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Memoriasencadenadas

14 de julio de 2008

Cielos De Mermelada

Quince eternas páginas de Word… Un poquito largo, debo admitir, pero… me satisfizo bastante. Espero que les guste, y no se preocupen, habrá pocas preguntas. Finalmente Marmalade Skies.



Cielos De Mermelada







I. Entrada

“¿Quién eres?”
-¿Quieres saber quien soy?
“Si”
-Cierra los ojos…


II. Llegada

La oscuridad rodeó rápidamente su alrededor como una ablución repentina, sintió el frío beso del metal en su espalda y abrió los ojos.

Lo único que vislumbró fueron nubes oscurecidas y pequeñas partículas blancas cayendo en su rostro. Tosió y se incorporó de un salto. Sintió sus ropas mojadas, estaban completamente raídas y sucias. Buscó algún signo de vida, o algo que le indicara su ubicación, y lo único que descubrió fueron árboles y nieve hasta donde la vista alcanzaba. Bajo sus pies una placa de metal abollada y quemada. Supuso que el metal debía provenir de algún sitio cercano y se propuso buscar ese lugar en donde quizá el frío no le quemaría la piel tan descaradamente mientras se preguntaba “¿Donde estoy?”



III. El primer fuego


Se aferró fuertemente a la llave inglesa entre sus manos y se decidió a cruzar el pasillo repleto de fuerte oscuridad que no era penetrada por la incandescente luz que el solitario foco de cien watts, que se balanceaba sobre su cabeza, proveía. Una gota de sudor recorrió su frente. Trago saliva y comenzó a caminar.

Un mal presentimiento lo detuvo.

Su mano derecha reaccionó antes que su cerebro. Levanto la llave inglesa parando en seco el golpe proveniente del escondrijo a su derecha. El agudo filo de la espada que detuvo hizo un arañazo en la llave. Retrocedió listo para recibir con la llave los siguientes impactos, que no tardaron en venir.

Respondió tres impactos mortíferos antes de poder ver el hipnotizante y curvilíneo cuerpo de su atacante, que llevaba poca y ajustada ropa.

-Maestro. –Exclamó vacilante la joven. Luego bajó su arma, la colocó en suelo frente a ella y lo reverenció. Un nudo de compleja confusión se apretó en su mente.

-¿Porque me llamaste así? –Preguntó con voz ronca y muy baja después de un momento de silencio viendo a la joven aún en su pose de reverencia, pensando que esta conocía algo de él, aunque fuese su cara.

-Es obvio que usted posee muy superiores conocimientos en la búsqueda del fuego. ¿No es usted un maestro? –Preguntó alzando la cabeza y mirándolo directamente a la cara con unos extraños ojos color miel de contorno rojizo.

-No… No soy maestro de nadie. –Dijo con cuidado mirando atentamente los ojos de la joven, tratando vanamente de averiguar sus pensamientos y predecir así algún movimiento peligroso.

El frío no dejaba de azotar su cuerpo, y podía claramente escuchar como el viento hacía eco desde la entrada del poco iluminado recinto. La joven parecía muy calmada y segura de si misma. Recordó los antiguos días en los cuales era capaz no solo de saber cuando estaba en inminente peligro sino también de anticipar las reacciones de sus atacantes para así evitarlas e incluso confundir a sus oponentes.

-Entonces debo decir que estoy pasmada de su impresionante habilidad de supervivencia. Llegar hasta acá con solo una llave inglesa debe ser bastante difícil. –Reconoció la joven con un tono desafiante.

-Lo fue –Admitió él ya habiendo adivinado su siguiente movimiento. Empuñó fuertemente la llave en su mano derecha, entrecerró los ojos y añadió: –Y dime… ¿Por qué no eliminaste a los molestos guardias de la entrada?

Como esperaba, ella tomo el arma del suelo y atacó sus piernas, pero él saltó antes y propinó un tremendo golpe con la llave en la sien de la joven haciéndola caer boca arriba.

El movimiento le trajo el dulce aroma de su atacante hasta su nariz.

-Hueles a durazno –Dijo lentamente sorprendido.

Ella hizo un movimiento rápido lanzándole su espada. Él dejó caer la llave inglesa, se hizo a un lado y tomó la espada por el mango mientras esta viajaba por el aire. Entonces pudo ver el arma con tranquilidad. Era una hoja recta muy afilada de mas o menos un metro de largo, brillante y plateada con un filo excepcional y un grabado en una lengua desconocida. Luego admiró el hermoso mango dorado con dos dragones medievales grabados en él. La espada resultaba un poco grande para la joven que la blandía, pero esta había mostrado tener capacidades para usarla.

Miró su rostro reflejado en la muy pulida hoja y luego miró a la joven.

-Mereces el fuego más que yo. –Gruñó la joven. –Tómalo entes de que me arrepienta.



IV. Encuentro


-Ahora que tenemos el primer fuego, necesitamos los otros dos para abrir la puerta. –Comentó un hombre de rojo sentado a la cabecera de la mesa para ocho personas.

-¿Sabes lo difícil que fue conseguir el primero? –Exclamó la joven de la espada grabada con dragones poniéndose de pie.

-Por supuesto que lo se. Y no pudiste conseguirlo Amia. Corrimos con la suerte de que quien sí lo obtuvo se nos uniera. –Contestó sentencioso el hombre de rojo también poniéndose de pie. –Toma asiento Amia.

Amia obedeció refunfuñando.

El salón de conferencias estaba a su máxima expresión aquel día. Los ocho integrantes del concejo habían acudido a la reunión en donde se presentaría al hombre que recuperó el primer fuego y por supuesto al primer fuego.

-Es esencial, para nuestro progreso en la búsqueda de los fuegos, que personas como Siro se unan a nuestra causa.

Siro se sonrojó un poco y miró hacia abajo. Sentía las miradas de todos los miembros del concejo en su rostro y no quería que ninguno de ellos, que eran grandes sabios o buscadores expertos, se diese cuenta que ese no era su nombre solo por la expresión en su rostro.

Se armó de valor y elevó la vista sabiendo lo difícil que era que cualquiera de esas curiosas o severas miradas intuyera algo sobre él tan rápidamente. Elevó la mirada, pero en lugar de ver a los miembros del concejo, su vista se desvió a un joven que estaba caminando fuera del salón y que tao su rostro y aceleró el paso en cuento se dio cuenta de que Siro lo miraba.

Siro sintió ese aire de conocimiento hacia el joven y sintió haber identificado la presencia de este.

-Disculpen –Interrumpió Siro caminando hacia la puerta. Todos los presentes lo miraron extrañados, pudo ver un gesto de desaprobación en la cara de Amia antes de pasar junto a ella.

Salió y vio al joven dándole la espalda hablando con un guardia.

-¡Oye tu! –Dijo después de vacilar un momento. No sabía si decir su nombre o no. El joven y el guardia voltearon. Entonces Siro pudo ver los ojos del joven y reconocerlo.

-¿Qué estas haciendo aquí? –Preguntó viendo sus ojos a lo lejos. El joven se giró, esquivó al guardia y corrió. Siro lo persiguió instantáneamente pasando casi sobre el guardia. Le gritó que se detuviera, pero el joven no obedeció. Viró a la derecha en un pasillo que le introducía en la gran mansión. Siro viró también y lo encontró en el suelo frente a Roque y muchos papeles volando en el aire. Al parecer había impactado con Roque y todos sus papeles habían salido volando por los aires.

-¿Cuál es la prisa joven Flavio? –Preguntó Roque riendo de la impresión, en lugar de enfadarse con ese carácter de bonachón que siempre mostraba. El joven trató de levantarse y huir, pero Siro lo agarró del brazo y lo puso de pie frente a él.

-¿Qué demonios estas haciendo TÚ aquí? –Exclamó Siro escupiendo en la cara de Flavio.

-Pero no hay porque enfadarse Siro, solo me… -Empezó Roque

-Él no tiene que estar aquí Roque. –Dijo Siro seriamente. La cara de Roque se enserió repentinamente y ese aire paranoico que solía llegarle afloró.

-¿Es un espía? –Indagó Roque.

-¡No! –Dijeron Siro y Flavio al unísono. Siro miro a Roque y luego a Flavio que tenía cara de desear no estar allí. Luego regresó a Roque y vio esa graciosa mueca que su cara hacía cuando estaba enojado en la que su labio inferior era cubierto por el superior arrugando toda la cara, solo que en esta ocasión en lugar de parecerle graciosa, le pareció molesta. Luego miró de vuelta a Flavio.

-¡Te advertí que no vinieras! –Gritó furioso Siro

-Pero yo quería venir. Soy libre de hacer lo que quiero ¿No? –Inquirió Flavio.

-¡No sabes de lo que hablas, es muy peligroso para ti venir hasta acá!

-Y seguramente no lo es para ti… -Devolvió Flavio

-Yo se lo que hago –Exclamó Siro.

-Y yo seguramente no lo se. –Soltó con sarcasmo.

-Tú…

-¿Yo que?

-Tu… -Siro miró detrás suyo y vio a los miembros del concejo. Todos estaban impresionados. Seguramente el ver a un nuevo miembro de la organización salir de su presentación interrumpiendo la ceremonia para detener a un joven desconocido y armar un griterío en un pasillo, no causaba la mejor impresión. Pero realmente no le importó, le importaba más el porque de la presencia de Flavio.

-Siro, ¿Conoces a este joven? –Indagó uno de los miembros del concejo.

-Si… -Dijo pensativo. –Es mi hermano –Mintió. Luego miró a Flavio a los ojos y este devolvió la mirada. Fue una mirada que transmitió un “Sígueme la corriente” telepático. Miró a su alrededor y vio una puerta. Se dirigió hacia ella tirando de Flavio del brazo. Abrió la puerta y vio una habitación simple, amplia pero simple. Una cama con colcha blanca, un buró, un tocador y una mesa con cuatro sillas junto a la ventana. Cerró la puerta tras jalar a Flavio dentro.

-No tienes derecho a decirme que hacer –Exclamó Flavio.

-Te pedí que no vinieras

-Yo decidí que quería venir –Dijo sentándose en una silla.

-¡No entiendes lo que estas haciendo!

-¡Si lo entiendo! Y si no lo entiendo ¿Por qué no me dejas averiguarlo?

-Es muy peligroso para ti estar en lugares así –Explicó Siro.

-Ya no me digas eso. Se cuidarme solo.

-¡No es cierto! Siempre he estado a tus espaldas cuidando que nada malo te pase, y aquí no puedo hacer lo mismo.

-¡Tú nunca quisiste decirme la verdad sobre este lugar! ¡Quise averiguarla por mi cuenta! No eres mi padre para decirme que hacer. Y que tú no hayas tenido uno no significa que puedes pretender ser el mío. –Espetó Flavio. Sus palabras hicieron eco en la habitación y en la mente de Siro.

-Tienes razón –Soltó después de unos momentos sentándose frente a Flavio. –Es probable que lo haga porque no haya tenido un padre para protegerme. Pero aun así lo hago por tu bien. Perdón por intentar retenerte…

-No. –Interrumpió Flavio –Soy yo quien…

El ambiente de tensión repentinamente se calmó. El aire sopló por la ventana moviendo la cortina y acariciando la cara de Siro, éste respiró hondo y siguió escuchando.

-No lo se… Tu siempre… -Balbuceó Flavio –Pareces tan… interesante… y sabes tantas cosas… siempre he pensado que todo lo aprendiste en lugares alejados de aquel en el que nosotros vivimos. Y quería… saber que era vivir eso. Conocer más y que algunas personas reaccionen instantáneamente ante unas pocas palabras. –Media sonrisa se dibujó en su cara. –Y saber… que… Digo… que no seas el único que tenga que pasar por esto.

Siro pensó que era ya tarde para hacer algo que le impidiera a Flavio estar allí y convivir en nuevos ambientes que aunque peligrosos, le enseñarían mucho. Se planteo hacerse a la idea de lo que pasaría si Flavio tomara estadía en aquel lugar. Luego un repentino escalofrío recorrió su columna pensando en que haría si muriera ¿Cómo lo explicaría? Decidió que era mejor no pensar en ello.

-Gracias… -Accedió Siro. Y vio a este sonreír y bajar la cabeza. –Así que… ¿Flavio?

-¿Siro? –Contestó

-Siro suena mas… no tan raro…Pero ¿Flavio?

-Oye déjame, no se me ocurrió nada mejor. –Dijo Flavio sonriendo al igual que Siro.

-Y ¿Qué es lo que estás haciendo aquí? –Preguntó Siro cortando la conversación. –Es decir… en la mansión…

-Si, si… Precisamente venía a tramitar los papeles para… una nueva identificación y… un permiso de portar objetos de defensa… -Dijo asintiendo con la cabeza orgulloso y mordiéndose el labio inferior. Lego miró por la ventana con aire soñador y soltó. –Se que no tiene mucho que ver pero… ¿Sabes que fue lo primero que imagine de este lugar cuando me contaste de el?

-¿Qué?

-El cielo… y era muy raro…

-¿Por qué? –Pregunto Siro extrañado.

-Era de mermelada…



V. El Tercer fuego


-Me acaban de informar sobre que el otro equipo ya recuperó el segundo fuego, lo cual hace este el tercero y último. –Anunció un hombre de apellido Kerrington que tenía los gruesos audífonos puestos frente a la radio del helicóptero.

-Es hora de que los hombres demuestren que tan superiores son de los niños. Esa cosa no dudará en matarlos, así que ustedes tampoco duden en matarla a ella.

Siro estaba ya de pié entre otros dos camaradas, esperando a que la orden fuera dada para salir del helicóptero, con su fusil de asalto cargado entre los brazos. El sudor recorría su frente y sentía las piernas ya muy cansadas. Una mezcla de emoción, rabia y miedo le corría por las venas a la vez que pensaba en el éxito del otro equipo. Todos los integrantes de su equipo eran desconocidos para él y lo único que tenía en común con ellos era el objetivo: recuperar el tercer fuego.

La orden fue dada y todos salieron rápidamente del transporte, solo para presenciar una enorme masa gris de extraña figura humana, de más de diez pisos de altura, tragándose a los aterrorizados transeúntes que trataban de huir de los edificios cercanos. No poseía un cuello o manos y pies definidos, tampoco poseía ojos, solo una boca, por donde introducía a las personas, a la mitad de su cuerpo y unos muy largos brazos y piernas. Sobre lo que parecía ser su cabeza, una pequeñísima flama blanca que despedía una luz que podría hacer que el cielo entero se iluminara en la más oscura de las noches.

Sin pensarlo, Siro comenzó a dispararle a la horrenda criatura.



VI. Los tres fuegos reunidos


Allí. Omnipotentes, los tres fuegos en escala de grises y de tiempos, todos en contenedores gigantescos.

El primer fuego, tan grande como un toro. Negro azabache como noche sin luna y sin estrellas. A tiempo muy lento ardía. Cada flama muda se alzaba muy lentamente sobre el centro del negro fuego produciendo calma. Tan grande como un mundo y tan lento como el movimiento de sus tierras. Pasivo, danzando a la par con mundos lejanos. Más negro en su interior que en su exterior. Reflejando su omnipotencia en el, para su tamaño, reducido contenedor de cristal.

El segundo fuego. Flama suspendida en impaciencia común. Grisácea, mas intensa en el interior que en el exterior. Quemando el oxigeno circundante constantemente a paso normal. Expidiendo normalidad, pero sin dejar oportunidad a nadie a dudar de su omnipotencia, tal y como la naturaleza: calmada cuando quiere y rapaz cuando se requiere. Viviente entre el negro de el primer fuego, y la innegable incandescencia del tercer fuego. No tan grande como el impresionante primer fuego, ni tan pequeño como el tercero. Nubloso y confuso. Tan gris que no se podría ver dentro de este. Su agitado baile produciendo constante música que se aferra en la mente de cualquiera.

El tercer fuego. Amablemente impaciente. Sus pequeñísimas flamas alejándose agresivamente rápido hacia todas direcciones y chocando con el gran contenedor. Su movimiento hipnotizante tan veloz como el batir de las alas de la libélula o el colibrí. Desde su centro, una luz insoportable que limpiaría el alma de cualquier demonio. Asesinos rayos inundando todo su alrededor y mostrando que aunque diminuto, su poder es ilimitado. Comparable únicamente con el intenso vivir del imparable ímpetu humano: destruir su alrededor es su objetivo y mostrar que por mas rápido que sus flamas mueran, vivirá hasta el final. Un constante siseo y golpecitos rapidísimos salen de su contenedor como respuesta a su fulminante ardor.


Los tres fuegos. Listos para su transportación hacia la puerta de los dioses. Los tres resueltos en aquellos transportadores de seguridad. Con ciento veinticuatro guardias de elite para cada fuego. Los gobernantes, con sus lujosos atavíos encabezando la caravana. Y los buscadores de los fuegos hasta el final, pero recibiendo toda la gloria después de los homenajes a los poderosos y la impresión de los fuegos.


Siro estaba incomodo. Sabía que su identidad estaba peligrando en aquel lugar. Y su estado anímico no era el mejor, pues sabía lo que al llegar a la puerta tendría que hacer. Y tampoco su estado físico estaba al cien por ciento pues tenía los estragos de la alocada fiesta de la noche anterior en la que había acabado con cuatro botellas de diferentes licores antes de caer rendido al colchón.

Flavio a su lado, con una medalla de reconocimiento por el arduo desempeño en la búsqueda y encuentro del segundo fuego. Una pistola de alto calibre en el cinturón y su cabello brillante opacando al sol. Ambos con una gran sonrisa en el rostro.

-¿Quien dudaría que somos hermanos hermanito? –Bromeó Siro.


VII. Objetivo


Con un rápido movimiento, Siro deslizó el arma de Flavio fuera de su cinturón, luego con las esposas que había robado la noche anterior de un guardia muy ebrio, esposó habilidosamente al director del concejo con los brazos atrás, luego pasó su brazo izquierdo por debajo del hombro del director y le apuntó al pescuezo con el cañón del arma de Flavio, que sostenía con la izquierda. Con su mano derecha sacó su propia arma y dio un disparo al aire para llamar la atención.

-¡Nadie se mueva! ¡No queremos sangre! –Gritó Siro arrastrando al asustadísimo director debajo de la puerta.

Sobre sus cabezas la bellísima puerta del fin. Llamada así porque no se había conocido nadie que después de cruzarla, volviera para decir que había detrás, y en realidad, no se conocía a nadie que la hubiese cruzado. La puerta era un circulo con una cara hacia abajo y la otra hacia arriba, y se decía había sido esculpida por seis ángeles como tributo a su líder.

Flotaba a solo unos metros de la cima de la montaña Liretus en la tierra conocida como Inferna, por las constantes erupciones volcánicas que había en la zona. Liretus era el mas pequeño de los muchos volcanes de aquél cinturón de fuego, pero el más difícil de escalar. Y la susodicha puerta, solo podía verse desde la punta de ese volcán, pues flotaba solo unos metros arriba de la punta. Por extraño que pareciese, no era visible desde aire o desde otra montaña cercana. Solo se podía encontrar si se escalaba la montaña y se miraba hacia arriba.

La puerta medía un promedio de medio kilómetro redondo, y en cada centímetro había un adorno distinto. Sin embargo, había en el centro un ojo muy grande y redondo, y un triangulo rodeando a este ojo, y en cada uno de los ángulos del triangulo, un agujero.

-Coda… Abre los contenedores de los fuegos –Ordenó Siro a un joven científico que había ayudado en el desarrollo de la tecnología de los contenedores y cuyo padre era el jefe de planeación para los complejos movimientos efectuados, gracias a la tecnología, pera llevar a una cantidad tan grande de personas hasta el pico de la montaña más peligrosa, de una manera segura.

-¡Pero los fuegos escaparán! –Replicó el joven.

-Yo los retendré –Aseguró Siro con seguridad.

-¡Siro! No tienes que hacer esto… -Interrumpió Flavio avanzando hacia Siro y el director, al contrario de toda la gente que ya había retrocedido unos treinta o cuarenta metros, mientras Siro sentía como el sudor del viejo corría por su brazo. –Podemos…

-Te equivocas Salo. –Dijo Siro mirando a Flavio. Flavio se paralizo y abrió mucho los ojos en señal de sorpresa.

-¿Cómo me llamaste? –Preguntó Flavio al ver la reacción también sorpresiva de la gente.

-Salo. –Respondió Siro. –Tienes muchos nombres. Pero falsos todos. No revelaré tu identidad, pero Flavio… tienes que saber... Salo es tu verdadero nombre.

-Pero herma…

-¡No me llames así! –Replicó Siro. Luego notó que el viejo que sostenía se estaba escurriendo hacia abajo lentamente para tratar de escapar. –Ni se le ocurra viejo. –Añadió Siro tomando con más fuerza al anciano.

Un trueno resonó en la lejanía de las montañas, anunciando una tormenta.

-¿Cómo van esos contenedores Coda?

-No puedo abrirlos… Señor. –Dijo la voz vacilante de Coda entre los contenedores.

-Mierda… ¡Sal de allí ahora! Los abriré al viejo estilo. –Indicó Siro.

-Alaric… -Susurró Flavio -¿Por qué estas haciendo esto?

-Alaric… Ese nombre no es mi nombre real y lo sabes… Y tampoco el otro nombre que me conoces es real. –Dijo Siro con algo de asco en la boca. –Siempre te he mentido… Hermanito.

El ambiente se había tensionado bastante y la duración del evento se había prolongado también, y eso era justo lo que Siro buscaba evitar. Todos habían presenciado hechos que no quería que presenciaran, y ahora tendría que mostrarles otros que deseaba tampoco fueran revelados, pero dejaba de importarle. Flavio, ahora llamado Salo, dio un paso hacia el frente.

-¡No te muevas! –Indicó Siro, ahora llamado Alaric. Salo hizo caso omiso de la advertencia. -¡No te muevas! ¡Con un demonio Salo! –Gritó, pero Salo continuó acercándose. Alaric calculó unos quince metros entre ellos. – ¡Rvlnschynk Salo!

El cuerpo de Salo se paralizo a medio paso. Como si su cuerpo hubiere roto las leyes de la física y se hubiese convertido en una roca fría. Alaric apuntó hacia el contenedor del primer fuego con la pistola que sostenía en su mano derecha y disparó.

Guardó el arma en su cinturón lo más rápido que su posición le permitió y alargó el puño cerrado hacia el primer fuego, que ya había salido disparado para escapar. Como si hubiese chocado en seco contra concreto, el primer fuego se detuvo. El puño de Alaric vibraba con violencia, sosteniendo la impetuosa fuerza del primer fuego, mientras el público, atónito, presenciaba el espectáculo. Después de más de tres minutos de forcejeo, que para Alaric pareció una eternidad, el primer fuego cedió. Alaric abrió el puño y retrajo su brazo. El cansancio le recorrió la columna vertebral como un lobo hambriento. Se limpió el sudor de la frente y acomodó al viejo en una pose mas cómoda para él mientras el negro y enorme fuego viajaba hacia uno de los tres hoyos en la puerta.

-¡Déjame ir! Tendrás lo que quieras –Soltó suplicante el viejo.

-No lo ves viejo, pero yo ya tengo lo que quiero. –Respondió Alaric muy calmado. Un sonido sordo, igual al que produce un paso en la dura tierra llamó la atención a Alaric.

-Salo… -Balbuceó impresionado

-Oye no se como lo hiciste… pero tienes que enseñarme a hacer eso-Dijo irónicamente Salo. Luego lo miró con desdén y dio otro tranquilo paso hacia Alaric.

-Salo, te lo advierto… ¡No me obligues!

Salo dio otro paso. Alaric reaccionó inmediatamente y dio dos disparos con la pistola en su mano izquierda a Salo. Este último cayó de espalda al suelo dejando ver una herida en el hombro y otra en la pierna.

-Esas fueron balas comunes y corrientes. Si alguien quiere, también tengo letales –Dijo Alaric con ironía. Luego apuntó con la pistola en su mano derecha al segundo contenedor y disparó. Imitó la acción anterior y extendió el puño hacia el huyente fuego gris.

-Tu siempre quisiste que te contara… –Comenzó Alaric al oír los quejidos de Salo desde el suelo. -…lo que sucedió… eso que no recuerdas… aquí.

-¿Fue… aquí? –Preguntó dificultosamente Salo con la respiración entrecortada y una cara de abundante sufrimiento.

-Si… Fue aquí y… Pasaron muchas cosas… Eras muy chico… y tuve que cuidar de ti… Desde entonces empecé a llamarte hermanito. –Continuó Alaric forcejeando con el fuego –Y… luego… pasamos por muchas cosas. Pero… a pesar de todo eso, tú nunca tuviste el valor de matar a alguien. Y siempre tuve que hacer todo por ti. Tu solo dormías y caminabas mientras reías… contando toda clase de cosas y… preguntando mucho. Luego… cuando te secuestraron… Algo en mi me obligo a…

-¿Me secuestraron? –Interrumpió Salo

-Si, te secuestraron, a los pocos días de que nos conocimos… y algo me… no se que fue, no me preguntes, pero me obligo a ir y buscarte. Y te encontré y te saqué de allí… y… ¡Maldita sea Salo, lo único que hice fue salvarte la vida! ¡Y tu siempre me…! Siempre pensaste que había sido algo malo, y que por eso no quería contarte. Y me odiaste por eso, yo lo sé. Solo te salve la vida.

El segundo fuego cedió y Alaric dejó caer su brazo.

-Solo te salvé la vida –repitió en voz baja para si mismo. Luego sacó la pistola de nuevo y disparó al tercer contenedor. El Tercer fuego salió del contenedor pero no se resistió ante el puño de Alaric. En menos de diez segundos, sus impasibles flamas se dirigieron hacia el tercer agujero. Los tres fuegos eran la llave, necesaria para abrir la puerta…

-¡Siro cuidado! –Oyó la voz de Amia detrás de él. -¡Arriba!

Alaric miró hacia arriba y apenas tuvo tiempo de reaccionar. El tercer fuego se impactó en el suelo donde Alaric estaba parado antes de saltar hacia un lado. Dejó al anciano en el suelo, lanzó la pistola de Salo al suelo y extendió su puño ante el fuego, que rápidamente huyó del frente del puño y lo atacó. El golpe en el costado lo lanzó unos metros lejos, derribándolo.

-Amia ¡Dame tu maldita espada! –Ordenó Alaric al ver al viejo levantándose del piso para huir. La espada cayó a solo un metro de él y la tomó al esquivar otro ataque del tercer fuego. El siguiente ataque lo repelió con un golpe de la espada, pero el impacto lo hizo resbalar y cayó.

Se levantó rápidamente y contestó, con toda su fuerza otro golpe del tercer fuego, cuyo centro parecía ser tan duro como roca, pero que al impactarse contra el filo de la espada solo producía un sonido sordo como el que hace un objeto al cruzar zumbando el fuego en una fogata. Respondió más y más golpes hasta que el fuego comenzó a atacarlo por todas direcciones a velocidades solo comparables con la de la luz misma, Alaric empezó a responder la mitad de los golpes que le proporcionaba el inquieto, pequeñísimo y monocromo sol. La velocidad de los ataques llegó a ser de más de cinco golpes por segundo.

El cansancio y el dolor invadieron su cuerpo rápidamente, pues aunque el fuego lo golpeaba tan rápido que no alcanzaba a quemarle, si le propinaba golpes como el de un balón desinflado, y los pocos que podía responder con la espada eran gracias al arduo entrenamiento que había recibido en épocas pasadas.


Un rápido movimiento de cuerpo hizo que Alaric esquivara un golpe del fuego y en cambio le diese uno que lo impulsara a gran velocidad, sin dudar extendió su brazo con el puño cerrado sosteniendo el mango de la espada hacia el fuego que se alejaba en línea recta. Repentinamente se paró y dejó de volar en todas direcciones. Alaric comenzó a forcejear con el fuego.

La inscripción en la hoja de la espada comenzó a brillar tan blanca como el fuego y a moverse lentamente.

-¿Amia? ¿Qué le pasa a la espada? –Preguntó al aire sin conseguir respuesta – ¿Amia?

La inscripción se movía un poco más rápido a cada momento, hasta llegar a mareara a Alaric. Luego sin previo aviso, la inscripción se detuvo y Alaric pudo leer.

-En su mirada está el destino –Leyó en voz alta.

El fuego cesó de luchar, y Alaric se aseguró de que esta vez llegara hasta el orificio en la gigantesca puerta. Otro rayo hizo retumbar los lejanos cielos. Pero la puerta permaneció cerrada.

-En su mirada está el destino… -Repitió Alaric mirando la hoja de la espada con la inscripción moviéndose otra vez. Miró a su alrededor y no vio a Amia en ningún sitio. Solo un montón de gente desconocida aterrada y atónita a la vez, solo mirándolo, como si lo evaluaran y le temieran a la vez. Recordó lo que un maestro le dijo alguna vez sobre la vista de juez que puede poseer el maestro, pero que siempre teme que el alumno lo supere. Entonces comprendió el mensaje, Miró hacia arriba y contempló el ojo en el centro de la puerta, sintió una mano tomarle el pie y miro hacia abajo.

-¿Qué planeas hacer después de entrar allí? ¿Suicidarte? –Inquirió Salo aferrado a su pierna. – ¡No te voy a dejar! –Gritó Salo. Alaric se puso en cuclillas, dejó la espada a un lado y le tomó la cabeza con ambas manos.

-No soy tan estúpido… -Comentó Alaric mirándole a los ojos. Luego tomó la espada del suelo e irguió su cuerpo. Sacó la pistola de su cinturón y se sacudió los brazos de Salo de la pierna con desdén. –Perdóname –Susurró mirándolo.

Alzó la mirada seguida del brazo y disparó directo al ojo esculpido en la puerta. Un torbellino de luz surgió del suelo y otro desde el ojo y lo levantaron hacia la puerta que rápidamente se abría.



VIII. Angelical


Un ciclón de espíritus rodeo su cuerpo. Invisibles, pero con forma definida, Alaric podía sentirlos pasar junto a él, tocándolo. Mas todo lo que sus ojos concebían era oscuridad.

Negrura completa era lo que consumía su yo. No supo en que momento llegó allí ni en que lugar estaba exactamente. Solo sentía un frío y denso viento en su espalda. Sus pies no estaban fijos en superficie alguna.

Cerró sus parpados y respiró profundo el denso aire. Se concentró en que la desesperación no lo invadiera por el silencio y la confusión. Se dijo a si mismo que ya había pasado por eso antes y que no debería sentirse aterrado, aunque sabía muy bien que estaba demasiado asustado para aclarar su mente. Se sentía sumergido en presiones y sensaciones que solo son experimentadas bajo el agua o en pleno vuelo. Centró su mente en el concreto objetivo que perseguía y de repente su mente se alineó con su ser. Sus pies tocaron el piso.

-¿Cómo debo recibirlo esta vez señor lluvia? –Preguntó una amable voz desde lejos. Alaric miró el suelo. Todo de cristal muy limpio y extenso, debajo del cristal, monumentos y pinturas extraordinarios solo unos metros mas abajo. Estatuas de hombres realizando increíbles hazañas, disecadas criaturas de todos los tipos imaginables en posiciones indescriptibles. Pinturas de hechos memorables y algunas otras solo abstracciones mentales, todas boca arriba. Debajo de las increíbles y cuantiosas obras, un suelo de marfil pulido con unas estrafalarias figuras, extendiéndose por lo que podrían decirse kilómetros. Las paredes eran solo rocas desfiguradas a lo lejos, y podía ver pequeños brillos que después de un momento supuso eran veladoras esparcidas en rinconcitos de las rocas. Era una cueva gigante sin salida. Arriba de él, solo pudo distinguir otro cristal con alguna clase de material arriba de el que no dejaba ver lo que había más arriba, y solo se filtraba la luz por pequeñísimos hoyos que había en donde el material dejaba un hueco y así se podía distinguir lo que había alrededor.

-Veo que redecoraste –Contestó Alaric frío y algo juguetón.

-Si –Contestó un hombre calvo de traje negro y corbata azul marino materializándose repentinamente algo lejos y caminando hacia Alaric. –Decidí cambiar… un poco por aquí y otro poco por allá.

-Y también tu aspecto es distinto.

-¿Esto? Es solo un pequeño traje que compré el otro día en una de mis tiendas… -Dijo mirándose el traje mientras caminaba lentamente – ¿Quieres sentarte? –Ofreció el hombre calvo con un ademán de la mano. Un sillón rojo apareció detrás de Alaric y este después de mirarlo se sentó. Sintió la extrema comodidad del sillón con tela de terciopelo. Luego apareció otro sillón, pero de piel, frente a Alaric. El hombre de traje desapareció haciéndose polvo gris, que flotó muy velozmente hacia el sillón y se aglomeró en forma de una pantera blanca.

-¿Qué le pasó a tu colección de insectos? –Preguntó Alaric amablemente.

-La solté en un mundo lejano. Y fue muy gracioso ver a los habitantes morir por toda clase de causas. –Aseguró la pantera con la misma voz del hombre calvo. –Y… ¿A que debo tu visita esta vez? –Preguntó la pantera. Alaric abrió la boca para responder pero la pantera lo interrumpió. –Espera, no hay necesidad de que me mientas. Yo ya se porque viniste. Pero no quiero que lleguemos a ese tema aun. Mejor cuéntame… ¿Cómo esta tu mujer?

-Muerta. Al igual que la última vez que me preguntaste. –Respondió Alaric con ira en la voz.

-Cierto… muy cierto… ¿Y que hay acerca de este individuo? –Preguntó un momento antes de que una imagen de Salo siendo rodeado por varias personas y llevado hasta una camilla, apareciera –Me parece un buen tipo. ¿Tu hermanito no? Dime… -Prosiguió viendo la cara de odio en Alaric -¿Por qué le disparaste? No creo que quieras que muera ¿O si? –Preguntó la pantera con una expresión humana en el rostro.

-Era para que no tuviera que venir a presenciar tu pestilencia. –Espetó desafiante.

-¡Cuida tus palabras muchacho! –Rugió la voz junto al oído de Alaric asustándolo. Un negro y desmembrado cuervo con un ojo colgando estaba parado en el hombro de Alaric. La pantera había desaparecido. El cuervo emprendió vuelo y se alejó rápidamente.

-¿Por qué no nos ahorramos la charla y me das lo que vengo a buscar?

-¿Un habano? –Dijo una extraña criatura amenazadora desde el sillón de piel lanzándole un puro.

-No gracias- Respondió Alaric tirando el tabaco al suelo después de atraparlo.

-Es una muy bonita espada la que llevas ahí. –Comentó la criatura. –Pero no es tuya. Sino de una bellísima joven la cual está enamorada de… ¿Cómo dices que se llama? ¿Salo? –Espetó la criatura. Alaric se sorprendió. -¿Qué? No me digas que no sabías. –Soltó con ironía la criatura, luego se convirtió en polvo y se materializó en forma de Amia con la misma espada que Alaric tenía en la mano. – ¡Vamos, tengamos un duelo de esgrima!

-¿Cuál es la diferencia entre el mismísimo Satanás y tú? –Soltó Alaric a modo de insulto. Comenzaba a sentirse amenazado por la proposición que se le planteaba, aparte de estar en presencia del ente mas absurdamente poderoso que había conocido.

-Hay muchas diferencias. Muchas. Empezando por… que el vive en el infierno y yo en una humilde cueva. Que el es el… dios o rey del infierno y yo… pues… de todo. Que el es malo y yo… muy bueno –Dijo imitando la voz de un niño –Que el tiene cuernitos y yo no. Que… veamos… que el no existe y yo si…

-Sabes bien que eso es mentira –Interrumpió Alaric.

-Depende de a quien le preguntes –Contestó rápidamente. –Veamos… ¿Qué mas? Ah si… El es un demonio y yo un ángel… aunque el Solía ser un ángel… pero eso no importa. Y otra cosa no menos importante… Yo lo cree a él y no al revés. –Dijo y luego guardo unos segundos de silencio. La sensual figura de Amia se quedó quieta. Luego lo miró y corrió hacia él con la espada entre las manos. Alaric se puso de pie y el sillón rojo desapareció. Recibió el golpe directo de la espada idéntica y lo repelió con rapidez. Luego lanzó la espada lejos, la cual golpeo el cristal del suelo e hizo mucho ruido.

-No vine a pelear contigo. –Dijo Alaric.

-¡Vamos! ¿Por qué no quieres hacer nada? No aceptaste el humo, no aceptas el duelo, ni la agradable conversación. ¿Por qué? ¿No sabes que no recibo visitas tan interesantes como tu muy seguido? –Preguntó en voz muy alta y luego agregó en voz muy baja. –En realidad no recibo visitas interesantes o no interesantes.

-Por dios… -empezó Alaric

-¡No me lo recuerdes! –Interrumpió furiosa la figura de Amia. -¿Cuál es ese afán tuyo de recordarme a todos los seres divinos cada vez que nos vemos? Dios esto dios aquello.

-¿Te molesta?

-No… -Contestó sonriendo –Solo es para molestarte. –Alaric lo miró con severidad. –Esta bien… vamos al grano –Dijo transportándose al sillón de piel. El sillón rojo reapareció detrás de Alaric y antes de que este pudiese reaccionar, lo atropelló y lo llevó muy rápido hasta donde había una mesa de cristal recién aparecida. El sillón negro se colocó del otro lado de la mesa y en el sillón solo quedó tierra. Muy lentamente la tierra se movió, y desde el suelo empezó a formar unas piernas de mujer. Fuertes, blancas y bellas, luego la materialización fue subiendo hasta su entrepierna, y Alaric pudo estar seguro de que se trataba de una mujer y de que estaba desnuda. Luego se materializó su abdomen y su ombligo. Alaric creyó reconocer ese ombligo. Después unas bellas manos aparecieron apoyadas en sus piernas en una muy elegante pose. Alaric sospechó la persona de la que se trataba y su corazón dio un repentino vuelco. Se materializaron sus senos y justo arriba del seno izquierdo, a la altura del corazón, una cicatriz tomó forma. Alaric disparó a la figura en formación, la cual perdió su forma instantáneamente.

-¿Qué pasa? ¿No extrañas a tu mujer? –Dijo un recién materializado hombre de piel negra y sonrisa muy brillante, que llevaba un traje blanco y que mientras se recargaba en el sillón jugaba con un sombrero también blanco muy elegante.

-¡Eres un bastardo! –Gritó Alaric disparándole al hombre, que al igual que antes desapareció.

-Cálmate –Dijo una risueña voz de niña a su alrededor. La voz no lo calmó para nada, pues sabía bien que era una ilusión. –Sabes que todo esto es mentira ¿No? –Sugirió la voz. Alaric pensó que le estaba leyendo los pensamientos. –Sabes que todo esto, solo lo muestro para probarte… Y que te estoy leyendo la mente. –Esto último confirmó sus sospechas.

-¿Por qué no te muestras tal y como eres? –Gritó. Todo su alrededor giró vertiginosamente como pintura siendo removida de un lienzo. Cerró los ojos un instante, y al siguiente, se vio encima de un muy grande edificio. Ante él, un valle entero, y en este, una ciudad en llamas. Muerte por doquier, sangre en las paredes y oscuridad en los corazones de los pocos que podía vislumbrar vivos entre el humo. La escena trágica Alaric reconoció. Era una ciudad en la que el hacía tiempo había vivido.

-Porque no es necesario. –Exclamó un omnipotente ángel que flotaba frente a él. Sus siete pares de bellísimas alas se extendían ampliamente inmóviles, todas brillaban. Algunas negras y algunas blancas. Una larga vestimenta caía desde sus hombros hasta varios metros debajo. Un cetro dorado flotaba a centímetros de uno de sus brazos, que al final de su extensión, no poseían dedos. En su rostro, no había ojos, ni boca ni una nariz, tampoco poseía oídos. Solo los lugares donde esos componentes se ausentaban.

-¿Qué ganas trayéndome aquí?

-¿Qué ganas tú acudiendo a mí? –Retumbó la voz del ángel dentro de su mente, mas el ángel no hizo ninguna clase de movimiento.

-Solo quiero respuestas –Reconoció Alaric después de un momento.

-Solo quieres respuestas… ¡Tú quieres todo! –Exclamó la voz del ángel de nuevo en su mente. –Esta… Tu amada ciudad. ¿¡Quien crees que la creo!? ¡YO! Soy el único responsable de todo lo que has hecho en tu vida. ¡Yo hice esta ciudad, para que vivieras feliz en ella! ¡Y lo único que hiciste fue llegar a odiarla!

-¡Yo amé esta ciudad! –Gritó Alaric en respuesta al resonante grito en su mente.

-¿¡Y de que te sirvió!? Lo único en lo que pensabas después era en venganza. ¡Y aún así, yo te ayudé! ¡Maté a todos los que odiaste!

-¡Y mataste a todos los que amé! –Gritó furioso.

-¡Tú los mataste! ¡Podías salvarlos a todos! ¡Pero tu odio te cegó y por eso los mataste! ¡Yo solo te di las armas!

-Tú querías verme sufrir –Culpó Alaric

-Si quisiera verte sufrir, te haría realmente sufrir. –Amenazó el ángel. –Yo solo te di las herramientas para cumplir con lo que debías.

-Eres el ángel del Destino. ¡Pudiste evitar que eso pasara!

-¡Odio esa palabra! –Gritó el ángel con furia. Agitó el cetro y toda la tierra retumbó. Alaric vio edificios sucumbir a lo lejos, pero los ignoró. –Yo soy el destino, no puedo evitar ser. También estoy condenado.

-¡Tu puedes hacer lo que te plazca! ¡¿Te diviertes conmigo?!

-Yo soy el destino, pero yo no decido ser. –Dijo pasivo el ángel

-¿Quién está por encima de ti? ¿Quién te controla?

-¡Nadie!

-Entonces ¿Quién te condenó? –Inquirió Alaric

-¡Yo mismo! ¡Fui yo quien se sacrificó por toda la vida! ¡Para que tu y el asqueroso odio y repudia que sientes por mi pudiesen existir!

-¡¿Y porque no destruyes todo y eres feliz?!

-Tu entendimiento es diminuto.

-¿Es acaso tu destino ser el destino? ¿Te condenaste destinándote? –Replicó Alaric, pero no obtuvo respuesta. -¡Contéstame!

-Estas obsesionado –Dijo el ángel en voz baja.

Un grito de mujer a lo lejos distrajo un poco la atención de Alaric

-¡Te odio! –Soltó Alaric

-Y yo lo se muy bien. –Admitió el ángel. –Es tiempo de que me digas a que has venido.

-¡Ve venido a que me digas cual es mi destino! –Gritó Alaric. Repentinamente una nube de tormenta empezó a descargarse sobre la ciudad. -¡Quiero que me digas… que será de mi! –Gritó más fuete para que su voz cruzara la lluvia, que arreció.

-¡MIENTES! –Dijo el ángel tan fuerte que un eco fantasmagórico inundó el valle. – ¡Dime tu verdadero propósito!

-¡Ese es mi verdadero propósito! ¡Quiero saber el destino! ¡Quiero conocer los destinos de los mundos! ¡Quiero saber que depara el todo! –Gritó.

-¿Por eso impresionaste a todos allá atrás? ¿Por eso secuestraste? ¿Por eso mataste y seguiste? ¿Por eso mentiste? ¿Por eso asesinaste a tus amigos? ¿Por eso le disparaste a él? –Preguntó mostrando una ilusión de Salo. – ¿Por solo ese vano propósito destruiste tu vida? ¿Conocer el destino? –Alaric no despegó la vista de la ilusión de Salo en una camilla sangrando inconciente con muchos doctores a su alrededor, hasta que desapareció desvanecida por la lluvia, que a su vez parecía no tocar al ángel. -¿Es ese tu objetivo?

Las piernas de Alaric flaquearon y cayó de rodillas y puso las manos en el suelo para no impactar con el concreto.

-No… -Admitió Alaric.

-¿Cuál es entonces? ¡Dime lo que buscas!

-Quiero saber quien soy –Dijo Alaric en voz muy baja.

-¿Qué? –Inquirió el ángel

-¡Quiero saber quien soy! –Admitió en voz muy alta.

-¡Quiero que lo grites!

-¡Quiero saber quien demonios soy! –Gritó con toda su fuerza. -¡Quiero un nombre! ¡Quiero un lugar para vivir! ¡Quiero una familia! ¡Quiero un hogar! ¡Quiero poder encontrar el camino para los cielos! ¡QUIERO SABER QUIEN SOY! –Gritó Alaric con lágrimas en los ojos. – ¡Quiero…! que me digas si volveré a ver a mis seres queridos…

El ángel se quedó callado. Alaric no lo miraba, y sabía que este no poseía ojos, pero podía también sentir su mirada clavada en él.

-Aun no es tiempo de que sepas esas cosas.

-¡¿QUE?! –Exclamó Alaric furioso mirando al ángel. Luego tomó su pistola y le disparó. La bala se detuvo a medio camino y cayó. La pistola se hizo añicos en la mano de Alaric dejándolo impresionado.

-No soy yo quien te debe decir esas cosas.

-¿Entonces quién?

-Lo único que te diré, es que lo sabrás. El día de tu muerte. –Dijo el ángel. Repentinamente todo el rededor volvió a ser como anteriormente era. La ropa de Alaric se secó en seguida. Vio una lágrima caer desde su mejilla hacia el cristal.

-¿Por qué?

-Tienes aspiraciones demasiado altas muchacho. No queremos que arruines lo que harás en la vida con respuestas como las que buscas. –Dijo el hombre negro de traje blanco sentado en el sillón de piel frente a una recién aparecida chimenea.

-¿Quienes? –Preguntó Alaric aun mirando sus lágrimas caer.

El hombre permaneció callado y encendió un puro. Alaric lo miró, y este sacudió la cabeza y se encogió de hombros.

-Al menos… -Empezó Alaric poniéndose de pie. –Al menos dime una cosa. –Pidió mirando al hombre directamente. Este le concedió la respuesta con un ademán. – ¿La voy a volver a ver? –Preguntó. El clamado hombre negro lo miró con severidad, luego abrió la boca para hablar, pero antes Alaric tomó la palabra. -¿Viva?

El hombre negro cerró la boca y se puso de pie. Tomó una de las herramientas para la chimenea y movió uno de los troncos. Alaric se quedó callado esperando una respuesta. El hombre se irguió y lo miró con lástima.

-No. –Sentenció.

Las sospechas que en su alma había, cambiaron de dirección. Sintió una satisfacción pequeñísima por obtener una respuesta, pero desapareció al pensar que la respuesta había sido un no.

Cerró los ojos y se recostó en el suelo de cristal. Sintió que su alma pasiva, casi muerta comenzó a salirse de él, y no la retuvo.



IX. Salida


-Despierta…




.

7 Comentarios/Memorias:

nim dijo...

Las preguntas. No se preocupen, no son muchas.

1. ¿Donde fue encontrado el primer fuego? (no es tan dificil como aparenta, no pido un lugar del mundo ni nombres)

2. ¿Reconoces a algun personaje que quizá haya aparecido en algun otro lugar antes? ¿Cual y en donde?

3. ¿Que relación real había entre los dos presonajes principales? (Siro/Alaric y Flavio/Salo)

4. ¿Qué personaje te agradó más del texto y por qué?

5. Opinion del nuevo y "pro" formato en el que este texto es presentado. ¿Les agradaría que los hiciera así con sangría y todo?

6. Opiniones generales y comentarios.

Veamos quien deja la mayor impresion y puntaje esta ocasión.

Nota: A veces el rollo convence XD

Adiós.

Necro dijo...

wow... k heavy... ese me agrado bastante debo confesar, me obligó a leerlo de corrido...en fin... preguntas...

1. ¿Donde fue encontrado el primer fuego? (no es tan dificil como aparenta, no pido un lugar del mundo ni nombres)

por algun motivo me suena a k fué encontrado en la mansión donde parecen hospedarse los miembros del equipo...

2. ¿Reconoces a algun personaje que quizá haya aparecido en algun otro lugar antes? ¿Cual y en donde?

Siro me recuerda al personaje k kuida al niño en Día 6 y Flavio tengo una sensación de conocerlo de alguna parte... de haberlo leido, escuchado, soñado, o algo...pero a ciencia cierta no lo reconozco

3. ¿Que relación real había entre los dos presonajes principales? (Siro/Alaric y Flavio/Salo)

Eran "Amigos?" Siro encontró a Flavio desconcertado en alguna situación confusa y peligrosa y lo ayudó a sobrevivir,Siro instruyó a Flavio en muchas cosas, pasaron muchas cosas juntos y se hicieron amigos... Flavio es el protegido de Siro... o algo asi...

4. ¿Qué personaje te agradó más del texto y por qué?

El ángel del destino por mostrar una complejidad psicológica tangrande k se va más allá de lo "psicologico"... o asi me lo imaginé almenos...

5. Opinion del nuevo y "pro" formato en el que este texto es presentado. ¿Les agradaría que los hiciera así con sangría y todo?

mi computadora no tal formato asi que dejo mi respuesta pendiente para kuando me sea posible verlo

6. Opiniones generales y comentarios.

es muy bueno... del estilo de borrando huellas que me mantiene pegado al texto hasta terminarlo... muy bueno... en fin.

Comentario perpetuado. Adios

Soiral dijo...

1. ¿Donde fue encontrado el primer fuego? (no es tan dificil como aparenta, no pido un lugar del mundo ni nombres)

Donde se encontró con ella, Amia, o cerca de ese lugar, frío lleno de nieve, y con un viento que azotaba en sus rostros...

2. ¿Reconoces a algun personaje que quizá haya aparecido en algun otro lugar antes? ¿Cual y en donde?

a Siro y a Salo, en un escrito tuyo, pero no recuerdo en cual precisamente....


3. ¿Que relación real había entre los dos presonajes principales? (Siro/Alaric y Flavio/Salo)

Eran conocidos de otros lugares, pero uno de ellos dos no lo sabia del todo..., supongo k eran algo asi como "amigos", en el cual uno era el protector.


4. ¿Qué personaje te agradó más del texto y por qué?

Amia, aunque no es tan mencionada en el escrito, por un momento me identifique un poco con su personaje...
Tmb el Angel del Destino, suena a que es superior, a que es grande, no se...


5. Opinion del nuevo y "pro" formato en el que este texto es presentado. ¿Les agradaría que los hiciera así con sangría y todo?

Me agrada, aunque quiza no en todos..., depende del escrito que publiques y de que trate...
pero en general me hizó un poco mas amena la lectura...


6. Opiniones generales y comentarios.

Me gustó, y tiene un aire de Borrando Huellas.
Te envidió por, bno no te envidó pero ahh! escribes Genial, ya quisiera yo poder escribir así...
Sigue Escribiendo :P

Anónimo dijo...

1. �Donde fue encontrado el primer fuego? (no es tan dificil como aparenta, no pido un lugar del mundo ni nombres)
Al final del oscuro corredor � Se lo dio Amia... xD

2. �Reconoces a algun personaje que quiz� haya aparecido en algun otro lugar antes?�Cual y en donde?
A ti y a Marisa... en varios de tus escritos xD

3. �Que relaci�n real había entre los dos presonajes principales? (Siro/Alaric y Flavio/Salo)
Amistad... Tal vez... Creo que era su protector...

4. �Qu� personaje te agrad� m�s del texto y por qu�?
El angel del destino, por que pude visualizarlo como personaje, tanto fisica como metalmente, pude reconocer su voz dentro del escrito y todas las que el mismo imitaba... Casi como si lo recordara de algun lugar.

5. Opinion del nuevo y "pro" formato en el que este texto es presentado. �Les agradar� que los hiciera as� con sangr�a y todo?
La verdad me met� tanto en la historia que ni me di cuenta de nuevo formato. Si, esta bien.

6. Opiniones generales y comentarios.
Me gust� el escrito, estoy cais segura de que no fue inventado, pero la verdad no me interesa saber. Se me hico raro que no hicieras pregutnas sobre las cosas entre los titulos

Me gust�

Adios.

Kazedai Eien dijo...

1. ¿Donde fue encontrado el primer fuego? (no es tan dificil como aparenta, no pido un lugar del mundo ni nombres)

Ciertamente, no me queda muy claro el lugar, creo q no lo menciona...Amia se lo da a Siro en la especie de cuartel-mansión donde se reúnen los miembros del Consejo y quienes los apoyan en la búsqueda de los fuegos xD

2. ¿Reconoces a algun personaje que quizá haya aparecido en algun otro lugar antes? ¿Cual y en donde?

Siro/Alaric me recordó a ti al principio del texto (la pelea con Amia,ocultar su identidad,etc.) pero la parte donde esto ocurrió con mayor intensidad fue a partir de "Los tres fuegos reunidos" y sobretodo en "Angelical"

3. ¿Que relación real había entre los dos presonajes principales?
(Siro/Alaric y Flavio/Salo)

Siro ayudó a Flavio cuando éste estaba en problemas, dice que le enseñó, quiere que éste no se inmiscuya en lo que él dice "tiene que hacer", en sí, es una especie de relación amigo-protegido.

4. ¿Qué personaje te agradó más del texto y por qué?

Empate entre el Ángel del Destino y Siro/Alaric. El ángel es tan psicológicamente complejo, que siento que definirlo con algo como madurez, omnipotencia, etc, quedaría algo corto xD. Y Siro...mmm...creo que por ser un personaje intenso pero con sus propias denotaciones humanas comunes, es decir, a pesar de ser decidido y valiente, llega a sentir miedo, opresión, duda; algo que todos han llegado a sentir solo que el trasfondo personal de cada quien es lo q ocasiona la diferencia.

5. Opinion del nuevo y "pro" formato en el que este texto es presentado. ¿Les agradaría que los hiciera así con sangría y todo?

Depende del texto que escribas. Este formato hizo esta lectura amena, considerando la extensión. En otros que son más pequeños me gusta más que sólo sea la división de párrafos y ya. Ésa es mi opinión xD

6. Opiniones generales y comentarios.

A pesar de que no he leído todos los escritos que has publicado, por lo tanto, no puedo hacer un comentario tan tan concreto, por favor permíteme decirte que éste texto, considerando lo anteriormente expuesto, está basntante bastante buenazo. Me gusta el concepto ("Entrada/Salida" y las divisiones que los separan), lo que fueron "Los tres fuegos reunidos", "Objetivo" y "Angelical" fueron mis partes preferidas,genialmente escritas y muestras fehacientes de tu estilo. xD
He aquí la trasliteración de un fragmento que me atrapó:

-¿Qué?

-El cielo… y era muy raro…

-¿Por qué? –Pregunto Siro extrañado.

-Era de mermelada…


Gracias por este rato ameno.
TQ

Adiós.

Michelle dijo...

ihh no puedo creer que lei tantas paginas en algo que no es un libro!! xD aver...
1- npi
2-ehm no realmente...pero creo q es porke tampoco he visto ese otro lugar...
3-pues eran algo...no hermanos evidentemente...pero tampoco puede decirse que eran amigos en toda la extencion de la palabra...lo cierto es que hay una relacion entre ellos, se ayudan, se odian probablemente aveces,pero creo q hay cierto afecto...
4-mm creo que Amia jaja...y el angel n.n
5-hm solo contestare si a la ultima pregunta de este insciso XD
6-pues...honestamente no es lo mejor que has escrito pero me agrado y aunke no es mucho mi estilo de historias lo disfrute y lo que mas disfrute es como redactas...es...interesante e inteligente...pero bueno mas que nada conocedor...sigue escribiendo y yo sigo leyendo mientras no me dejas otra opcion...ah y se que mis respuestas son desconcertantes xD pero nunca me han gustado realmente este tipo de preguntas porke todos lo entendemos de manera diferente aunke probablemente esa es una de las razones por las cuales haces esto¬¬
ahh....es iwal...

me gusto en general xD cuidate
suerte!!

RottenMilk dijo...

Lo termine ¬¬

1.-Ehm... (Oh fuck...) F) No lo menciona. (??) xD

2.-Amia. Sale en el primer fuego.

3.-No eran hermanos en realidad, pero habia cierto cariño entre ellos. Tienen el mismo aire de hermanos, compiten, quieren igualarse blah blah blah, pero supongo ke se guerdan menos cariño que los hermanos normales xD.

4.-El Angel del Destino claro.
Pues por que me parecio... hmm... Bastante simpatico, y honesto sobretodo. (Insolente tambien xD)

5.-Hmm.... "Sure, why not"

6.-Largo
Largo.
Largo.
Y me gusto si, pero. Largo.
Se nota que tu lo escribiste y tiene cierto toque de sabiduria y tambien un muy gran toque de "wtf"
Y bueno. ya vine
YA CUMPLI MI "PROMESA"

Y ahora me voy

SEE YA!!!



Y no lo olviden:
"This... This is not my blood..."