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Memoriasencadenadas

7 de febrero de 2008

Borrando Huellas - Capítulo 8 - Mi Rapto

Mi Rapto

¿Qué pasó? –Dije abriendo lentamente los ojos mirando el estrellado cielo…

Erika te golpeó la nuca y te desmayaste, luego te subimos al carro y estamos acampando… ¿Recuerdas Algo de lo que pasó en la torre? –Dijo un hombre arrodillado junto a mí. Estaba oscuro y solo podía ver gracias a la vaga luz que venía de una fogata cercana. Me senté en la tierra.

Si… –Dije confundido y con gran dolor en la nuca. Había una mujer pelirroja sentada a unos metros comiendo algo de una lata junto a la fogata. Sentado junto a ella, un hombre clavo de estatura reducida, muy musculoso, también comiendo. –Lo recuerdo todo… -Dije sin reconocer el lugar.

Maldita sea ¡Lo sabia!... ¡Oye Remi! ¡Me debes doscientos, lo recuerda todo! –Gritó excitado el hombre.

¡Carajo! Erika… ¿Se puede preguntar como haces para dar en el punto exacto y con la fuerza exacta para que nunca olviden nada? –Preguntó el hombre que estaba sentado junto a la mujer. Que en ausencia de otra persona del sexo femenino, supuse era Erika.

Algo de precisión, practica y un pequeño toque femenino… -Dijo ella sonriendo.

Enséñame como hacerlo –Suplico el hombre a su lado.

Lo siento, ese es mi estilo y no te voy a dejar copiarlo. ¿Entonces ya se despertó?

Si. ¿Dónde está Leo? –Preguntó el hombre. Erika dejó la lata a un lado, se paró y se encaminó hacia mí.

Fue a orinar al bosque. –Dijo Erika al tiempo que se sentaba en la tierra. El otro hombre se paró y fue a comer junto a la fogata. Erika poseía una mirada severa que no había notado antes, y su voz ahora parecía mas ronca que madura. Estaba vestida con ropas color negro con gris al igual que los demás, solo que no había podido prestarles la atención suficiente en el momento en que me sacaron de la torre. Portaba dos pistolas de mango muy largo, como la que Zaro tenía, una en cada costado.

¿Dormiste bien? –Preguntó sarcásticamente.

Si… -Contesté sin mucho ánimo. -¿Quiénes son ustedes?

Tranquilo, somos el lado bueno –Contestó rápidamente.

¿Puedes caminar?

Creo que si

¿Disparar un arma?

Supongo

Perfecto. ¡¿Tienen sueño?! –Gritó volteando a ver a los dos hombres junto a la fogata.

Un poco –Respondió uno de los hombres, el otro solo siguió comiendo.

Pues no me importa. Empiecen a recoger, nos vamos.

¿Qué? ¿Por qué tan pronto? –Renegó el hombre calvo.

Porque yo digo.

¿Y Leo? –Preguntó el otro hombre

Bueno… -Dijo reflexiva. –Pueden seguir comiendo mientras llega, pero… ¿Saben que? Olvídenlo. –Añadió señalando entre los árboles a un hombre que venía caminando plácidamente por el bosque.

¿Qué? –Preguntó el hombre al llegar cerca de la fogata, pues todos lo estábamos mirando.

Bueno nenas, ahora si, recojan todo y vamos al coche. –Dijo Erika agresivamente.



¡Espera! –Exclamé al ver que todos se empezaban a mover.

¿Qué? –Preguntó Erika, nadie mas se inmutó, sino que comenzaron a recoger basura y comida.

Pues… no lo se… ¿Quiénes son ustedes? –Pregunté una vez mas.

Ah si, mira: El calvito es Remi. El de lentes que acaba de llegar, es Leo. El otro es Romblunderk, pero le decimos Rom. Y yo soy Erika. –Dijo señalando a cada uno de los hombres.

Bueno, y ¿A dónde me llevan?

A una base de protección militar.

¿Y como llegue aquí? –Pregunté con ansias

Eh… Pues… Eso te lo van a explicar allá, alguien mas, no yo. Esa no es mi misión. –Dijo sin mirarme a los ojos pero muy segura de lo que decía.

No. Si quieres que valla con ustedes, me dirás. –Aclaré. En ese momento Erika me miro directamente a los ojos con una mirada asesina.

No, vendrás con nosotros y allá te lo explicaremos todo. –Dijo sin moverse ni un centímetro ni parpadear. Me percaté de que los demás estaban mirándonos.

Está bien. –Dije desviando la mirada. Todos se siguieron moviendo instantáneamente. Erika se quedo con la mirada clavada en mí durante largos segundos y después se giró. En ese momento, una de mis escurridizas manos tomó una de las pistolas en sus costados y le apunté. Ella se detuvo y me miro sobre el hombro.

Ya me harté de que me digan que hacer y que no hacer. Me trajeron aquí a fuerzas, y ahora me vas a explicar lo que yo te pregunte. –Le susurré.

Está bien. ¡Recojan todo y espérennos en el carro! No tardaremos mucho –Dijo a los demás sin aparente preocupación en la voz.



Caminamos un poco en el bosque, y muy cerca, bajo unas gigantescas rocas, había tres tiendas pequeñas, y no muy lejos estaba una camioneta militar pintada de camuflaje. Nos acercamos a las rocas y ella comenzó a recoger las tiendas.

¿Qué quieres saber? –Pregunto muy despreocupada.

Primero, ¿Dónde estamos? –Pregunté rápidamente.

Es un mundo distinto al que conoces.

¿Qué?

Un mundo diferente, alguien nos dijo que vendrías y nos enviaron a recogerte, pero tuvimos algo de problemas con la ubicación. Gracias a Dios llegamos a tiempo. –Dijo sin mirarme mientras recogía la primera tienda. La idea no se concebía en mi mente. Era algo incomprensible.

¿Cómo que otro mundo?

Mmm… ¿Cómo lo entenderás? Como… Otra dimensión. Como un mundo paralelo al que conoces.

¿Cómo llegué?

Pues, para ser sincera, eso es física, y yo repruebo esa materia todo el tiempo.

¿Física? –Pregunté atónito.

Si, algo de la luz y los átomos y la electricidad y puertas dimensionales… Nunca lo entendí muy bien. –Aún mi mente no concebía esa información. Era algo que no le sucedía a cualquier persona todos los días.

Son tres tiendas, y ustedes son cuatro…

Yo duermo en el coche. Es mas cómodo que la tierra, y tengo prestigio por ser mujer. –Dijo sonriendo.

Y ¿Qué son ustedes? ¿Una especie de equipo de rescate?

En parte, somos un equipo táctico de recuperación. Casi siempre somos enviados a buscar objetos en muchas partes. Y te tocaba ser recogido.

Vi una cosa… que volaba… Negra y que mataba muy feo…

Un espectro de sombra. Eso no se explicarlo, solo sé que es una sombra. Y nosotros estamos en guerra contra ellos…

Pero yo solo vi una de esas cosas, los demás eran humanos comunes.

Es que eso era un espectro de sombra. Una sombra que ha mutado en algo diferente. Las sombras tienen el mismo aspecto que tu y yo.

Y si esas son sombras, ¿Tu que eres?

Ah… -Suspiró y volteó a verme. Sostuve el arma apuntándola, aún con mas fuerza. –Soy un corazón de luz…

¿Corazón de luz?

Es una raza. Tú eres humano, creo. –Terminó de recoger la primera tienda y caminamos hacia la segunda.

¿Por qué no recuerdo nada de mi vida o mi nombre, mi familia, ni nada de eso?

No lo se, pero a todos nos pasa. A mi me pasó la primera vez que vine.

¿Quién es Zaro? –Pregunté después de unos segundos de pensar en lo anterior.

Caos, es una sombra, eso creo, ha estado causando algunos problemas en los últimos días. –Dijo después de suspirar.

¿Y por qué me quería a mi? –Pregunté buscando la mirada de Erika, pero esta estaba muy concentrada en recoger las tiendas.

Ni idea, pero supongo que eso te lo dijo a ti ¿No? –No quise pensar al respecto, ni sobre la muerte de Nauru, ni la espada, ni nada relacionado con la torre. –Mira, todas estas cosas te las puedo decir cuando sea, pero solo necesito que no estén los demás, pues dos de ellos no saben de esto, y Leo quiere mantener un perfil bajo, así que mejor ayúdame con la tienda de allá. –Dijo señalando la tienda faltante. Era ilógico que una persona siendo amenazada con un arma, estuviera tan tranquila como para hablarle de ese modo a su amenazante. Baje la mirada hacia el arma sin entender lo que sucedía. –Tiene puesto el seguro, y tampoco tiene balas, las tengo en el bolsillo –Comentó ella una fracción de segundo después de ver mi reacción. Luego tomó el arma y la volvió a colocar en el cinturón que traía. – ¿Me ayudas o que?



Recogimos la tienda restante y la llevamos desarmada junto con las otras dos a la camioneta, donde los otros cuatro individuos esperaban. La camioneta de colores verdes y negro, no tenía ni puertas ni techo. También tenía colgada detrás una llanta de refacción y muchos faros en la parte delantera. Muy parecida a los clásicos Jeep usados en la guerra, excepto por el hecho de que no era Jeep, sino una SUV modificada.



Ya estaba muy oscuro. “Será mas difícil que nos vean” dijo Erika, sin embargo, yo tenía la certeza de que chocaríamos contra algo. Me dieron un rifle de asalto, o metralleta (como yo la conocía en aquel entonces) y partimos muy lentamente para evitar los árboles.



Una vez que salimos al desierto que compartía territorio con el bosque, Leo aceleró y pude ver la torre muy lejos de allí. Parecía brillar incluso en medio de la oscuridad, como un foco que no solo expandía su luz, sino que parecía engullirse la oscuridad circundante.



Fue un camino calmado en medio de la oscuridad. Nos guiábamos con una brújula hacia el sur. Y el desierto parecía ser eterno incluso a la elevada velocidad a la que íbamos. A algunas horas de camino, nos detuvimos en un oasis para recoger agua. Luego seguimos… Poco tiempo después de ello, Morfeo me tomo entre sus brazos y quedé en un estado de sueño muy incomodo, pues me despertaba cada minuto para revisar que nadie me estuviese asesinando. Los demás, que viajaban en completo silencio, parecían entrenados para no dormir y estar en un completo estado de alerta todo el tiempo.



Me despertaron al amanecer. El vehiculo no había parado desde el oasis, y aún lo único a la vista era arena.

–Agarra bien tu arma chico, mas adelante la tendrás que usar. –Advirtió Remi conduciendo con una mano y sosteniendo un rifle con la otra. A lo lejos divisé pequeñas manchas que parecían muchas ser personas que se acercaban a nosotros entre las nubes de arena que se levantaban con el viento. Todos tomaron sus ametralladoras y les apuntaron.



En pocos segundos estaban lo suficientemente cerca para acertar un disparo. Pero todos bajaron sus armas al ver que los individuos no tenían intenciones de atacarnos, ni siquiera poseían algo que pudiera ser usado como arma. Al contrario, pedían ayuda. Eran solo mujeres y niños, algunos con abundantes ropas que les cubrían desde la cabeza hasta las puntas de los pies solo dejando al descubierto sus caras, otros mas completamente desnudos. Pero todos gemían y gritaban por igual.



Al acercarnos, Leo, que conducía, bajó drásticamente la velocidad para evitar pasar las ruedas sobre alguno de ellos. Muchos nos ignoraron al pasar, otros en cambio luchaban por montarse en el auto, y Remi, Erika, Leo y Rom, evitaban que estos subieran, ya fuese amenazándolos con las armas, empujándolos o hasta golpeándolos. Todas las personas de allí parecían estar desesperadas caminando sin ningún rumbo.



Luego comencé a fijarme mejor. Muchas de las mujeres que se acercaban, estaban sangrando de las manos y de la cara, o eso era lo que se alcanzaba a ver por las abundantes ropas, y también la arena estaba repleta de sangre. Llagados por todas partes, algunos no se movían ni siquiera, tirados en la arena; otros más, daban la apariencia de estar muertos en vida. Yo hubiera dicho que padecían de una enfermedad tan contagiosa como la lepra, pero no todos tenían la enfermedad, había algunos que no mostraban heridas, y solo permanecían en un estado catatónico; otros parecían completamente locos; y había otros que estaban, con certeza, muertos.



Salimos en unos minutos de allí y Leo volvió a acelerar.

– ¿Cuánto tiempo falta para llegar? –Pregunté insultando al sol dentro de mi mente por el extenuante calor que me hacía pasar en esos momentos.

¿A esta velocidad? Un día, quizá mas… -Respondió Leo

¿¡Qué!? ¿¡Un día!? –Pregunté algo molesto

Dependiendo de cómo estén las dunas mas adelante, donde sí hay dunas. –Dijo Erika sin mirarme. Me quedé en silencio otro rato mas, hasta que mi estomago emitió un rugido…

Ah… Muero de hambre… -Comenté agarrándome la panza.

Hay comida en la maleta verde –Dijo Rom señalando una de las maletas –solo que estará fría.

No importa… –Dije antes de tomar la mochila y hurgar en ella. Lo único que encontré, que no necesitaba ser calentado para ser consumible o que no necesitaba de un abrelatas para comerse, fueron unas bolsas de frituras, las cuales abrí y comí en silencio; no eran muy buenas, pero eran comida. Ninguna de las otras cuatro personas me pidió una sola… Eran las personas mas extrañas que había conocido en mi vida. Guardaban silencio todo el tiempo y estaban atentos a todo, nunca bostezaban, a pesar de no haber dormido en toda la noche, no hacían nada exceptuando mirar por la ventana atentos con arma en mano.



–Leo, veo un carro allá adelante. –Dijo Erika. Leo frenó el auto violentamente, puso una rodilla derecha en el asiento y el pie izquierdo en el piso del carro, tomo fuertemente su rifle, y sin siquiera tomarse el tiempo de apuntar, disparó. Apenas mi mirada se había centrado en el auto que muy lejos por delante se movía, y este perdió el control y volcó. Pocas personas salieron del automóvil, y Leo, al igual que la última vez: sin apuntar, acertó una bala en un individuo, luego en otro y en otro último también.



Después de acercarnos al auto, Erika bajó de la camioneta.

–Remi viene conmigo, los demás abran los ojos por si alguien viene. –Indicó Erika. Ambos fueron cuidadosos hacia el auto, los demás nos quedamos en la camioneta “vigilando” que nadie se acercara, pero yo no pude fijarme en otra cosa que no fuesen los cadáveres cercanos. Todos tenían el balazo en la cabeza, y había pedacitos de encéfalo cerca de uno de los cadáveres. Era increíble la forma en que sin apuntar, Leo había acertado 3 tiros a la cabeza a muchísima distancia.

Remi y Erika volvieron rápidamente y subieron al vehiculo.

–Nos van a seguir, había un localizador. Cuando los encuentren aquí, nos van a buscar. Esperemos que no sea pronto. –Comentó Remi mientras subía al auto.

– ¡Vámonos! –Ordenó Erika.


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1 Comentarios/Memorias:

Soiral dijo...

REALMENTE MUY BUEN ESCRITO... ME HAS DEJADO CON LA INTRIGA DE QUE PASARA.... ESPERO CON ANSIAS LOS SIGUIENTES CAPITULOS =)