo diría que cuestan más.

El hombre no entiende lo que la joven ha expresado.

-¿Quiere decir que de noche las cosas son mas caras?

Ella lo mira sonriendo macabramente y continúa.

-Para nada, buen hombre, sólo digo que de día sus coles no funcionan.

El hombre se sorprende, su secreto revelado. La chica ha dado en el clavo.

-¿Pero como lo has averiguado?

Cuestiona el hombre extasiado.

A lo que la señorita responde concluyendo con alegría.

-Esto es un sueño y no se duerme durante el día.



El abrazo de la sonrisa .98






¿De que color han tenido la cabellera mis amores?

No ha sido azul ni ha sido rojo…

¿Ha sido de algún color?

Pregúntenselo a mi último amor…



Locos por el mar.

¡Hay un cabello en tu rostro!

Hay un mar en tu ilusión…



Y si el mar está en tu ilusión, es porque es infinito tu sentir.

Entonces, si todo apunta a tu sentir, es porque estas muerto.



¡Caramba!

He olvidado el argumento principal de este texto…


.