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Memoriasencadenadas

22 de diciembre de 2007

Borrando Huellas - Capitulo 7 - Zaro

Zaro


–Ven aquí rata inmunda. ¡Probarás el filo de mi plomo!

–No estoy seguro de que deberías estar tocándolo todo…

–Bueno ya, ya. Lo estoy dejando en su lugar. –Dijo Naeru al tiempo que dejaba el sable en el pedestal lleno de polvo.

El interior de la torre era tan blanco como el exterior de la misma, parecía ser mas amplio que de lo que aparentaba en el exterior. El primer piso estaba lleno de pedestales con armas antiguas, arcos y flechas. Todo el suelo era blanco como la torre, tan brillante que se podía usar como espejo, aunque en el centro tenia el mismo patrón de símbolos que la puerta. El segundo piso estaba a muchísimos metros por encima de nuestras cabezas. Y solo se podía ver que eran solo balcones cubiertos por telas blancas.

Era incongruente en varios aspectos: Ni un solo sonido se filtraba desde afuera. No había ninguna ventana o adorno. Luego de pensarlo un poco ¿Quién había limpiado el suelo, las paredes y las armas que allí permanecían? El sonido parecía ser absorbido por las paredes, pues no se creaba ningún eco al caminar o hablar. El ambiente se sentía pacifico y reconfortante a pesar de la excesiva presencia de armas. Todo era mas ligero dentro de esa habitación, la escopeta que se encontraba entre mis manos parecía flotar sobre ellas en lugar de recaer sobre ellas. Lo mas extraño era que después de haber cerrado la puerta, sin haber encendido ninguna luz eléctrica o de otro tipo, la habitación permanecía iluminada como si poseyera una luz propia, o si la luz habitara ese lugar…

– ¿Me vas a decir que tú no tienes curiosidad por usar una de estas hachas o espadas? –Preguntó Naeru al ver mi falta de interés en los imaginativos relatos que profesaba cada vez que otra filosa arma tomaba.

– No, tengo dos espadas en mi casa…

– ¿Tienes espadas en tu casa? –Preguntó Naeru. Sin embargo yo estaba perdido en mi propia sorpresa. Estaba impresionado, inconcientemente había recordado algo sobre mi vida. Era insólitamente nuevo y sorpresivo ¿Por qué había recordado sobre las espadas y no cualquier otra cosa? ¿Sería que la torre desencadenara sucesos parecidos y por eso era tan misteriosa? – ¿Hola? –Preguntó Naeru mientras agitaba su brazo frente a mi cara. – ¿Hay alguien allí?

– ¿Qué? Ah si… eh… perdón… me perdí porque… ¿De donde vino ese recuerdo?

– ¿Qué recuerdo?

–El de las espadas… No había recordado nada desde que llegué aquí… ––Dije pensando en las dos espadas chinas idénticas que tenia en mi hogar, ambas con letras chinas en un lado de la hoja y un dragón del otro lado. La funda de imitación de piel de serpiente y el mando dorado con recubrimiento de la misma imitación de piel de serpiente.

–Es verdad… ¿No recuerdas nada aún? –Preguntó Naeru encogiéndose de hombros

–Nada en absoluto… Nada aparte de las espadas… –Dije cerrando los ojos tratando de concentrarme…

– ¿Por qué repentinamente recordaste las espadas?

–Quizá sea la presencia de espadas en este extraño lugar… –Dije haciendo la imagen de las dos ligeras espadas en mi mente

–Concéntrate… talvez puedas recordar algo mas...

–Eso trato de hacer, pero sigues hablando…

–Perdón…

–Recuerdo que una es mía… Pero la otra… no se de quien es… Recuerdo que colgué la mía en una pared… una pared verde… no, no verde, azul… azul… –Decía mientras imágenes vagas y fugaces venían a mi mente y luego escapaban rápidamente –También recuerdo que… ¿Qué rayos estas haciendo? –Dije después de abrir mis ojos y ver a Naeru algo lejos empujando un pedestal de piedra que aparentaba ser muy pesado.

–Ah pues… Hay algo debajo… Ayúdame a empujarlo. –El pedestal resultó ser mucho mas pesado de lo que dejaba ver a simple vista, pero con esfuerzos lo movimos y encontramos una hermosísima espada diferente a las demás… era exactamente igual a uno de los símbolos en el suelo, exactamente igual a uno de los símbolos de la puerta…

Era completamente negra exceptuando su filo que era blanco, curva como espada persa, parecía usada por las abolladuras en la hoja, pero nueva por como se reflejaban nuestras caras en la hoja.

Naeru tomo la espada y salió del agujero de un salto.

– ¡Tus entrañas serán esparcidas por esta hoja!

–… ¿Tienes que decir una frase de esas cada vez que tocas una espada? –Dije después de lo absurdo que su frase había sido…

–No puedo evitarlo… Es que me encantan las espadas… Y esta en especifico, es perfecta, como si el mango se adaptara a la palma de mi mano y la longitud de la espada fuera la adecuada para mi cuerpo –Dijo mientras la blandía por los alrededores… –En serio… Es perfecta… debes usarla…

–Bueno, préstamela… – Dije extendiendo mi mano hacia él. Caminó un poco hacia mí y luego se detuvo.

– ¿Recuerdas que te hable de un tipo al que le llaman Caos? –Dijo bajando la cabeza…

–Si –Respondí en voz baja admirando su extraña reacción.

–El estaba buscando algo llamado “Arma Suprema”… ¿Crees que sea esto? –Dijo aún cabizbajo.

–Podría ser… –Dije sin entender su radical cambio. –Mira, eso ya no importa, ahora vam…

–Una vez oí que Caos mataba a todo el que lo traicionaba de una manera inimaginable. –Dijo Naeru rápidamente interrumpiéndome. –Y sé que va a venir por mí.

–Pero tú no lo traicio…

–Si lo hice. El me trajo hasta acá sin que yo tuviera conciencia y luego me obligó a ayudarlo a matar gente y a… a hacer cosas horribles… Después un día me dijo que vendría a esta torre a buscar la… la… Y me dijo que no me fuera… Y entonces fue cuando me escapé y encontré la bodega. Después de un tiempo encontré a un hombre que me dijo que vendría un convoy… Luego el hombre amaneció muerto, así que corrí pensando que el lo había matado. Y luego te encontré a ti… Y pensé en llevarte a el como ofrenda de perdón… o para lo que fura… Y como no lo encontramos allí, te di la idea de venir a la torre para encontrarlo aquí…

–Pero cambiaste de opinión ¿No? Me dijiste todas estas cosas por algo… Y la idea de la torre yo ya la tenía desde antes… No te preocupes… –Luego Naeru levantó la cara, se estremeció y dejó caer una lágrima por su mejilla… – ¿Estas…? –No terminé la pregunta porque comenzó a susurrar palabras incomprensibles. Luego extendió hacia atrás el brazo con el que sostenía la espada.

Sin previo aviso, Naeru comenzó a tirar golpes con la espada hacia mí mientras yo, uno a uno, los esquivaba... Comencé a saltar retrocediendo mientras me iba acorralando hacia la pared interior de la torre… Era obvio que Naeru ya no era la misma persona, su mirada no era la misma, ni su actitud, ni sus movimientos. “Debe ser la torre. La torre lo hizo confesar al igual que a mi me hizo recordar, y después lo hizo cambiar, lo manipula. Esta poseído”

– ¡Naeru no me obligues a…! –Mis palabras fueron interrumpidas por el hecho de que había golpeado la pared. No quería morir, y era él o yo, tenia que hacerlo. Jalé el gatillo.

Naeru salió despedido por el aire hasta caer a varios metros de distancia después de que el disparo golpeo de lleno en medio de su pecho. Aún se mantenía respirando, como si el tiro no hubiera penetrado su piel.

Di un paso aterrado…”No puede estar muerto. Yo no soy capaz de matar a nadie”
Desde mi niñez pensé que yo nunca sería capaz de matar a alguien, que simplemente no tendría el valor de hacerlo por mano propia, que preferiría morir antes que matar. Pero ahora me había demostrado a mi mismo que eso era mentira, lo cual me llevaba a pensar que era parte de lo que estaba haciendo la torre sobre nosotros, además de las visiones que había tenido al entrar “Quizá fueron para prepararme” También cabía la posibilidad de que él no hubiera muerto por obra de la torre…

Cerré los ojos y tome un respiro profundo armándome de valor “La torre hará que él no muera” Mi miedo lentamente consumía mis pensamientos al ver que el movimiento que poseía, y que aparentaba ser respiración, había cesado. La sangre comenzó a escurrir por el pulido suelo y a esparcirse lentamente. Mi corazón se detuvo con el pensamiento “En verdad está muerto”… “¿Qué he hecho?” “No puedo creerlo… yo no puedo matar… no pude haber sido yo… ¿Qué me pasó?... Es la torre…”

Llegué hasta donde se encontraba su inerte cuerpo con el pecho ensangrentado... Estaba allí tirado muerto entre las armas con las que hacia unos momentos había estado jugando… “¿Lo habría hecho solo para que yo lo matara y no pudiera matarlo Caos?”

Mi cara se iluminó con ilusión cuando su mano derecha comenzó a moverse alrededor como si buscara algo. Pero mi pensamiento cambió cuando su mano alcanzó la pistola que tenia escondida en la pierna, rápidamente se levantó y me apuntó con el arma. Pero antes de que él pudiera disparar, cerré los ojos sabiendo que esta vez no podía fallar en matarlo y disparé.

Su sangre golpeó mi rostro y se desparramó varios metros en la habitación. Una parte pequeña de su encéfalo permaneció dentro de lo que quedó de su cabeza mientras el resto voló y cayó lejos de él. Ahora no cabía duda de la realidad, no podía estar mas muerto de lo que ahora estaba. Y yo lo había matado. Era inconcebible.

–Sin duda esta espada es hermosa… Ahora entiendo porque tenían tanto interés en ella… –Una voz detrás de mi. –Y no te preocupes, si está bien muerto… Ahora lo está… –Un hombre joven y blanco con ojos claros, pelo corto, facciones finas, voz grave pero suave, y una gabardina blanca cubriéndolo por completo sostenía la espada que Naeru había sacado del agujero debajo del pedestal y que había caído cerca de la puerta cuando el disparo golpeó a Naeru.

– ¿Quién eres tú? –Pregunté al verlo.

– ¿Qué importa? ¿No sientes algo de dolor por ver a tu amigo muerto? –Dijo calmado sin dignarse a mirarme por estar muy interesado en la espada. Sin pensarlo dos veces apunté la escopeta directo a su cabeza y disparé.

–Te reto a que trates otra vez. –Dijo desde el barandal de uno de los balcones del piso superior. “¿Cómo demonios llego allá arriba?

– ¡Baja tus armas ahora o disparo! –Grité pensando que lo intimidaría y conseguiría un mejor resultado que el anterior.

–Solo lo haré porque me lo pides de esa manera tan amable –Dijo sarcásticamente. Dejo con cuidado la espada en el balcón y luego sacó una pistola de su cinturón y la lanzó detrás de mi.

–Ya no tengo armas. ¿Ahora me permites unas palabras?

–Habla.

–Gracias. Estoy seguro de que llegaste hasta aquí sin una idea de cómo, con una excesiva o completa falta de recuerdos y con mucha confusión. –Dijo mientras se sentaba en el barandal del balcón. –También se que buscas respuestas a muchas preguntas que te han surgido desde que llegaste hasta ahora… Como ¿Quién es… o era Holf Naeru?, ¿Qué es este lugar? ¿Por qué esta torre es tan… blanca? Etcétera, etcétera… Y yo te puedo contestar a todas esas preguntas. Y muchas mas que se te ocurran… Puedo contarte sobre tu familia…

– ¿Qué tiene mi familia? –Pregunté rápidamente sin dejar de apuntarlo con la escopeta.

–Nada… Nada. Solo decía… ¿Sabes que no hay necesidad de que me apuntes con esa cosa verdad? Igual a esta distancia sería imposible que acertaras… –A pesar de que tenia razón, yo no bajaría el arma, ¿Y si se acercara repentinamente? Un silencio incomodo se apodero de mi, mientras pensaba en sus tentadoras ofertas, pero no podía aceptar mientras no me dijera que era lo que buscaba a cambio. – ¡Ah! ¡Pobre Holf! Estaba tan perdido… Pensaba que las espadas son hechas de plomo… – Dijo el hombre cambiando a un tono preocupado.

–No cambies de tema… ¿Qué es lo que pides a cambio? –Grite agresivamente.

– ¡Ah! Pero es obvio… ¿Cómo pude imaginar que eras tan ingenuo? Claro, claro, nada en la vida es gratis… Lo único que te pido es que me sigas… Yo seré algo así como tu maestro… –Dijo con una sonrisa en la cara y una mirada soñadora. Luego su semblante cambió y se hizo preocupado. –Este mundo es… cruel y despiadado… Es un lugar horrible para vivir. O siquiera para pasar. Está siempre lleno de guerras y de… –Su semblante volvió a cambar pero esta vez a una cara con entusiasmo. –Si te me unes podríamos llegar a lugares hermosos y ciudades inimaginables. Te costaría un poco de trabajo aclimatarte al principio, pero con el tiempo, podrías incluso conocer la verdadera realidad. Imagínatelo… –Se produjo un silencio en el que el miraba el vacío con la misma mirada soñadora y la misma sonrisa ilusionada.

– ¿Qué ganarías tú?

– ¿Yo? Nada mas que un buen aprendiz. En estos días es… muy difícil encontrar un buen aprendiz… Hay una guerra allá afuera… Y ¿Qué no daría yo por tener un buen aprendiz? Uno con el potencial suficiente… Uno con tu potencial. Uno que no haya muerto aún. Uno que no haya sido tomado por el otro lado…

– ¿El otro lado?

–El otro lado… O… Los del otro bando, de la guerra…

–Entiendo. ¿Cuál es su nombre?

–Para decírtelo primero necesito tu respuesta… –“Esto no suena a persona confiable”

–Esta bien, acepto –Dije bajando el arma.

–Perfecto –Respondió con una sonrisa de oreja a oreja.

–Ahora… ¿Cuál es tu nombre?

–Mi nombre es Zaro, con zeta. Pero todos me llaman Caos. Me gané ese apodo porque mi madre siempre decía que yo era un caos frente a mis amigos y… –Mi mirada se desvió hacia el cadáver de Naeru. Y recordé lo que me había dicho sobre él. –…Supongo que Holf te habló de mí. Verás lo que él te dijo eran solo… –Paró de hablar cuando vio que volví a apuntarle directamente.

–Cambié de opinión…

– ¡Oh! pero ¿Por qué? –Dijo desilusionado. –Bueno pero… ahora que sabes mi nombre… No tengo mas remedio –Prosiguió en tono de resignación mientras se ponía de pie en el balcón. Tomé mas fuertemente la escopeta y comencé a apretar un poco el gatillo para estar listo cuando se acercara. Pero estaba desarmado, no podía hacerme ningún daño.

Colocó sus manos mostrándome sus palmas con los brazos bien extendidos hacia mí. Luego hizo un ademán como si estuviera empujando algo en el aire. Una fracción de segundo después fui violentamente empujado hacia el suelo, en el momento en el que mi espalda golpeó el suelo, la escopeta se escapó de mis manos y golpeó la puerta de la torre abriéndola un poco.

– ¿Ahora quien esta desarmado y quien no? Dijo Zaro parado a menos de dos metros de mí sosteniendo la pistola que había lanzado apenas hace unos momentos. –Pudiste pasar de largo las advertencias de Holf y llegar a ser el más grande de todos… ¡Pero tenías que escucharlo! ¡Tenías que decir que no! Eso fue… Un suicidio… –El arma de Zaro salió despedida por el aire. Al instante muchísimas balas provenientes de varias personas con vestiduras negras de equipo táctico comenzaron a estrellarse en una invisible barrera esférica que rodeaba a Zaro. De un salto llegó hasta el balcón donde antes estaba y tomó la espada.

–Esta vez es tuyo Erika, pero será mío. Tú lo sabes. Es el destino, no lo puedes cambiar. Él vendrá a mí tarde o temprano… Y dile a Absa que lo veré pronto… –Dijo mientras se giraba.

– ¡Bastardo Infeliz! Susurró la única mujer que había en el equipo, después de dejar de disparar. Pelirroja y fuerte, de buen cuerpo, ojos cafés y voz madura. –Tu vienes con nosotros –Dijo tomándome por el antebrazo.

– ¡Yo no voy con nadie! –Grité zafándome de su mano. – ¡No hasta que alguien me diga que demonios sucede aquí!

– ¡Oh si vendrás!


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1 Comentarios/Memorias:

Necro dijo...

comentario 1 de los k te debo...
bueno, parece k aki empiezas kon las cargas significativas de violencia... kreo k jamás había visto descrito en alguna historia komo se le vuela la cabeza a alguien kon una escopeta... eso fue bueno, me mantendre al tanto, sigue interesandome...