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Memoriasencadenadas

17 de julio de 2009

Barreras Dormitando [IV. Desesperanza]

Al fin la parte 4...
Música: Veneno Para Las Hadas - Steven Wilson (Es decir, seleccionen/ponganle play a esa)
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Adiós.


Barreras Dormitando



Barreras Dormitando:
[I. Sesión]
[II. Pensamientos]
[III. Defensa]
[VI. Desesperanza]


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[VI. Desesperanza]

28 Febrero


–Debo escapar de aquí –susurró Flink mientras se asomaba a un callejón para cerciorarse de que no había nadie.

Corrió lo más silencioso que pudo entre basura y escombros de edificio. Luego se paró en la esquina y volvió a asomarse.

–Mierda –exclamó al ver a una criatura voladora cubierta con un manto negro. Regresó corriendo y se escondió tras una pared caída–. Malditas sábanas voladoras…

Guardó silencio e incluso dejó de respirar cuando pensó que estarían pasando cerca. Había mucho silencio en la ciudad, era como si la guerra hubiera acabado y la ciudad hubiera sido conquistada.

Corrió una vez más hasta la esquina después de unos minutos y se asomó, pero no encontró rastro alguno de las sábanas. Entonces se aventuró y cruzó los seis carriles de la avenida y dejó salir un gran suspiro cuando llegó al otro lado sin ser visto. Buscó rápidamente un lugar dónde esconderse entrando a uno de los edificios por un boquete en la pared. Industrias Salm leyó en la placa que mostraba un escritorio frontal que fingía ser una recepción. Los vidrios de las puertas estaban rotos y había mucha tierra dentro. Abrió la puerta más lejana de la entrada principal y entró.

–No puedo creerlo… ¡cigarrillos! –dijo al recoger una cajetilla de Marlboro casi llena, del suelo– si sólo tuviera encendedor… o un fósforo.

Siguió caminando pero guardó la cajetilla en su bolsillo. Estaba en un gran salon dividido en cubículos, cada uno con un escritorio pequeño y una computadora. Se miró en el reflejo de una pantalla vieja y vio su rostro sucio, su camisa rota y su cabello muy despeinado. No le importó y siguió caminando hasta encontrar, en una esquina, un garrafón con agua y muebles con vasos, cafeteras vacías y otras cosas. Tomó un vaso y se sirvió agua, luego de acabársela se sirvió más, así hasta darse cuenta del paquete de cerillos que estaban en el mueble, entonces soltó el vaso y tomó los cerillos.

–Ah… cómo lo extrañaba… –dijo tras encender el tabaco. Luego notó un refrigerador pequeño un poco más lejos y caminó hacia allá. Lo abrió y encontró fideos deshidratados, carne fría y coca-cola.

–Día once después del ataque a ciudad unión. –Comenzó a decir con una grabadora de bolsillo junto a la boca que se llenaba de sopa remojada en agua fría– encontré un refrigerador con comida dentro del edificio Salm, no es mucha, pero me servirá para sobrevivir al menos dos días más. Creo que si logro encontrar algun lugar con un refrigerador grande o algo así, podré instalar mi nueva residencia allí. En el día cero creí que moriría. En el día uno supe que podría sobrevivir si me quedaba dentro de mi casa, pero ayer se me acabó la comida y tuve que salir. Ahora sé que puedo sobrevivir si encuentro comida y agua. Cambiando de tema… la ciudad parece estar desierta… me pregunto si habrá sobrevivientes. Seguramente esas cosas voladoras están buscándonos para matarnos… pero no me encontrarán a mí, porque lograré escapar en… algún helicóptero o yo que sé… me idearé alguna manera. Por ahora he encontrado comida y agua. Me quedo aquí. Debo registrar el edificio en busca de otros sobrevivientes… o enemigos tal vez…

Dejó vacío el molde de plástico que contenía la sopa y tomó un poco más de agua para luego buscar las escaleras.

Subió un piso y no encontró nada importante, sólo macetas con arbolitos, pasillos y oficinas. El elevador no servía. “¿Por qué esperaba que funcionara?” se preguntó. Llegó al siguiente piso y escuchó voces. Se acercó lentamente y sin hacer ruido.

–Juro que no sé nada más… es todo –escuchó a una voz con tono de súplica. Flink siguió acercándose hasta refugiarse detrás de un poste, se asomó y vio a un militar con aspecto rudo frente a un tipo amarrado a una silla. Otros dos sujetos con uniforme estaban junto a una pared en sillas, admirando el espectáculo. Se escabulló y siguió escuchando.

–¿Y qué me dices de los demás escuadrones? ¿No enviarán más escuadrones?

–No lo sé, no había escuadrones de respaldo cuando nos enviaron.

–¿Cuál es el nombre de tu superior?

–No nos dicen el nombre del sup…

La frase fue interrumpida por un grito ensordecedor por parte del interrogado.

Flink sintió miedo de estar allí, sacó su grabadora y dejó que la cinta se empezara a llenar con los sonidos. La colocó en el suelo y retrocedió un poco para acomodarse más cerca de las escaleras.

–Dime… Renu… ¿Renu es tu nombre?

–No…

–Ahora lo es. Dime Renu… ¿cuántas uñas quieres perder así antes de aprender que no tienes que mentirme si quieres seguir con vida?

–Pero no estoy mintiendo –exclamó con voz dolorosa– no nos dicen los nombres de…

–Cállate­ –gritó el militar. Sonidos de golpes llegaron hasta los oídos de Flink– pásame la batería –dijo. Luego unos pasos resonaron en la habitación junto con la respiración agitada que, supuso, era del interrogado. Los pasos se detuvieron y algo pesado fue colocado en el suelo. Lugo los pasos otra vez–. Ésta… es… bueno, es una batería, como ya escuchaste, y estos son cables para pasar corriente… Tú sabes, de esos que se usan en los coches, es muy simple, vamos a ponértelos… en alguna parte divertida… El rojo… veamos… en tu boca.

–No porfavor yo… no

–Abre grande, no me obligues a ayudarte…

–Yo sólo…

–Como gustes…

Sonidos de pasos acercándose y Renu luchando para que no le introdujeran la pinza en la boca. Un escalofrío recorrió a Flink.

–Y ahora… un poco de cinta para que no se te ocurra quitártelo –la cinta despegándose del rollo y Renu tratando de gritar. Terminaron y los pasos se alejaron nuevamente–. Y vamos con el cable negro… el negativo… ¿dónde te dolerá lo suficiente? ¿en la nariz? Nah… ¿En… un brazo? ¿Izquierdo o derecho? No… no dolería… Pero… tengo una idea de dónde sí dolería. –Otra vez el sonido de Renu forcejeando como podía para que no le pusieran la pinza, luego gritos muy agudos y luego llanto–. Ahora la batería… el negro en el negativo –Flink escuchó un click de las pinzas cerrándose e instantáneamente un grito desgarrador– y el rojo en el positivo –click. El grito duró por mucho tiempo. Flink decidió que no podría soportar mucho tiempo estando en una escena así, por lo que se acercó a la grabadora, pero entonces el grito cesó. Respiración agitada, pasos, la cinta siendo retirada, una pinza cayendo al suelo, la otra…

–¿Y cómo estás ahora? Espero que no planearas tener hijos porque con tanto voltaje allí… no sé si puedas…

–Malnacido

–Óyeme… no me insultes, ¿no estamos teniendo una conversación educada aquí? Ahora quiero que me digas el nombre de tu superior.

–Ya te dije que…

–Pásame ese cable otra vez ¿no?

–…no tenemos… ¡no nos dicen los nombres de…! Está bien, está bien.

–¿Perdón? ¿Qué dijiste?

Hólonim es el nombre del teniente. Es todo lo que sé, lo juro.

–Hólonim… Perfecto… Ustedes dos, sáquenle más, porque si Hólonim es quien está detrás de la rebelión interna, necesitaremos tenderle una trampa y asesinarlo ¿O no Renu?

Flink escuchó pasos acercándose, tomó la grabadora lo más rápido que pudo y se dio la vuelta. Y se encontró con el cañón de una .45 apuntándole en la frente.

El militar rudo llegó hasta allí.

–¿Pero qué tenemos aquí? –preguntó la voz del torturador.

–Al parecer este gusano estaba grabando la conversación, general.

–Con que grabando conversaciones ajenas… Eso es incluso peor que escucharlas solamente. –Luego tomo a Flink del hombro y le dio la vuelta para verlo de frente– no, no, no… mal hecho… ¿qué haremos contigo?

–Por favor no me mate –suplicó Flink.

–¡Traiganme a Renu! –gritó el general. Los otros dos no tardaron en traer al otro hombre, bañado en sangre pero con mirada vengativa–. Aparentemente tú sabes más que él ¿o no?

–No, yo sólo estaba buscando comida y me encontré…

–Yo creo que es un espía –espetó el hombre que lo amenazaba con la pistola.

–¡No!, yo soy sólo…

–¡Silencio! –gritó el general al tiempo que le acertó un puñetazo en pleno rostro– ahora tu camarada morirá por eso– Flink sintió una mano tomando su barbilla y jalándola, abrió los ojos y vio al general apuntándole con una pistola a Renu en la frente. Renu sonreía satisfecho.

Ese momento hizo que todo se detuviera. ¿Por qué está sonriendo si está a punto de morir? Se preguntó Flink. ¿Habrá engañado al general? ¿Habrá mentido? ¿Estará sonriendo porque su martirio terminará?

El general jaló el gatillo esparciendo los cesos de Renu por el pasillo.

–Llévenlo a la silla, quiero platicar con él.

2 Comentarios/Memorias:

Svae dijo...

interesante final...

me agrado bastante, aunque pienso que ponerlas en desorden lo hace un poco complicado...

tk

Soiral dijo...

Leida. Sin releer las pasadaas...

Me gusto el final que tiene. Me dejaste con la curiosidad, y la misma pregunta en la boca. --

Me gusto bastante la cancion que recomendaste, le da cierto sabor extra al texto... Buenas descripciones de los lugares, me imagine el edificio las sabanas voladoras ... me recordo un poco a un escrito mio que hice hace tiempo, no se si lo recuerdas... creo que le puse de nombre Diario De Escombros o algo asi...

Buen Escrito, Muy Bueno.
Gracias, Sigue Escribiendo.
Soiral