Información Ocasional

¡Nuevo botón! (¡Actualícense!)
Reportar en caso de encontrar mensaje(s) ocultos.
Blog en proceso de recuperación
¿Faltas de ortografía? ¿Errores de estilo? Repórtalo en un comentario. Ayúdame a mejorar...

Mi botón

Memoriasencadenadas

26 de diciembre de 2009

Inquietud

Atrasado de "navidá". Imágenes no relacionadas.
Léase de manera más amena y completa recostado sobre el ombligo y en pijama. ¿Puedo ser más directo? Comenten.

Inquietud


Está muy frío afuera cuando salgo a pisar la colilla del cigarro. No quiero que ella me encuentre.

Últimamente mi fuerza ha flaqueado. Es, tal vez, la razón por la que el asuntillo aquél no para de dar vueltas en mi cabeza.

“La luna está brillando mucho esta noche” pensé mientras miraba el humo alejarse desde mi ventana.

Ya ha pasado mucho tiempo y debería ser hora de que la verdad saliera a la luz. Pero es muy difícil lidiar con todo esto.

A veces estoy sintiendo cómo mi saliva pasa por mi garganta, lenta e insegura, y recuerdo el olor a gasolina del encendedor de hace unos momentos, y el de hace unos años, cuando todo era más feo, más hermoso, más mágico. Cuando mi vida todavía parecía tener sentido.

Hoy te vi, y creo que es quizá por eso por lo que estoy inquieto.

Sólo pienso…

Pero luego vuelvo a sentir la colilla entre mis dedos, y el calorcito de la brasa ya acercándose a mi piel.

Vuelvo a mirar por la ventana abierta e imagino que el reflejo de la luz en el vidrio podría servir de señal. Imagino un escenario en el que vives frente a mi casa, en el que cada noche, a la misma hora, ambos miramos por nuestras ventanas, pero está oscuro y no podemos saber si el otro está allí, así que usamos el reflejo de la luz de luna en nuestras ventanas para identificarnos, muevo el vidrio de lado a lado echando la luz sobre tu ventana, y tú haces igual. No estamos solos, aunque no nos podamos ver.

¡Qué brillante la luna y qué momentos contigo!

Hoy te vi, y creo que es quizá por eso por lo que estoy un poco… desequilibrado.

Sólo pienso ¿qué será de mi vida ahora que estás tú?

Hace rato que ella se fue y me quedé solitario, otra vez, en mi cama. Vagando en cosas que tengo que hacer o que quiero hacer, pero que realmente no tengo ni quiero hacer. Quizá encender un rato la televisión y escuchar la música de una película que no quiero ver mientras me miro en el espejo y tengo sangre en la mejilla. No es una cortada de la navaja de afeitar, tampoco es auto infringida ni salió de la nada. Me gusta pensar entonces que es una pequeña muestra del dolor que siento ahora. Que mi cuerpo tiene que sangrar un poco por todo lo que mi alma se niega a sangrar.

Pero luego regreso, y me olvido, sigo actuando a ser aquél a quien no le interesa. Sigo siendo el yo que no quiero ser, pero ése es parte de mí. Es tan yo como el yo que sí quiero ser y que, a veces, logro ser.

Me descontrolo. Se me crispan los nervios y no sé qué responder cuando ella pregunta qué estoy haciendo, y no quiero responder que te estoy escribiendo a ti.

Creo que sí, estoy un poco inquieto, un poco desfasado de este lugar.

¿Será por que hoy te vi?

Sólo pienso… ¿qué he estado haciendo?

Escucho las voces, como de película antigua. Estoy en la cocina y pareciera que alguien encendió el televisor en la planta alta. Me acerco a la escalera, con mi sándwich a medio comer en la mano, queriendo saber si hay alguien más y que siempre estuvo allí pero que no noté cuando estaba allá arriba. Luego pienso: ¡qué hermoso sería que fueras tú! Entonces sonrío y regreso a la cocina, pienso que estarás mirando una mala película en la televisión mientras yo voy a la cocina a buscar un bocadillo. De pronto me encuentro con que sonreirás cuando yo suba con un sándwich para ti y que lo comeremos juntos mientras reímos del drama cinematográfico, como aquella vez que fuimos al cine y reímos durante toda la película, aquella vez que fuimos porque nos invitó… ¿quién fue? Y subo con un sándwich y un vaso de leche para ti. Pero, a medida que subo las escaleras, la conversación de la película se desvanece en el aire, igual que el humo del cigarro que fumaré un rato después, bajo la luz de luna. Al llegar arriba recuerdo que estoy solo. Me siento en mi cama y enciendo la televisión, como es sábado hay una película mala acompañada de música de una cantante latina. Me como el platillo lentamente, dando sorbos eventuales al vaso de leche. No puedo prestarle atención a la televisión, sólo puedo pensar en ti y en lo frustrado que me siento de que no estés aquí.

Pero hoy te vi.

Quizá esté… un poco desajustado.

Sólo pienso… qué bellos ojos tienes.

Termino mi bocadillo nocturno y veo a la actriz fumando, vestida de rojo flamante con labios pintados de seducción carmesí mientras platica indulgentemente con un personaje misterioso. Se me antoja un cigarrillo, pero ya es algo tarde y en cualquier momento llegarán. No quiero que me descubra, pero mi cuerpo lo necesita.

Abro la ventana y enciendo un cigarrillo tal y como quería, con mi encendedor negro que compre justo esta mañana para cuando la ocasión ameritara de algo parecido. Pronto el cigarrillo se está acabando y ya las brazas alcanzan, con su calorcito, la piel de mis dedos. No quiero que me descubra, pienso, así que decido arrojar la colilla al techo, pero mi fuerza ha estado flaqueando últimamente, así que no logro atinar y la colilla cae al jardín.

Bajo rápido las escaleras, abro la puerta y busco los residuos de mi vicio secreto, pero no están a la vista. No sé si tardará en llegar o si se presentará en cualquier momento. De cualquier manera estoy en el exterior, cualquiera pudo haber arrojado una colilla a nuestro jardín, y si tarda en llegar el aroma se habrá esfumado por completo, como el humo mientras veía la luna. Estoy nervioso, lo siento en las yemas de mis dedos, pero no sé si es por esta situación o por haberte visto hoy.

Creo que, tal vez, eso me tiene un poco… intranquilo.

Sólo pienso… en ti.

Siento una lágrima en mi mejilla. Una lágrima que me sorprende pues no me siento triste, sólo solo. La recojo con el dedo y lo descubro: no es lágrima sino sangre. Cierro la puerta y voy al baño, en el espejo veo mi mejilla herida, pero no sé cuándo sucedió eso. Tal vez he estado pensando tanto en ti que ni he notado lo que me pasa a mí. Me limpio un poco y noto que olvidé apagar el televisor, lo cual me parece extraño porque yo nunca olvido apagar el televisor, no es como tu maña aquella de ponerle seguros a las puertas cuando las cierras detrás de ti, este hábito es bueno, pero ahora falló. Quizá sea porque hoy te vi y no puedo parar de pensar en ti.

Sólo pienso… ya te extraño.

Me arrojo a la cama, sé que está a punto de llegar y que querrá saber dónde estuve todo el día, porque no me lo preguntó antes, tuvo que irse muy aprisa porque ya la estaban esperando. Tendré que mentirle una vez más, decirle que fui con los amigos… incluso podría decirle que fui a tomar unas copas… me reiría en mis adentros al ver su reacción.

Tengo mucho frío, nada parece calentarme. Es un frío no sólo externo, sino también de mi abandonado interior. No tengo nada que hacer y parece incluso como si la televisión estuviera apagada. Comienzo a frotarme los pies, ahora descalzos, para apaciguar el frío. Recuerdo el hermoso tic que tienes de frotar lentamente uno de tus pies contra los míos, como una caricia dulce que me hace sonreír y ver tus párpados cerrados en armonía, porque eso sólo sucede cuando dormimos juntos, así tan abrazados como una pareja feliz. Y ha habido noches que no puedo dormir de tanto pensar en ti. Debo confesar, pues ya es hora de que lo sepas bien, que me encanta pensar en ti y no dormir por hacerlo… es mi pequeño secretito. Creo que estoy un poco enfermo de ti.

Y hoy… hoy que te vi, estoy un poco inquieto.

Sólo pienso… se siente hermoso estar así por ti.

Pues contigo logro alcanzar… una paz interior que no tengo cuando estoy sin ti…


¡Navidad!

22 de diciembre de 2009

Imagínatelo

Soundtrack: Twilight Coda - Steven Wilson. No la pude convertir para que la oigan aquí direvtamente, bájenla y reprodúzcanla en su compu. Por favor, eviten leerlo sin la canción, ya que el texto salió de ella. Comentarios, correcciones, quejas y sugerencias bien recibidas. Si quieren ver el título como debería verse, luego me piden la fuente...



Imagínatelo




Aunque sea sólo por un segundo.

Imagínatelo.

Vas caminando en la calle nublada. No podrías ver más allá de cinco metros adelante, pero no importa, porque vas mirando fijamente al suelo. Está gris todo, aparentemente hay gris en el aire, pero no lo sabes, es como si la enorme inocuidad difusa devorara todo el mundo por igual, exceptuándote, te deja fuera de ello. Te sientes excluido por algo que no puedes notar, por algo que no se te presenta, por lo que lo interpretas sólo como uno de esos sentimientos sin explicación que suceden de pronto. No pasan ni coches, ni personas, el mundo está completamente paralizado y…

Llegas a un parque. Si no hubieras estado allí antes no sabrías que es un parque. Está solitario y lleno de bruma, casi fantasmagórico. Sabes que hay árboles delante, pero se hacen invisibles, tal vez por el gris, tal vez por que los ignoras. Hay en ti un poco de esperanza, de encontrarle te sentirías mucho mejor.

Aunque sea sólo por un segundo.

Mira alrededor. Agudiza la mirada. Trata de ver todo el parque que está luchando por esconderse de ti. Llénate los ojos de todo lo que no es gris. Encuéntralo.

No está.

Pero imagínate que sí está.

Imagínate que no todo es gris y que no miraste el suelo durante todo el camino. Imagínate que no hace tanto frío por dentro, porque por fuera estás bien abrigado.

Imagínate que el chico vestido de negro que está leyendo con la pierna cruzada en la banca cercana es él.

Que te está esperando ansiosamente y tiene que leer para evitar ponerse más nervioso. Que te esconderás detrás de la estatua y planearás lo que dirás mientras lo miras desde lejos. Que se sorprenderá y sonreirá al verte, dejará el libro a un lado y te esperará. Que cuando llegues hasta él te abrazará y tú a él, que te dará un beso en la mejilla y te susurrará que textraña.

Imagínate que te mira a los ojos y ves tu reflejo en ellos, que sonríes en el reflejo, en él, aunque no lo hagas en ti. Que se pierde tu mirada en la suya mientras en silencio surgen los sentimientos.

O imagínate que no está, pero que al comenzar a buscarlo entre los árboles llega por detrás y te tapa los ojos para besarte en el cuello. Imagínate que te abraza muy fuerte por el torso y que sientes el calorcito de su cuerpo arrancándote el frío. Imagínate que el parque se ve a todo color, con cielo azul, árboles verdes y unas bellas manos aferrándote a alguien más. Imagínate que te voltea lentamente, que acaricia tu mejilla y que apenas te toca los labios con los suyos, a ojos cerrados.

¡Imagínate alguien te salvará de la soledad!

¡Imagínate que te quitará el frío del alma!

¡Imagínate que tu búsqueda tuvo sentido!

¡Imagínate que no estás muerto!

¿Qué importa que sólo esté en tu imaginación?

¡Imagínate que no estás solo!

Aunque sea sólo por un segundo.

Imagínatelo.

8 de diciembre de 2009

De Letras Suicidantes

Es muuuy malo. ¡No lo lean!
Un par de lágrimas y una vela.
Hacía mucho que no publicaba... seguramente nadie se dará cuenta.
¿Plagio? Se llama "inspirado en...".




De Letras Suicidantes



Puedo escribir las letras más suicidas esta noche.

Escribir cómo muerde mi cuello hasta dejarme

(inconciente.

Hablar de saltar por ventanas, de pastillas, de

(navajas.

Puedo pedir mucha ayuda esta noche. No la tendré.


Puedo escribir las letras más suicidas esta madrugada.

Letras suicidantes que suplican por auxilio,

que se van inadvertidas en el silencio.

Voces que no tocan a nadie y que sólo sangran.


Capas y capas de sombras, de adioses, de ayeres y de

(cansancio

esconden todo lo que ahora quiero de estas letras.

Todo aparenta tener sentido al ser mirado tras el velo

(de tus ojos.

Parecería que es más fácil encontrar la verdad sin

(sufrir.


Volviendo a la Tierra, puedo escribir letras de dolor.

Sin sentido, sin dirección. Nadie nunca las leerá.

A mi carne acompañarán, en el féretro se perderán,

y junto a mis últimos pensamientos morirán.


Velos ausentes parecen estas letras

que en suicidio distante aparentan rayar.

Puedo escribirlas esta noche sin remordimiento

(alguno,

sin siquiera considerar que estas letras están vivas.


Sólo recordar, sólo escuchar el frío silencio.

Me estremece el pensar en una muerte sin palabras.

Puedo escribir, de letras suicidantes, este momento

y dejar, al fin, un retazo de mí, aquí.


De aliento, palabras no quiero. Quiero un verso más

y una última frase de amores distantes, de letras

(suicidas.

El roce de estas letras corta desde mi mejilla, se lleva

(el dolor;

destroza mi cuello, al fin veo una oportunidad.



31 de octubre de 2009

Bebedor de Sombras

¡Comenten!
Bebedor de Sombras


Es tu sombra interminable

un veneno conocido,

un licor extraordinario

que resbala entre mis dedos.


En un vaso yo la tengo,

siempre fría, siempre horrenda

y la agito con premura,

se me escapa ante los ojos.


La aprisiono con mi boca,

la retengo, me enveneno.

Es suicidio, esa, tu sombra,

caes en rocas afiladas.


Es tu esencia, toda tú,

un camino hacia el infierno,

un infierno arrepentido…

la resaca de tu amor.


Me la bebo toda entera,

te asimilo, ya eres mía;

ahora tomo tu lugar;

en rocas muero, igual que tú.


*Para Pau
porque estaba ahí cuando lo publiqué
y la necesité
=D

25 de octubre de 2009

199 Noches de Muerta

Si el ritmo se pierde es sólo por el Whisky... ¡Comenten!



199
Noches de Muerta



Abro los ojos.

¿Cuál es la diferencia si sólo hay oscuridad?

Mis pasos, uno a uno, se van hundiendo en negro suero.

Codeándome con mis dolores,

frente a un nuevo mundo de completa y obligada soledad.


Áspero.

Qué áspero es el beso nocturno que Noviembre engalana,

qué negras son las rosas que ornan tu ataúd,

y cuántos son los plomos, por mi mano repartidos,

cada uno gritándome su necesidad, pidiéndome matar,

haciéndome sólo recordar.


Unos últimos respiros que meses durarán…

Tal vez años, tal vez otras nueve vidas.


Otras ciento noventa y nueve noches en insomnio,

Otros veintisiete años de desconfirmación de una realidad vivida.

Otros veintiún casquillos repartidos en el asfalto.

Y una última sonrisa, una última palabra… sólo para ti.

Sólo para ti lo que queda, pero este whisky es todo mío.


¡Oh! templadas ventanas de la choza en desolación

¿por qué soy yo quien mira la nada a través de su inconciencia

sin tener momento alguno de armonía con mi cielo,

habiendo olvidado que el único motivo por el que sigo encerrado

en esta caja oscura, desdichada y maloliente, es transportarme

lejos a otro mundo en sueños donde otros muchos dirán

que ésta, mi vida, es sólo fantasía?


Y que retumbe hasta la última noche de amores tardíos

que lleva al amante perdido en susurros maniacos

a convertirse en verdugo de odio y dolor,

suicida feliz en su último instante,

si llega el espejo, aún taciturno, narrando una historia feliz

de consuelo y concordia, a decirme a mí, que soy don doliente,

que ya se acabaron mis días de miseria, que ya se acabaron

mis días de esta rabia, que ya se acabaron insultos, reproches

y hasta un tierno cielo que siempre sonríe a través de mis ojos,

cuando estos se cierran para despedir a minutos faltantes

para cumplir… mis últimos ciento noventa y ocho días.


Y dame otro cigarrillo,

que se ha puesto ebrio ya el tabernero,

que Lucy empezó a bailar prematura,

que me urge llegar a mi hogar placentero.


Ya serán nueve, ya serán diez,

serán nuevas noches que gaste en placer.

¡Tú sigue lamiendo, perra del infierno!

¡Para eso te pago imbecil bastardo!

Ya serán once y ya serán otras,

serán ciento noventa y siete premuras andantes,

ciento noventa y seis cafés quemados,

ciento noventa y cinco sábanas pegajosas,

ciento noventa y pico mujeres ardientes.

Pero yo seré, soy, fui. Siempre uno.


Uno sólo, contra ciento noventa y nueve litros de malta.

Bajarán por mi garganta sin alto ni espacio,

dejando desnudo mi ensueño perdido,

dejando cansado al efebo sin rima.


Ya basta de iguales, de siempre los mismos y últimos Lares. Harto estoy de ver tu rostro pálido, hablándome loco, ciego, tartamudo ¡no dices nada, carajo!, te voy a enseñar lo que es una tunda que, es obvio, tu padre jamás te dio.

¡Tú déjame imbecil, que sí te pagué!, tus copas te hacen contar de más, y yo juro y perjuro que sólo tomé quinientos vasitos de whisky del noventa y tres.

¿Qué quiere señora, si su hijo así quiso?, si él me insistió e insitió y yo dije que no, si él le siguió y yo lo alejé, si luego embriagué y él me convenció ¿Qué quiere señora si él me obligó?, le dije que no y que no y él me llevó y no pude resistir. ¿A mí qué me importa que tenga sólo doce?, yo nunca aposté que era mayor.

¡Usted déjeme baboso, que nada tiene que ver! ¿A quién le importa que usted sea la autoridad? A su mujer y sus hijos los mato a patadas, pero usted no es muy hombre para pelear frente a frente.


Y puños, y loco, y gritos, y sangre, y balazo, y me toman, y grito, y ventana, y me caigo…


Eterna caída.

Un alto repentino.

Yo juro haber sido la víctima.

¿Cómo es que nadie puede ver

las ciento noventa y nueve noches sobre mí?


Pero es suficiente,

ha llegado el momento.

Ésta es mi renuncia

y qué importa un buen final.

Ya harto me encuentro,

ya hasta enfermo estoy

de miles de broncas,

consuelos ilícitos,

pendejos niñuelos,

putas, putas, putas

y sus encabronados maridos.


¿Por qué nadie vio que yo siempre estuve queriendo tu amor?

¿Por qué me desangro tan lento y sin ti?

¿Por qué no sonríes, chicuela, mi amor?

¿Por qué se me acaban los versos sentidos?

¿Por qué no mejor que se acaben las noches?,

que una por una, se vayan muriendo

y me dejen aquí para disfrutarte

tan muerta y tan linda como te has puesto

después de sólo ciento noventa y nueve días

de estar bajo tierra.


Te ofrezco mi sangre, Elena querida.

Bébela toda del grifo que un revolver me ha hecho.

Toda es tuya, toda mi vida.

¿Ya qué importa si no puedo dormir

si después de esto por siempre dormiré?

¿Ya qué importa que tu hayas muerto

si en este momento te alcanzo necrófilo?

¿Ya qué importa si es negra la noche,

cuando esta noche la paso contigo?



---------------------------------------
Éste va por Svaejat
-¡Salud!-
porque ya ni sé si me sigue leyendo.
¿todavía me lees preciosa?

6 de octubre de 2009

A la orilla del cielo

Corto y equis... pero es algo... comenten.

A la orilla del cielo

Blanco.

–¿Aquí se acaba? ¿Es esto todo? –se preguntó el hombre de traje y maletín al vislumbrar a la orilla de la limpia e infinita tabla blanca en la que había caminado eternamente– no puede acabar aquí… es decir, no puede acabar. Debe ser infinito.

Se acercó a la orilla hasta asomar la cabeza hacia el vacío y debajo sólo vio blanco. Luego miró hacia atrás y vio su largo recorrido que se perdía por siempre en el espacio y el tiempo. Vio de nuevo el abismo, vacío hasta de oscuridad, y temió comenzar otro recorrido eterno: el de caer.

Era una orilla tremenda, larga como un hilo infinito de horizontes y blanco como sólo un paraíso limpio y perfecto puede ser. Toda una existencia comenzaba a desmoronarse ante esa línea que dividía el siempre conocido lugar y hogar del hombre y un vacío desconocido.

–No puede ser –soltó de pronto– siempre he estado caminando con el único propósito de encontrar que este cielo es infinito, pero no lo es… justo aquí se está acabando.

Que impotencia tan grande invadió el cielo entero en ese momento. Su voz se adelgazó y en su mente sus palabras comenzaron a titubear. Una línea que jamás debía encontrar le estaba limitando el infinito. Sintió nauseas, confusión, su vista se nubló. El gran espacio que el hombre siempre (o nunca) había conocido pareció reducirse tremendamente a una línea divisoria entre un sí y un no. Ahora tenía un cielo y un no cielo en el que podía caer indefinidamente.

–Si mi cielo no es infinito… Significa… ¿significa que tampoco yo lo soy?

Un desgarrador frío se apoderó de su alma y el maletín donde la llevaba. Sintió tristeza por primera vez. Sintió duda por primera vez. Sintió por primera vez. Y tal fue el sentimiento que una lágrima escapó de su ojo y comenzó a flotar hacia el vacío, pero no se sumergió en el no cielo, sino que cayó rápidamente hacia arriba. El hombre siguió su lágrima con la mirada y pudo vislumbrar, a lo lejos, el mundo.

Se inclinó sobre la orilla y se dejó caer hacia el mundo igual que la gota, pero su maletín, con su alma y su salvación cayó hacia abajo, hacia lo desconocido.

En la limpia e infinita orilla de la tabla del cielo sólo quedó el recuerdo taciturno del hombre, que cayó a la tierra sin saber dónde había dejado su alma y que estaría destinado por siempre a buscarla. Al final la orilla del cielo se desdibujó y bloqueó el paso entre el mundo de los vivos y el mundo de las almas.

24 de septiembre de 2009

Astro de mi bizarría

Este texto es... mi forma de concebir aquel sentimiento. Tomen bizarría con el doble sentido que tiene: valentía/pecho y extrañeza/"raridad". Hace mucho que no escribía, critiquen, aporten, construyan... o al menos lean. Recuerden reflexionar sobre la trascendencia de algo que en nuestra sociedad ha tomado mucha importancia y que puede, como tal, formar y reformar vidas enteras y que es, al mismo tiempo, creador "omipotente" y destructor masivo de un todo del que se conforma el ser humano. ¡Comenten!

astro de mi bizarría


Tiendo a perderme. Voy simplemente por ahí caminando o pensando o siendo simplemente y entonces termino en donde no debería terminar. Incluso me pierdo cuando estoy explicando lo que tiendo a hacer, porque es una de mis habilidades… tender a hacer cosas, o explicarlas… o perderme… Y me pierdo muy fácil, es decir a veces estoy aquí y luego estoy allá dando ejemplos o divagando en mis divagaciones y perdiéndome y perdiéndome más hasta perderme incluso mientras me pierdo, hasta perderme de perderme y entonces dejar de perderme para encontrarme. Y es frustrante y placentero, pero a veces no me ayuda… o mejor dicho nunca me ayuda.

Y es así de fácil como cuando estoy pensando en ti, porque no puedo dejar de pensar en ti, y entonces empiezo a diversificar mis pensamientos y a verte en una vertiente u otra a meterme en una y a regresar a caminar entre os edificios de mi mente y encontrarme solo en las calles en donde solíamos caminar juntos, con mi paraguas, bajando y subiendo de la banqueta, entre los charcos y viendo las gotas de lluvia caer, con una gabardina y a bufanda que me reglaste para probarme que sabías tejer, y ahora se vuelve tan claro que siempre has estado junto a mí, porque por más que lo intento, siempre estás aquí, en mi bufanda, en cada una de las millones y trillones gotas que se suicidan de las nubes al mismo tiempo, en la bufanda, en una bonetería de la que platiqué mientras viajaba contigo en un auto rojo (o quizá no fue contigo), en cada charco que refleja mi rostro igual que lo hace el espejo de la casa 704, porque a la 704 solíamos ir para las navidades y entonces ¿recuerdas? Solíamos subir a la habitación de Angélica para mirarnos en el espejo, porque era muy bonito ese espejo, y siempre estabas tú a mi izquierda en el espejo y fuera de él, tan tú, tan completa y tan real, y ahora es el espejo algo más apagado, como si estuviera roto o como si el cuarto estuviera oscuro y no me reflejara realmente, pero sé que soy yo pero no estoy completo porque no estás tú, no estás ni en el espejo, ni en las gotas, ni en los trenes a los que suelo subir por la madrugada cuando voy al trabajo y pienso en ti, porque siempre pienso en ti, pero no pudo pensar bien en ti porque algo me falta para pensar en ti, me faltas tú para hacer todo y es como si siempre hubieras estado conmigo pero ahora ya no y entonces mi vida sigue siendo mía pero la mitad es tuya y, aunque yo la vivo, se la pasa contigo y no me deja ser yo sin ti porque tú eres parte de mí ¿o yo de ti?

¿Cuándo? Es decir, no me di cuenta cuándo te fuiste realmente. Tal vez fui yo la que se fue, tal vez caminamos en distintas direcciones hasta cruzar el mundo y encontrarnos y entonces descubrimos que era mejor no caminar, o caminar paralelamente o tal vez al caminar y no caminar traspasamos las paredes de la realidad y tú o yo acabamos en otro lugar, en otro mundo, un mundo de calles oscuras y aire chicloso, de habitaciones consecuentemente vacías y tinacos sucesivos que crean infinitas series que no podemos ver al igual que cuando miramos con un espejo enfrente y otro detrás. Y tal vez es que sí estás sentado aquí a un lado de mí en el restaurante último de la calle última de la ciudad última por la última razón que nos pudo decir la última persona que nos encontró juntos… pero no hubo nadie nunca: ni personas, ni razones, ni ciudades, ni calles, ni restaurantes y aún así te siento aquí sentado a mi lado con tu cuerpo caliente seduciéndome con bellos poemas entre café y cigarrillo, entre tus besos y mis caricias entre la cama y la sábana, entre la mañana en que te fuiste y la ventana que miré cuando noté que en realidad estoy sola y lo que siento como tu cuerpo y tu voz es sólo el frío vacío que me carcome por dentro y me sigue narrando una historia que no es mía, sino tuya, donde yo no soy la protagónica, eres tú en tus calles, en tus regalos detallistas, en tus palabras sin sentido, en tus olvidados ojos cafés que me miraban como nadie nunca vio el más hermoso cielo.

Siempre solías hablar menos. Que si decías que el café era bueno o si tu computadora se tardaba demasiado en prender, pero siempre el tema era mío y yo era el que acariciaba tus senos mientras tú esperabas sentada en el último cajón de nuestros recuerdos en el que entrábamos y salíamos para resolver nuestros problemas teniendo las evidencias claras de que el amor… no, no el amor, ¡nuestro amor! lo podía todo. Y en ese todo simplemente nos fuimos yendo y yendo hasta despertar en diferente cama, en diferente cuarto, en diferente casa u hotel, en diferente ciudad, en diferente país, continente, mundo, en diferente mente y diferente cuerpo, en diferente divagación en la que nos perdíamos por siempre mientras tendemos a luchar contra ese todo contra el que, sabemos, no podremos seguir luchando ni un día más. Y fue así como me vi sola al espejo y cepillé mi cabello en el baño, pero estabas tú en la tina así tan sola como cuando te bañabas y leías tus novelas con tus velas y tu incienso y yo me sentaba como un macho en la sala a leer mi periódico, o cuando terminabas de leer la sección de deportes y te desnudabas frente a mí y te metías conmigo a la bañera para que hiciéramos el amor todo el día, toda la noche, toda la semana, al menos hasta que, como ahora encontraras que ya ni siquiera piensas en mí, que estoy solo y tú ya has desaparecido de mi vida, o yo de la tuya, pero que aún te necesito para estar cuerda y que no puedo estar sintiendo en este mundo sin que me expliques aquella canción en el café Rojo del centro, que no puedo vivir sin que me toques con tu arma femenino, sin que tu ronca voz de locutor de radio me llamaba y me incitaba a amarte más, sin que por única vez aceptaras azúcar para tu café porque siempre me preguntabas y nunca dije que sí, pero en esa ocasión sí quisiste y entonces por fin te robé el primer beso que fue también el último y el único que jamás te di.

Y hasta el último momento en el que me dijiste que sí, que no, que tenías que quedarte por siempre conmigo pero que te fuiste sin llorar el llanto que necesitaba llorarte, pude ver que lo evidente era nada sin tu presencia, que te quería más de lo que jamás había vivido y que necesitaba de que coexistiéramos juntos en la misma realidad y que no importaba si uno de los dos había caminado tan lejos para no estar con el otro o que si uno de los dos había obligado al otro a irse lejos, que si desaparecí o tú a mí, si te destruí o me creaste, que si nos conocíamos o sólo nos besamos por accidente en el camión y no nos volvimos a ver, de todos modos estábamos juntos, y tan juntos que no podíamos dejar de estarlo, nuestras mismísimas esencias se habían conjuntado para ser una y aunque uno ya no estaba ahí porque es un impedimento no pertenecer al mismo plano, aunque uno no pertenece y el otro siempre está en soledad, aún así habíamos vivido todo juntos y yo te había idolatrado desde siempre porque eres tan bella, tan tierna, tan linda y que no importa si me drogaste, me metiste a la cajuela y luego me disparaste en un estacionamiento o en un lago. Porque realmente siempre estuvimos separados por sólo un mundo o dos, jamás nos vimos y jamás nos tocamos, pero esos besos, esas palabras, las experiencias y las noches de desvelo, pasión y placer nadie nunca nos las podrá quitar, ni si te maté ni si no te maté ni si existimos en el mismo lugar o no, porque aquellos trenes, aquellos juegos y aquellos días nunca fueron parte de algo que no pasó, siempre fueron nuestros y siempre, siempre serán por nosotros y para nosotros. Ya no importa si quería irme con otra porque me gustaba más y tú te enojaste porque te sentías poco hombre para retenerme, no importa si mi sangre quedó sobre tus senos y tu flada amarilla después de que me apuñalaste, que no importa si te dejé en un baldío y llamé a la policía para reportar a un hombre muerto, no importa si nunca nadie me encontró y ahora camino y divago y me pierdo solo en un mundo que nunca conocí en el que las calles no son calles y yo no soy yo, que no importa si siempre me arrepentiré por haberte asesinado. Aún así me disculpo, por una simple razón:

Te amo.