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Memoriasencadenadas

31 de mayo de 2008

Sueño Arrepentido



Sueño Arrepentido





I Mueve El Horizonte


¿Qué es el horizonte?


¿Está siempre adherido a la Tierra?


Alejarlo sería divertido. Y así entonces volar. Acercarse al infinito. Un paso más cerca de las estrellas. Un paso más cerca de los confines del planeta. Así tratar de alcanzar el horizonte real, esa hermosísima línea azul de la cual el cielo se forma.


El sol asoma su cálido y amarillo rostro, pero aún no he logrado alcanzar la cima. Llegaré mas alto, más lejos.


Y después de frías estaciones y dolorosos rayos que penetraron mi alma, dejándola vulnerable al rapaz viento, he llegado a un lugar, el cual jamás pensé conocer.


Un lugar arriba de las nubes, donde cada luz choca contra etéreas partículas flotantes que se apelmazan en grandes grupos de gases. Conozco a un niño que les llama nubes.


Y son hermosas. Más aún vistas desde su lado superior, pues parecen ser grandísimos algodones que vuelan solo para recordarme lo alejado que estoy en este momento de las personas que más quiero.


Algunas nubes huyen y se esconden entre sombras, en la penumbra, y mientras que audaces cuentan sus secretos a las que están más abajo, existen otras más valientes que osan brincar para alcanzar unos pocos rayos de luz, y poder gritar así que sus existencias han mutado, que han mejorado y ahora sienten la capacidad de amar.


“Desearía que a mi lado tu estuvieses en estos momentos” “Poder mirar esos tus ojitos llenos de esperanza, y después de suspirar confesarte lo mucho que te quiero” “Estás muy lejos, yo lo sé, pero pronto te veré, y pronto me verás. Pronto…”


“¿Las has visto?”


¿Dónde están nubes? ¿Por qué se van? ¿Cuándo ustedes regresarán? Me abandonan… Se alejan orgullosas y temerosas, seguramente no quieren que las vea. ¿Son acaso ustedes tímidas? No teman, no les haré ningún daño.


Un inmenso gris océano se extiende debajo de mí. No son nubes, sino sólo un infinito manto de grises lamentos. Sólo un espectáculo de tristezas caminantes que las nubes, al igual que yo, presencian; yo desde arriba, ellas desde el rededor. Ellas no se alejaban de mí, no me temen, sino a ese temeroso y frío mar…


Casi podría asegurar que debajo de esas tristes rotas ilusionas, no hay nada sino un sombrío y muy profundo abismo que se extiende por infinitos espacios que ennegrecen en su presencia. ¿Dónde estoy? No puedo asegurarlo… Mejor voy con las nubes, mis amigas…


Alguna me da la espalda, ensombrecida por el sol, gigantesca e indignada, pero todas las demás, rodeándome, sonrientes, se acercan curiosas a entablar charlas entusiastas. “Eufórico, recuerdo tu hermosísimo rostro, e imagino lo bello que sería que estuvieses tu aquí, y fuéramos solos tu y yo bañados por la amarilla luz del sol, rodeados de solo nubes. Solos tu y yo…


“Acongójame el hecho de no haber abrazadote durante nuestra fatal despedida. Ahora pienso en ti con remordimiento. No fallezcas en desesperación, pues a ti ya me acerco…”



II El Devoto Arrepentido


Caminando por abiertos campos de secos pastos, sin esperanza alguna de encontrar perdón, divago entre sombras deseando jamás haberte dejado. Y lamento que en aquellos días no pudiese mostrar la fortaleza suficiente para encarar de frente nuestros mutuos y etéreos sentimientos.


Puedo ver a lo lejos las montañas en las que te abandoné sin mirar atrás, e indudablemente el frío de los recuerdos me invade y me embriaga. Le temo mucho a la fría y amarga soledad.


Quisiese una vez más poder encontrarme a tu lado y poseer las fuerzas para confesarte lo que nunca pude. Pero… Es tarde ahora…


Aquellos bellos momentos que juntos compartimos siempre extrañaré. Los cálidos y tranquilos paseos por los suburbios en los que me solías contar sobre tu común vida en la ciudad.


Nunca… Ni en mi último momento podré olvidar ese día en la nevería, en el que no te pude
contestas la simplísima pregunta que en tu cabeza, llena de alborotados cabellos brillantes formulaste: ¿Cuál es tu sabor favorito?


Ya quisiese sentir otra vez las caricias de tus suaves dedos. Ya quisiese poder volver al momento en que me besaste por vez primera. O volver a visitar aquella cama tuya que siempre el mismo arrobador aroma –el de tu piel –tenía. Ya quisiese yo volver a dormir a ese lado tuyo que tantas historias me brindó, y en el cual tantas estrellas encontré.


Pero muy alejado ahora estoy. Muy deprimido y nostálgico, pienso en ti.


Siempre querré saber cuales eran aquellos tus secretos que nunca terminaste de relatar. Cuales eran esas tus ansias de abrazarme, y una vez con tus brazos aferrados a mi cuerpo, mirar mis ojos desde abajo y sonreír. Averiguar si era yo a quien amaste, o si únicamente fui yo quien amote a ti. Y hasta el último de mis días, me cuestionaré duramente para tratar vanamente de averiguar si debí realmente alejarme de tu ser, de tu cuerpo, de tu pasión, de tu sonrisa y de tu aroma, pues fuiste tú la persona que, después de estar perdido y ahogándome en la oscuridad de mis tristezas y nostálgicas emociones, logró traerme de vuelta a la vida y recobrará mi fe, mi amada esperanza…


Nunca debí tan duro actuar. No debí tan tajantemente abandonarte en aquella pequeña casa en la que, creo, aun vives. No debí mostrarme frío para tratar de mejorar la situación, ni decir todas aquellas jergas de las que ahora fervientemente me arrepiento.


Es esta la disculpa que ahora, con toda sinceridad, presento ante ti. Y con todas las esperanzadas lágrimas de dolor pido un poco de perdón y comprensión. Me humillo ahora ante ti, luz potente del camino, para que recibas otra vez entre tus manos mi perdida alma, para mostrarme como el necesitado ser que solo yo puedo saber, y para que, con tu infinita bondad e inocencia, me logres perdonar y me salves una vez más de esta incesante tortura de vivir en completa ausencia de tu ser.


Suplico envilecido y arrodillado a tus pies. Oh mi amada esencia salvadora: Acógeme… Perdóname… Sálvame…

22 de mayo de 2008

Sueros De Idolatría e Iniquidad

Lo prometido es deuda.

Quedó bastante largo. Son 10 páginas de Word según mi máquina (si no contamos el cuestionario), así que solo léanlo si tienen tiempo.

Todas las partes están dedicadas a una o más personas cada una, pero no pondré todas las dedicatorias (aunque todas tengan al menos una dedicatoria)… Solo las que me exigieron y las de personas que jamás lo leerán; las otras, no menos importantes, las suprimiré. No necesariamente tienen que ver las personas con el escrito… Solo para que no se hagan ideas… Porque estoy casi seguro de que cuando vean algunas dedicatorias dirán “¡¿Qué?!” Así que repito: No tienen que ver con las personas necesariamente.

Si a alguien le llega a gustar este escrito y desea fervientemente averiguar algo mas de él, puede analizarlo y contestar las dificilísimas preguntas que están en comentario.

Y… El propósito principal de esto… Es pagar una deuda… Y la verdad no estoy muy seguro si esa deuda quede pagada con solo esto, pero yo advertí que sería un reto… Creo que más que nada la deuda se paga en la antepenúltima parte, lo demás… se escribió solo mientras reflexionaba. Pongan comentarios por lo menos con su opinión de cada parte. xP













Sueros De Idolatría e Iniquidad








I La Meta

Es el fin del camino. Hoy, después de tantos años de buscar, de este largo caminar, por fin hemos llegado.

Ha sido una muy larga jornada llena de peligros y riesgosas decisiones que hemos logrado pasar. Entre brechas oscuras y altos barrancos nosotros nos vimos caminando, a veces con ganas de dejarnos vencer por el trayecto, pero nunca dejamos que nada nos detuviese y hasta en las más horrendas situaciones, nosotros vencimos.

A muchos camaradas perdimos en el camino, heridos otros decidieron quedarse o buscar mejores caminos, yo no sé si los encontraron, pero si sé que el camino que seguí, fue el mejor para mí, y el mejor para todos los que me rodean ahora.

Y después de a tantos conocer, después de tantas heridas y tantos traspiés, llegamos a pensar que era el fin, pero no lo era, solo eran más y más bifurcaciones en el camino.

Ha sido muy triste pensar que todos se han ido y algunos han regresado, que muchos caminan en paralelo y que muchos otros nunca volverán.

Pero… ¡Compañeros! ¡Hemos vencido! ¡Hemos llegado! ¡Hemos triunfado! Somos quizá los únicos que sobrevivimos, pero orgullosos aquí estamos todos. ¡Esto amerita una celebración! ¡Quizá la última! ¡Quizá la única!

Sea quizá que aquí moriremos. Pero hemos de terminar. Hemos de ganar… ¡Díganme ustedes! ¿Hemos ganado? ¿Ha terminado?

Dedicado al fiel Maruso
Hermano, nunca olvides que tú si lo lograste.

II Aroma A Playas Olvidadas

La playa… La triste playa
Mucho me incita a pensar
Me pide que ahora vaya

Y es que… ¿Por qué oír las olas me inquieta?
¿Por qué el hedor a algas me agobia?
¿Por qué la velocidad de la arena me roza?

Y ahora, son ya tres…
Tres otra vez…
Y en tres he de vivir.

En aquella linda casa de campo,
Que entre el río y la playa estaba
Allí solías tu cantar…

Y decir, que el mar te hacía recordar
Remembrar y revivir los momentos
Que conmigo dulcemente atesoraste.

Oye mis sentidos en momentos
Siente mis pupilas palpitantes
Toca mis desnudas ilusiones.

Y ven, y háblame, y tócame.
Y dime que aún piensas en mí.
Y luego olvídame, para yo sentirte.

Desaparece ahora por favor
¡No! Mejor quédate muy dentro de mi ser.
Nunca podré olvidar tu aroma…

Para Svaejat
Por tener una fecha con tres diecisietes. Y aún así quererme tanto.

III La Niña Del Loco

Hola niña.
Niña de sueños.
Niña de miedos.
Tú eres una mariposa,
Que durante el día se viste de araña.
Tú eres la nota
Que le falta a mi cereal
Para ser la perfecta sinfonía
De dulce sabor y color.

Y si pudiese regalare una flor,
Te regalaría entonces el silencio
Para que con él puedas jugar
Y ver quien puede ignorarme más tiempo.
Para que con él silencio puedas jugar
A rendirte ante los cielos.

Déjame tocarte.
Sólo será una vez.
Déjame abrazarte.

Y si yo quisiese pensar, que en mi olvido he recordado tu ausencia. No podría entonces imaginar, que tu hermoso cuerpo he dejado de concebir.

¡No dejes que ellos te arreglen la cabeza! Te digo que hermosa eres así, tal como ahora.

¡Oh niña mía! ¡Oh niña de sueños! ¡Oh niña! Vida mía…
Tú dices que las hermosas paredes habitantes pican.
Tú olvidas lo que la vida te ha dado.
Tú olvidas medicarme
Tú olvidas que soy tuyo
Tú dices que los hermosos puntos flotantes pican.

Oh pero niña nunca olvides tú. Que aunque la edad te hable. Que aunque la luz te mire. Que aunque el dolor te viole. Y aunque la vida te niegue, tú existes para mí. Tú lo eres todo para mí. Tú eres todo lo que en mí se asoma. Tú eres… Lo único por lo que existo.

Para Daniel
Me lo pediste otra vez, otra vez te cumplo.
Por mirarme, y ser una persona genial.

IV Un Avión Es Una Letra

Nuevos calcetines…
¡Rojos!
Un poco de mí debo compartir ahora
¿No?
Pues diría yo que las letras caen del cielo
Si no supiese en estos momentos que reproduzco estas letras.
Pero en su esencia ¿Qué es una letra para mí?
Una letra para mí, es una imagen.
Un dibujo bien trazado que nos lleva al transporte público sucio y lleno de graffiti que tiene una gran pintura entre su marco y su lienzo.
Para mí una letra es música que cae desde mi ser hacía el exterior.
Para mí… ¡Una letra es la mentira! La letra que dice todo y que a la vez miente.
Una letra es entonces un atardecer olvidado que se llena lentamente de manchas moradas.
¿Y porqué es que se llena de manchas?
Porque la letra soy yo, y yo soy un avión.
Un avión es una letra
Y es la letra la que vuela, no es el avión.
Y es una letra un número, un aspecto y un carácter.
Una letra te define y te clasifica. Te propone y te destruye.
Una sola letra por si misma es poderosa.
Una letra con compañía es toda una deidad.
Pero entonces… ¿Por qué la letra no es todo esto si sí lo es?
Porque la letra no es la letra.
La letra no es.
La letra somos.
Y en la letra estamos.
En la letra vivimos.
Mi vida entera para que mi letra no desaparezca.
Mi ser completo para que el autor no borre esta palabra.
Y en la vida ¿Qué encontramos sino letras?
Encontramos vecinos.
Vivos “pensantes” que pretenden vivir en las demás letras.
Algunos disfrazándose con acentos.
Otros más en letras complejas
Otros quizá pretendiendo ser un número.
Pero ¿Es entonces la vida, mí vida basada en letras?
Diría entonces que no.
Mi vida no es.
La letra no es.
¿Oh pero que es entonces la letra que describo?
Pues la letra es el no ser del mismísimo destino.
El destino nos comparte sus letras.
Y en sus letras nosotros yacemos.
Y si en una letra yacemos ¿Cómo es que podemos yacer?
¿Deletreando?
En las letras mismas, se ejerce un misterio.
Un misterio tan grande, o más aún, que el de la propia vida que poseemos.
Es un misterio muy facil de descubrir.
Solo se tiene que llegar a entender.
Solo se tiene que ver y saber
Que un avión es una letra
Y que…
La letra no es.

Dedicado a mi buen hermano Alex
Por no entenderme.

V Gastando Nadas

… … …
Nada…
En el agua…
Nada…

Es un todo en los colores.
Es un todo en los sabores.
Es un todo en casi todo.
Exceptuando claro que él es nada.
Y nada es más vil que él.
Pero él es nada…

Nada…
En el fuego…
Nada…

Y somos canto…
Somos mierda…
Somos olvidados por la danza etérea de los vientos.
Somos nada para la naturaleza.

Nada…
En la tierra…
Nada…

Aquí estamos en la vida
Para demostrar
Que algo hemos de aprender
Que algo hemos de vivir
Y al final de nuestra era
Terminamos siendo nada
Nada al final
Nadie nos recuerda
Nada somos desde siempre

Nada…
En el viento…
Nada…

Vuela…
Entonces sabrás tú que es ser nada.
¿Para que vivimos si nos iremos?
¿Por qué esforzarnos si moriremos?
Es solo para hacerle un lugar a alguien más.
Alguien más importante.
E incluso para el destino,
Nada somos…

Nada…

Esta es dedicada para mis lectores no obligados
Svaejat, Sorial, Necro, Michelle y a veces Dead Girl y la persona que secretamente también lee mis escritos… Si, Tú, no se si quieres que diga tu nombre…
Por ser personas geniales a las que les agrada lo que escribo.

VI Iniquidad

Poder
Depravación
Corrupción
Perversión
Vicio
Desenfreno
Escándalo
Disfavor
Maldad
Perfidia

Se esconden todos tras una elegantísima corbata de seda vendida en la tienda de más prestigio.
Estúpidos humanos con su estúpido sistema y sus estúpidas formas de vivir.
No ven acaso que es el diablo mismo el que los tiene en sus garras.
¿No ven que es Satanás encarnado el que los hiere y luego seduciéndolos los viola desde las heridas mismas y así planta las semillas de su ser en sus pérfidos pensamientos?
Y así ustedes mismos envían a sus hijos a la ruina bendiciéndolos para su bienestar.
¿Cómo desean ustedes que algo bueno aflore entre sangre derramada por los olvidados y llamas del infierno que viven?
Asesinos deberían llamarse, no vivos, pues aunque no crean que maten, es lo que mejor hacen.
Y todo lo que ahora hacen es sólo mirarse al espejo enaltecidos por las asquerosidades en las que se han convertido.
Aquél al que yo sirvo, les dio perfección. ¡Y como imbéciles que son destruyeron hasta la perfección! En verdad os digo que servirían más como masas negras que solo se retuerzan de dolor. Al menos así dejarían que todo lo demás viva.
Ahora vengo yo aquí, el último de mi especie para informarles o sucias y bajas bestias del nuevo averno, que las puertas del paraíso se han cerrado y jamás ustedes verán la luz otra vez. Vendrán a hora los más fieles sirvientes de Luzbel a arrancarle la matriz a cada mujer, para que así no puedan más reproducirse. Y su pobre descendencia, de hambre morirá pues, los más pequeños les serán arrebatados y serán lanzados en el frío dolor de la soledad. Enjaulados serán cientos de hombres, como las bestias que son, y a cada uno se le arrancará un órgano y así tendrán que asesinarse para luchar por eso que les falte, y afortunados serán los que se les arranque la cabeza, pues irán directo a las llamas del antiguo infierno que es menos horrendo de lo que este será.
Ríos de sangre correrán entre el magma que esté torturando a los mentirosos mientras sus lenguas se queman lentamente y sus tobillos los sostienen de cabeza atravesados con ganchos hechos de los calcinados huesos de aquellos que osaron tratar de salir.
Les aseguro yo que los vanidosos serán separados de sus ojos y obligados a llevar espinas por todo el cuerpo.
Los ladrones serán latigueados por toda la eternidad.
Y los que se atrevieron a olvidar lo que sentir es, serán condenados a vivir bajo el ácido mar de desechos que ustedes mismos crearon. Una vez que sus pieles, sus músculos y sus huesos sean consumidos por el ácido, una vez que sus cerebros vacíos desaparezcan, y sus corazones dejen de latir, entonces todo volverá a empezar y así sufrirán eternamente.
Aquellos que dudaron de la verdad y que asesinaron serán para siempre confinados a ahogarse sin poder respirar dentro de las fauces del fuego del interior del planeta, y una vez que el ciclo se termine serán llevados a ver como sus familias sufren, y luego serán regresados allí a recomenzar el ciclo
Cuidadosos debieron ser con el paraíso que se les dio. Ahora por haberlo destruido, serán bendecidos con vida eterna, pero serán maldecidos con vivir en su propio averno, sin posibilidades de mejorar las cosas.
Si alguno de ustedes aún conserva su alma, entonces sufrirá aún más.
Dios no se compadece de ustedes… No lo hará nunca más.

Esta va para Pablo
Porque te lo mereces viejo…

VII Aún Pienso En Ti

Si…
Es cierto que yo no he logrado olvidar…
Y nada ha sido más difícil de superar que la ausencia de ciertas personas en mi vida.

Empezando por alguien que yo no conocí…
Y siguiendo con una interminable lista…
Y ha sido realmente difícil lidiar con sus ausencias.

No sé exactamente si ha sido más difícil lidiar con las personas que tuve y que se fueron, o con las que nunca tuve… Pero debo agradecer a los que aún allí están.

Sonrío, si.
Y también pienso en ti seguido.
Pero es difícil de explicar el porque de las cosas.
Muchísimas cosas sucedieron en ese entonces y debes entender…
Y quizá no fui yo el culpable de nada, tu bien lo has dicho… Pero aún siento…
Y siento que debo decir que estoy arrepentido. Debo decir que yo no quise que así fuera.
Yo no entendía porque en un principio, y tampoco al final entendí, y aún ahora hay cosas que no entiendo.
Fue fugaz y fue duradero, fue lo mas corto y también fue muy largo. Y no soy quien para juzgar ni tus acciones ni las mías.
Y esas… cosas que dijiste… muchas de ellas, estoy seguro, jamás las olvidaré, pues las dijiste en los momentos en los que los necesitaba.
Y yo llegué a necesitar de ti, a depender de tu presencia para que esa tímida sonrisa que se dibujaba en mi cara, así permaneciera durante un tiempo.
Tus palabras aún vuelvo a visitar en algunos sueños, y recuerdo que había magia, y había muchas otras cosas… Recuerdo tu voz y tu aroma, que se impregnó de mí.
Y ese tu aroma que aún tengo guardado en un inesperado lugar, se convirtió en una droga necesaria cuando tu desapareciste, lo necesitaba para respirar y para pensar… Para sentir.
Luego lentamente… Tu esencia se alejó de mí. Y las sensaciones fueron remplazadas por muchas pequeñitas, experiencias que quizá si podré olvidar, pero que me sirvieron para poder seguir.

Perdóname.

Y aún te debo esa foto poner.
La que durante una estrellada noche,
Y a la luz de dos velas,
A petición tuya te tomé.

¿Quién sabrá sino tú
Mi forma de adornar paredes?
Y ¿Quién dirá sino tú
Que el primer “Te amo”
Es el que mas dura?

Y cada vez… que he ido de visita, he revisado si no ha desaparecido. Pues en el fondo de mí, hay algo que no quiere que nos separemos… Pero es tarde ahora para enmendar mis errores.

“Compárteme de tu fuego ahora.
Di que en tu ser aún hay algo de luz.”
Fueron palabras malinterpretadas.

Y como cañones las trompetas dispararon
Un flujo entero de sentimientos confundidos.
En los cuales me perdí y encontré mis fuerzas.
Y así ella y yo logramos seguir.

Es talvez algo insuperable
Algo que siempre busque
Y que sin querer encontré

Pero nada nunca podrá hacerme olvidar.
Que en tu techo yo lloré.
Que en tus brazos me encontré.
Y que con tu ser me envolví.

Y quizá nunca lo quise decir…
Pero quizá si lo empecé a sentir.
Pero fue muy tarde para hacerlo
Pues ya te alejabas para verlo.

Aférrate tú que puedes a la vida.
Y no des a nadie la batuta
Pues es solo tuya para vivir
Y solo tú la podrás vivir.

Y sí…
Yo aún pienso en ti…
Y seguiré pensando en ti…

Dedicado a la morada Natasha
Por ser genial e inducirme a escribir este largo texto.

VIII Atrapado Innegablemente Entre Nuevas Y Tajantes Ilusiones, Y Aquél Antiguo Ser Nostálgico Que Deseo No Olvidar Jamás.

El miedo en mis pulmones asentado
Mi entorno en radiactivo ha convertido
A vivir en el lejano cielo he sido destinado,
Un imperio allí construir, muy abatido

Desterrado por los grandes
Tentado por pequeños
Olvidado por mis padres
Abandonado por mis sueños

Y si es esto por padecer de tristeza
¿Qué merezco por robar la sal del mar?
Y contando vidas fui llenando mi tibieza,
De manchas de negra sangre yo llené mi ajuar.

Ahora he de ir yo a lo más lejano
Y encontrar nuevas bestias para hablar,
Tener a alguien nuevo que tienda su mano,
Y después de tiempo, dejar ya de llorar.

Mis juguetes serán ya las nubes.
Mi alma aprenderá al fin a volar.
Mirando hacia abajo hacia las urbes
Iré yo por siempre a pensar.

Y si amenazo alguna vez con yo volver,
Teman mucho, amigos míos, mi regreso
Porque pronto cobraré mucho poder
Y sobre ustedes caerá mi venganza del preso

Dedicado a Soiral.
Por ser genial y dejarse ver por mi aún cuando no soy yo quien mira.

IX Dedicatoria

Y ahora abandono mi fiel futuro, lejos.
En búsqueda de esta nueva vida destruir.

Quizá al final, logre volver…

Para todas esas personas que aún tienen algo dentro.
Y sobre todo para todos aquellos que considero mis amigos.
Gracias.

18 de mayo de 2008

Sola En La Oscuridad

Se me ocurrió... de repente... Las fotos las tomé yo. Pongan comentarios.


Sola En La Oscuridad







El maullido de un gato rompió el espectral silencio. Ella se sorprendió por el sonido y dejó caer la pala. Miró furtivamente hacia los lados y no encontró a nadie a su alrededor, luego dirigió su mirada hacia el nublado cielo, y el brillo de la luna que se filtraba entre las nubes se reflejó en las lágrimas que le corrían por las mejillas.


Se agachó y recogió la pala, luego tomó con ella un puño de tierra del montón que había a su lado y lo echó en el pozo, y luego lo hizo una y otra vez. El sonido de la pala friccionándose con la húmeda tierra hacía un eco sepulcral entre las tumbas.


La cruz que de su cuello colgaba bailaba a cada palazo, y se escondía entre las elegantes pero ya muy sucias ropas que vestía. Tirada junto a sus pies, una escopeta ensangrentada yacía. Su pelo, muy enmarañado, cubría en veces el maquillaje corrido que tenía en la cara.


-Si… Si… Entiérrame… Sigue… ¡A mi no me importa! –Exclamó un hombre parado junto a ella. Ella tomó fuertemente la pala y miró una vez más a su alrededor, pero no vio a nadie, espero unos segundos en silencio y continuó paleando.


-Al fin que lo único que siempre te importó fue tu estúpido gato y no yo. ¡¿O si?! ¿Te importé alguna vez? ¡Respóndeme! –Gritó el hombre. Un escalofrío recorrió de pies a cabeza la piel de Laura. Él permaneció mirándola durante largo rato, ella no contestó.


-Es otoño… ¿Por qué no traes un abrigo? Hace mucho frío deberías traer uno… A menos que… ¡Oh mira! Es el reverendo Samuel. –Dijo sorprendido. Ella en cambió no se inmutó y siguió poniendo la tierra en el agujero mientras un hombre ataviado únicamente con una toga de sacerdote se acercaba exageradamente lento y sin hacer ruido entre las sombras que los árboles proyectaban.


-Todavía recuerdo ese día. Te veías tan hermosa… y él estaba muy emocionado… Toda la iglesia la adornamos con flores blancas y rojas, invitamos a todo el pueblo y… Me acuerdo que tu madre no quería que nos casáramos, pero que la convenciste y nos dio la bendición… -Dijo él nostálgicamente.


Laura levantó la cabeza y se detuvo, con los ojos muy abiertos, luego lentamente miró a su
izquierda y allí acercándose lentamente venía el reverendo Samuel, y ya estaba a solo unos metros. Ella comenzó a caminar hacia él.
-¿Reverendo? ¿Es usted? –Preguntó laura, con su dulce voz, tratando de distinguir su faz entre las sombras.
-No, no es él, nadie es quien parece ser ahora ¿recuerdas? –Contestó el hombre parado junto a la tumba ya casi totalmente cubierta de tierra.
-¡Contésteme! –Gritó Laura. El grito hizo que los cuervos que estaban parados en las tumbas huyeran. El reverendo se acercó más y un poco de luz de luna iluminó uno de sus rojos ojos. –Reverendo… también usted… -Dijo Laura decepcionada.
-Así es, también él… ¿Qué no escuchabas sus jadeos? –Preguntó el hombre junto a la tumba.


Laura levantó la pala y le dio un fuerte golpe en la pierna al reverendo, y este último cayó de bruces al suelo.
-¡En la cabeza, en la cabeza! –Pidió el hombre junto a la tumba. Laura levantó la pala y le dio otro fuerte golpe en la cabeza. -¡Eso! ¡Esa es mi mujer! –Gritó otra vez emocionado.


Laura regresó a donde estaba la tumba y tomó la escopeta. Se acercó de nuevo al reverendo, cuyo inerte cuerpo miró durante algunos segundos. La piel desgarrada mostraba gusanos dentro de ella, y los músculos ya estaban en putrefacción. El reverendo levantó la cabeza mostrando dos penetrantes ojos rojos, abrió su boca de la cual salió sangre y Laura pudo ver los pocos dientes que le quedaban, luego emitió un fuerte y agudo gutural chillido, pero fue rápidamente interrumpido por Laura que le disparó justo en medio de los ojos.


En solo segundos otros chillidos agudos se oyeron a lo lejos. Laura miró a la inmensidad del cielo pensando.
-¡Corre, corre! Vamos ¡Corre! –Dijo el hombre parado aún junto a la tumba. –No importa si la tumba no queda cubierta totalmente, al fin que… ya estoy muerto, no importa.
Laura miró la tierra fuera de la tumba por unos segundos y luego fue hacia ella, tomó trozo de soga que había en el suelo y lo amarró a la escopeta, cargó el arma y se la echó al hombro, finalmente tomó la pala y comenzó a correr.


En cuestión de minutos Laura estaba ya en el centro del pueblo, no podía ver bien puesto que la luna era cubierta por las nubes y muy escasos faros de iluminación pública estaban encendidos, y pronto, con los incesantes vientos que había, se extinguirían. Corría rápidamente sujetando la pala con ambas manos por si alguna de esas bestias infernales le saltaba de pronto, y era seguida por un gato que saltaba por los tejados.


Llegó a una reja muy amplia y alta y con gran velocidad la abrió y una vez dentro le puso cadenas y un candado. En el buzón que estaba en la gran barda a ambos lados de la reja, y que cercaba la mansión, se leía “Mansión Refling”


Laura abrió la puerta principal de una patada, y adentro solo vislumbró completa oscuridad. Con muy cuidadosos pasos, cruzó el umbral y cuando ya estaba a dos pasos de haber entrado, lanzó la pala y tomó la escopeta entre sus manos apuntándole a la nada. Cautelosa siguió caminando de frente con solo la luz proveniente de la puerta iluminándole el paso. Luego repentinamente se detuvo y rápidamente empezó a caminar hacia atrás y cuando ya estaba a solo unos pasos de salir, una voz habló desde el interior de la oscuridad.
-¿Qué pasa querida? Te preguntas acaso… ¿Por qué nunca oí la pala caer en ningún sitio? –Preguntó la masculina voz que rompía el silencio. Laura estaba petrificada apuntando con la escopeta al frente y sin moverse.


Repentinamente dos antorchas se encendieron a lo lejos, entre ellas en un gran trono adornado con toda clase de piedras preciosas y en el trono un hombre calvo vestido con una capa negra y roja, muy pálido. Rojos sus ojos al igual que los de aquellas bestias que antes llamaban hombres. Con facciones muy finas pero agresivas, el hombre la miraba fijamente. Un cetro rojo con dorado parado en el suelo sostenido por la mano derecha del hombre, en la punta superior del cetro, una esfera negra que perecía moverse lentamente. En su mano izquierda la pala que Laura había lanzado.


-Aquí la tengo, ¿La quieres? –Preguntó con un tono soberbio.
-Señor Refling, que bueno que está bien… -Comenzó a decir Laura muy nerviosa -No se si ya se enteró de lo que sucede, pero debemos buscar un refugio ahora porque…
-Si, estoy enterado, pero no debemos buscar refugio.
-¿Eh? ¿Por qué no? –Preguntó Laura.
-Durante muchos años, -Comenzó Refling poniéndose de pie. Laura notó los afilados dientes que éste tenía –he tratado de dominar este… este pueblucho. Y por una u otra razón, nunca lo había logrado. Así que me harté y decidí que era hora de tomar este lugar por las malas. –Laura no se movió –Después de todo, este es el primer lugar que he encontrado en el que la luz del día no me hace daño…
-Usted… Usted…
-Si Laura, yo… Yo… Ahora… siempre me caíste bien, así que… te daré… diez minutos. Si en diez minutos mis súbditos pueden oler tu asquerosa piel, los enviaré a desmembrarte. Corre. –Ordenó tranquilamente el hombre, luego hizo un movimiento de su cetro y las antorchas se encendieron más aún y Laura pudo vislumbrar a muchas personas paradas detrás del trono con ojos rojos, hambrientos y pudriéndose. Laura salió corriendo.


Corrió y corrió hasta llegar a una pequeña bodega, y entró con miedo y no cerró la puerta para poder ver con la luz del exterior. El hombre que estaba junto a la tumba estaba allí.
-Mi amor, te estaba esperando. –Dijo al verla, ella cruzó de largo hasta el otro lado de la pequeña habitación y empezó a hurgar en cajas. Luego se agachó y sentó en el suelo, y tomó una maleta que había allí cerca, y de las cajas empezó a sacar alimentos y a introducirlos en la maleta, no muchos, solo los necesarios. Y así siguió hasta que llenó la maleta. Luego se detuvo y miró al suelo junto a los pies del hombre, allí en el suelo había una maltratada fotografía.


-Ah, yo la traje, por si quieres llevártela… Y recordarme…
-¿Por qué está esto aquí? –Preguntó Laura al viento. Y luego de unos segundos sin respuesta, rompió la foto en pedacitos…
-O siempre puedes romperla y tratar de olvidarme –Dijo él decepcionado. Ella miró los trocitos caer al suelo y rompió en desconsolado llanto abundante. –Por favor, no llores… No llores por mí… Yo… Voy a estar bien –Decía él mientras ella seguía llorando allí sentada en el suelo mirando los trocitos de la foto. –Todo va a estar bien…
-Nunca debí… No te creí… Pensé… Pensé que eras uno de ellos… -Dijo ella entre llantos –Si no te hubiese matado todo sería mas fácil… Todo… ¿No? –Preguntó ella volteando a ver a su alrededor.
-No te preocupes ya… Todo va a estar bien… -Dijo él agachándose a consolarla.
-Pero… ya no… Ahora estoy… Sola… -Dijo entre sollozos mirando a su alrededor. Un largo silencio se produjo, no había nadie allí más que ella y la presencia de él. Con un resoplido se puso de pie y se limpió las lágrimas de las mejillas. Cerró la maleta y se quedó parada en medio de la habitación pensando.


El ruido de una puerta rompiéndose y muchos gritos infernales le pusieron a Laura los pies en la tierra una vez más. Apresurada tomó la maleta y salió corriendo buscando su salvación en medio de la oscuridad.


12 de mayo de 2008

Retorno A Las Catacumbas

La foto la tomé yo, y el escrito no es para nadie ni habla de nadie, lo escribí solo por el puro placer que me produce el regrear a ese tipo de poesía en rima que no es métrico pero que tiene mucho sentimiento. La verdad no quedó tan etérea y "aburrida" como yo esperaba por no haberme inspirado en nadie, pero si es algo de lo que quería hacer para regresar al estilo antiguo. Pongan Comentarios.

Retorno A Las Catacumbas

Sin hablar y decir, es tan difícil pensar,
En el vacío yacer y una sonrisa expresar.
Gritando de felicidad,
Llorando por la soledad.

Abandonado por igual por la luz y oscuridad.

Y otro poema del viejo estilo redactar
Es en lo que mi alma se debe desgastar,
Hasta el punto en el cual ya no pueda explotar
Y me vea obligado a tu presencia olvidar.

En tu triste entierro recordaré
Que en el frío olvido yo lloré.

Quizá por ti, quizá por mí.

Destrucción es lo que debo buscar
Para tus ojos ya poder olvidar.

¿Y qué si me siento mal?
¿Qué harías si me voy?
Pues tú estás ya en aquel paraíso disfrutando ampliamente de la felicidad y plenitud.
No te inmuta si yo sufro, pues no puedes sentirte mal por mi, lo más que puedes hacer, es sentir placer por mi sufrimiento.

Ablucir en agua estos miedos
Y olvidar mis desasosiegos,
Son solo tristes deseos
Que llegaron en sucios sueños.

Callar me atormenta,
De ésta vida me debo ya desatar.
En esta vida cruenta
Me he obligado al destino retar.

El retorno no es más una opción,
Pues en hielo caigo a cada momento.
Tus ojos me fueron una canción
Que recuerdo con dolor en cada aliento.

Los árboles.
Las riendas ya no llevo.
Las calles.
El control yo pierdo.

Dulces ruidos desesperantes en mi voz,
Cortará ya la muerte con su hoz.

Las memorias en el viento, en la lluvia, en el cielo, afuera en el jardín.
Letras en poemas, en canciones y hasta en números.
Olvido ya como es sentir y sólo recuerdo enfermar, delirar y luego de un rato vomitar, y al final otra vez empezar.

Soñar ya solo me recuerda mis nuevos y quizá equívocos amores, que no puedo esconder, pero que a encontrarme me han ayudado. Ya no quiero decir que hablar es el sufrir. Ya yo quiero morir y de ello poder presumir.

Y esto todo es porque volví
A mis solitarios aposentos y leí
Cosa horrenda que yo mismo escribí
Y sin un solo respiro comprendí.

Hacía ya tiempo que la rima no visitaba,
Y es quizá porque yo no me enamoraba.
El sucio dolor, lloroso recordaba
Y nunca en mi vivir superaba.

Y mis órganos estrujaré
Y luego los destrozaré,
Con la oscuridad rodeándome,
El averno alcanzaré.

Por el bien de los altos y oscuros cielos juro,
Que si no fuese mi destino, abdicaría de mi futuro.

¡Oh! ¡Amor si tú supieras!
Las personas que por mi mente han pasado.
¡Oh! ¡Amor si supieses tú!
Las personas que en mi alma se han quedado.
¡Oh! ¡Amor si tú supieres!
Las personas que en mi vida han morado.

Deseos, deseos. Que bellos son ellos
Pero los míos han caído en grandes hoyos.
Y no ha salido aún mi sorpresa,
Se ha escondido debajo de la mesa.

Y la diurna luna nos mirará,
Envidiando al sol presenciará,
Que nosotros siempre sonreímos
Cuando la luz del sol percibimos.

Este texto no es para nadie conocido.
Excepto si sabes que conocido yo he sido.
Entonces la brisa veraniega nos suspira,
Tiernos perturbaciones que tocan la lira.

Pues aunque corto ha quedado, yo siento que he expresado, lo que en mi ha quedado, en una tarde que he viajado… Fotos tomé y después revelaré, pero por ahora solo diré que mi vida regresaré.

¡Atención!

Y así como las palabras hablan.
Las acciones y las insinuaciones también…

9 de mayo de 2008

Sangre Voluptuosa


Empezar…
Una vez mas…
En pasadas horas, volví a leer mí amado Noviembre. Desde hacía un tiempo que no lo hacía. Cada vez que leo mis propias notas, mis propios escritos, descubro un halo de pensamientos, ideas y sentimientos que no les encontré ni cuando los escribí, ni en todas las ocasiones anteriores que los leí.

Todos mis textos se han convertido últimamente en escritos con tintes de felicidad y amor. Sin perder, claro, mi propio estilo y sentido de la vida y realidad. Pero la caracterización que le he dado en los últimos tiempos a todo lo que escribo, parece acercarse más a ese “nada” que se crea con la felicidad. La falta de desesperación y tristeza hacen que aquella rutina, que todos estamos obligados a vivir, parezca mas amena, y uno logra acostumbrarse ávidamente a lo placentero, por lo que después es olvidado el valor de ello y se le pierde completamente el sentido a las cosas, y se termina siendo un ente vacío y sin propósito fijo en la vida.

Este texto no es un llamado a que mis lectores se hagan depresivos, ni a que sufran, ni nada parecido, sino una forma de expresar que en el fondo de mi alma, algo cambió hace tiempo y perdí algo que me gustaba mucho de mí, y es algo que quisiese recuperar sin perder lo nuevo que he ganado. Quizá sea avaricioso, pero uno siempre puede volver a aquellos antiguos buenos tiempos (al menos en forma de pensar) y tratar de empezar desde allí una vez mas.

La pronunciación correcta del nombre de Velaux Delacoi es “Veló Delagcua” fusionando la g y la c. Pues como obviamente notarán, ese nombre no está en español.

Sin más por el momento, les dejo lo que es realmente el escrito, y por más agresivo que esto pueda parecer, no se preocupen por mí, es solo un intento de no perderme en el vacío.



Sangre Voluptuosa


Haciendo un excesivo e innecesario ruido muy estridente, que luego causó un eco muy prolongado, abrió la metálica puerta de un golpe. Lo primero que dentro de la habitación se asomó fue el cañón de su arma, seguido de su lámpara sorda y sus manos cubiertas por guantes de piel.

La luz entraba apenas vagamente por los pocos agujeros que había en las lonas negras que había cubriendo las altísimas ventanas. Era un antiguo salón de fiestas, muy oscurecido, y en donde solo hacían ruido los pasos de quien entraba. No había ratas, no había insectos, no había vida. Las telas raídas del escenario caían tenebrosamente a pedazos sobre la madera ya podrida bajo ellas. Había rastros de fuego cerca de los fragmentos rotos de lo que alguna vez fue la barra.

Sillas tiradas por doquier. El inspector caminó cuidadosamente sobre la madera desgastada, a cada paso esta última crujía. Lleno todo de polvo, algunos candiles yaciendo inútilmente en el suelo.

-Buenas tardes. –Habló una grave voz desde la oscuridad en alto volumen.
-¿Quién esta allí? –Preguntó rápidamente el inspector mientras, con paranoia, apuntaba hacia todos lados con la linterna y la pistola.
-Creo que el invitado es quien debe presentarse. ¿Me equivoco? –Contestó la voz, con inequívoca soberbia.
-Creo que sí, se equivoca, el anfitrión debe presentarse, por educación –Respondió el inspector haciendo lo posible por que su temblorosa y nerviosa voz, mostrara seguridad.
-Mis más sinceras disculpas por lo sucia que mi casa pueda estar. Mi nombre es Velaux Delacoi. –Se disculpó la voz misteriosa después de unos segundos de silencio total. –Y dígame, buen hombre… ¿A que debo su visita?
-Estoy investigando un crimen. Soy inspector. –Dijo más calmado pero aún buscando la proveniencia de la voz.
-¿Por qué no me dice su nombre?
-¿Por qué no se muestra? –Dijo algo molesto el inspector.
-Un poco mas a su derecha, en la silla. –Dijo la voz, y el inspector casi instantáneamente ubicó la silla que Velaux Delacoi había mencionado. Una silla roja de ancho y muy alto respaldo que le daba la espalda y se encontraba muy lejos, al fondo del salón. –Entonces ¿Me dirá su nombre?
-Soy el inspector Velasco. ¿Usted vive aquí? –Preguntó el inspector acercándose cuidadosamente a pasos lentos hacia la silla.
-Así es. En invierno se mete algo de nieve por las ventanas, pero a mí me gusta el frío. Soy afortunado de tener un lugar como este. –Comentó Velaux Delacoi. –Y dígame inspector… ¿Está usted… recolectando información o ya sabe quien es el criminal?
-Tenemos algunos sospechosos detenidos, pero aún nos faltan pruebas para inculpar a alguno. –Dijo Velasco cauteloso llegando a lo que parecía la mitad del trayecto.


-¿Le puedo hacer una pregunta personal inspector? –Preguntó Velaux Delacoi
-Adelante.
-¿Por qué abandonó usted, a su esposa e sus hijos esta mañana, inspector? –Preguntó seriamente Velaux Delacoi. El inspector dejo de caminar en ese instante, sus ojos muy abiertos casi se salían de sus orbitas. Efectivamente había abandonado a su esposa y a sus dos hijos, ese mismo día en la mañana, por una discusión muy fuerte que tuvo con su esposa, en la que ella le pidió el divorcio. Se quedó en silencio mucho tiempo, sin poder concebir como Velaux Delacoi sabía eso. Mucho tiempo pasó en silencio.


-¿Cree usted en hadas y duendes? O ¿Cree usted inspector que Frankenstein y Drácula hayan existido, inspector? –El inspector renovó su avance hacia la silla en silencio, pero aún mas rápido que antes. En ausencia de respuesta, la voz misteriosa continuó hablando. –Yo no creo en nada de eso inspector. Es más, creo que lo inventaron solo para asustar o ilusionar a los niños. Al igual que los fantasmas. Aunque… -Hizo una larga pausa y luego continuó. –No tiene idea de cómo me gustaría que los vampiros existieran. Yo me jugaría la vida por ser uno… Lástima que no pueda hacerlo.

Repentinamente una mano sosteniendo una copa dorada quedó descubierta del respaldo, pues Velaux Delacoi la había estirado para que Velasco pudiese verla. Esta vez Velasco no se detuvo.
-Estoy también seguro de que nunca ha probado la sangre humana ¿O si inspector? –Preguntó. Y en ausencia de respuesta, otra vez, siguió hablando. –Pues déjeme decirle que es deliciosa. Es la más apetitosa bebida que he probado. Pero no cualquier tipo de sangre. La sangre rara es la más deliciosa. Como la que usted posee. B negativo, una sangre muy poco común. Debería alguna vez probar su propia sangre. –Sugirió Velaux Delacoi amablemente, y después de unos momentos, rió. Rió con una risa grave que asustaría a cualquiera. Un escalofrío repentino, recorrió el cuerpo entero de Velasco, quien estaba ya a punto de llegar a la silla, y estando tan cerca decidió preguntar. -¿Cómo supo usted que dejé esta mañana a mi esposa y a mis hijos?
-Verá inspector –Contestó Velaux Delacoi –Como el asesino de profesión que presumo ser, debo investigar a mis victimas antes de asesinarlas. Los espío, hablo con ellos en algunas ocasiones, hablo con sus conocidos, los observo. Finalmente me vuelvo parte de sus vidas… Hasta que los mato.

El inspector llegó hasta donde estaba el asesino, rodeó la silla desde una distancia segura y lo vio. Un hombre caucásico, muy pálido, de pelo negro, complexión delgada, vestido completamente de negro, una cara que demostraba elegancia, pero unos ojos llenos de odio.
-No me apunte con esa cosa, ¿No ve que es de mala educación? Yo lo invito a pasar a mi casa, le ofrezco amena plática y me viene con esto… -Dijo Delacoi enfadado
-Usted tendrá que venir conmigo, está arrestado por el asesinato de Emilia Carvajal…
-No solo la maté, también la violé. –Dijo ansioso Delacoi.
-¡Desgraciado! ¡Era solo una niña! –Gritó Velasco enfadado – ¡Ponga las manos en la nuca y tírese al suelo!
-Me temo que no puedo hacer eso –Dijo lentamente Velaux Delacoi levantando ambas manos. –Si se fija bien, mis pies están encadenados al suelo, y mis piernas a la silla. Así que tirarme al suelo me sería virtualmente imposible. –Dijo tranquilo mostrándole las cadenas a Velasco.

Velasco permaneció en silencio sin dejar de apuntarle con la pistola.
-¿Iba usted a matarme? –Preguntó Velasco. El sombrío hombre sentado frente a él asintió con la cabeza mientras tomaba otro sorbo de sangre de la copa.
-Y no solo a usted, sino también a su esposa. –Dijo sin vergüenza alguna. Velasco no se inmutó, pues ya esperaba una respuesta parecida.
-¿De quien es la sangre que está bebiendo?
-De aquel hombre que está tirado allá –Contestó Velaux señalando a la oscuridad. Velasco apuntó con la linterna, y vislumbró un hombre vestido de traje blanco tirado en el suelo lleno de sangre.
-Basta de juegos, desencadénese ahora. –Ordenó Velasco muy molesto.
-Lo haría con todo gusto, pero cuando me puse las cadenas, accidentalmente se me cayó la llave. Allí está, solo que no la alcanzo. –El hombre señaló al suelo, y a menos de tres metros de él, había una llave plateada. – ¿Me la pasaría?

Velasco se acercó a recoger la llave lentamente y sin dejar de apuntarlo con el arma, y luego se agachó a recoger la llave, y después de haberlo hecho, se la lanzó a Velaux Delacoi para que se desencadenara, y mientras la llave aún seguía en el aire, Velaux sacó una pistola de su pantalón y le disparó a Velasco antes de que pudiese reaccionar.

Con un grito, Velasco cayó instantáneamente, no muerto, pues la bala había dado en su pierna derecha. Su arma se salió de sus manos y cayó a menos de un metro de él. Rápidamente otra bala cruzó su otra pierna. Velasco soltó un grito más. Y luego otra bala dio en su mano derecha, que se estiró para tratar de alcanzar el arma. Luego otro balazo en su hombro izquierdo. Velasco comenzó a retorcerse de dolor en la madera podrida. Su sangre brotaba impetuosa desde los varios orificios de bala que tenía.

Miró hacia arriba y ya Velaux Delacoi se había desencadenado, corrió y pateó lejos el arma del inspector. Y luego se alejó en la oscuridad. Sus pasos dejaron de oírse rápidamente y lo único que producía eco en el gran salón era la agitada respiración de Velasco y sus quejidos. Veía hacia todas partes, pero la linterna se le había caído también. Podía verla, pero había girado tan lejos que no podía alcanzarla, solo ver el rayo de luz que producía en el suelo y las partículas de polvo que cruzaban por la luz en el aire.

-He oído hablar de usted… -Dijo Velaux Delacoi desde la seguridad de la oscuridad. –El famoso inspector Velasco. Ha resuelto todos los casos que ha tenido. Es el más inteligente en la fuerza policíaca. –Dijo imitando la voz de alguien más, y luego rió macabra y estruendosamente. Luego calló y solo se oyeron sus pasos –Dígame inspector –Dijo Delacoi muy cerca de Velasco. -¿Cómo es que usted, siendo tan inteligente… –Dijo Delacoi levantando la linterna del suelo. -…pensó, que yo podría, teniendo las ventanas cubiertas, y sin alguna linterna encendida, ni velas, ni nada de luz, saber ¡donde rayos cayó la llave!? –Velaux Delacoi mostró su cara maléfica iluminada por la linterna, y luego iluminó unas tijeras de jardín que tenia en la otra mano. Velasco trató de girar, pero las tijeras abiertas entraron directamente en su vientre, y luego, riendo, Velaux juntó dificultosamente los dos mangos de las tijeras, cortando así el abdomen de Velasco, quien gritó fuertemente mientras Delacoi le abría la barriga.

Velaux Delacoi se puso en cuclillas entonces y lo miró, lanzó las tijeras hacia atrás y metió sus manos en el vientre abierto de de Velasco, quien comenzó a sangrar mucho por la boca y la nariz, su visión se empezó a nublar y el dolor le impedía pensar. Él sabía que moriría allí. Sintió un tirón desde su interior y vio como Velaux Delacoi lamiscaba sus tripas, sintió después otro tirón y…

5 de mayo de 2008

Mostaza

Mostaza


En un común y corriente cuarto de hospital. Una niña conversaba con un hombre que ya llevaba ocho años en coma. Le contaba sus fantasías, sueños, y sus verdades. Sobre su familia, sus amigos, y las cosas que le gustaban.
-La mostaza… Me gusta mucho la mostaza… -Dijo la niña mirando por la ventana. -¿Quieres saber por qué?


El hombre podía oír lo que ella decía, pero no podía moverse, no podía responder, ni dar un solo signo de vida. Solo podía escuchar atentamente a lo que todas sus visitas decían mientras él estaba destinado a pasar el resto de sus días conectado a la bolsita de suero que lo mantenía vivo. Y cada vez que estaba solo, recordaba como fue que llegó a esa cama:



Ella llegó hasta un auto azul marino que estaba estacionado en el casi vacío estacionamiento junto a la bodega, y se recargó en él, luego de mirar su alrededor con una mirada nerviosa y sospechosa, ella saco un cigarrillo y lo encendió.


La bodega era iluminada por la luz de la luna y algunos faros de la calle. Entre la bodega y el río había solo unos cien metros, en los que estaba el innecesariamente enorme estacionamiento donde ella esperaba. Del otro lado del río se veía la imponente metrópolis, con sus gigantescos edificios tratando de alcanzar la imponente luna llena que se elevaba sobre el mundo. Los pocos barcos que en el muy ancho río habían, estaban casi todos con ataduras en los muelles, y solo había uno que cruzaba el río.


Vestida con un vestido estilo japonés rojo, unos zapatos de tacón alto también rojos, labial carmín y un maletín, Amelia esperaba solitaria y frágil en medio de la noche.


Y así siguió esperando, hasta que pasaron varias horas. Su cigarrillo se apagó, se maquilló, revisó los seguros del maletín, caminó por el extenso estacionamiento, llamó por teléfono en una cabina pública, y finalmente regresó al lugar donde inicialmente llegó.


Un hombre se acercó cautelosamente, mirando casi compulsivamente el reloj que en su muñeca portaba. Con una grisácea gabardina larga y un sombrero algo chistoso, se acercó rápidamente al automóvil azul en el que Amelia estaba recargada, se paró fijo frente a ella y la miro, no sorprendido, pero con los ojos muy abiertos.
-Amelia –Dijo él amablemente.
-Rob –Contestó ella con un tono retador.
-Te suplico, me llames por mi nombre –Dijo el hombre algo molesto. Ambos se miraban fijamente, pero no movían más que la boca. Pasó mucho tiempo en el que solamente se miraron, sin mover ni los ojos, diría que fueron minutos enteros.
-Ha sido mucho tiempo –Dijo él rompiendo el abrumador silencio.
-Si Rob, muchísimo tiempo. Quince años para ser más exactos. –Dijo ella molesta, aún sin hacer algún movimiento fuera del habla.
-No ha sido tanto tiempo… ¿O si? –Preguntó él sin siquiera parpadear.
-¿Tenemos que ser tan fríos? –Preguntó ella cerrando los ojos y agachando la cabeza.
-Si Amelia, tenemos que. –Sentenció él.
-No podemos…
-No Amelia, no podemos… -Interrumpió él. –Esos veranos ya se acabaron, y no van a volver jamás. Madura de una buena vez Amelia. –Declaró él muy agresivo. Otro silencio prolongado se produjo, ella no lo miraba, sino solo al suelo, y él la miraba a ella fijamente y todavía con los ojos muy abiertos. Minutos pasaron.


-¿Que es eso de tu bolsillo? –Preguntó ella sin mirarlo. Él la miró unos segundos y luego desvió su mirada hacia el suelo mientras levantaba su gabardina y luego sacó un papel de su bolsillo trasero.
-Sabes que es malo abusar. –Dijo él y le dio el papel a ella, ella tomó el muy doblado papel entre sus dos manos y lo olfateó. No lo desdobló.
-¿Cómo está tu familia? –Preguntó ella aún mirando la nota en sus manos.
-Mi madre murió hace ya siete años. Mi hermana se volvió una prostituta y ya no la veo. Mi padre se fue un día y no volvió. –Dijo él con un tono menos serio que antes. -¿Qué hay de ti?
-Mi mamá sigue con las pastillas. A mi hermano le dio un enfisema pulmonar. Fuera de eso están muy bien. –Comentó muy tranquila, luego desdobló el papel y leyó en voz alta.


-“Querida Ana"

-“Ya no podía seguir contigo. Era demasiado lo que me pedías. No tenía suficiente para darte. Yo se que me amas. Y yo te amo a ti. Pero no podemos estar juntos más tiempo. Odio cada momento que estoy contigo. Pero amo estar junto a ti.”

-“Te escribo esta carta para disculparme. Perdóname por haber huido. Estaba desesperado. Tomé mucho café y me puse hiperactivo. Esperé tu mail y nunca llegó.”

-“Perdón por haberte dejado al bebe a ti sola. Debes entender. Ya no puedo estar contigo. Cada minuto es el más placentero infierno. Debo curarme esta adicción al dolor que tú me causas.”

-“Alguna vez pasaré por tu calle, y compraré una de tus pinturas. Será la última vez que me veas. Realmente me arrepiento de haberte dejado. Pero es lo mejor. Para ti, para mi y para el bebe.”

-“Te amaré por siempre”

-“Tu amado”

-“Posdata: Disculpa también el uso excesivo de puntos.”


-¿Quién es Ana? –Preguntó ella muy interesada con una sonrisa en la cara.
-La esposa –Dijo él aparentemente más calmado.
-¿La esposa? –Preguntó ella confundida – ¿La esposa de qui…? Oh… Ya veo… -Comentó ella comprendiendo. Luego calló y miró la luna. Su cara entristeció. – ¿Estas seguro de querer hacer esto?
-Muy seguro –Dijo él también pensativo.
-Recuerdo haber visto esa misma luna… Ese día que… -Dijo ella soñadora.
-Para. Detente ahora mismo. –Dijo él rápidamente interrumpiendo.
-Fuimos a la montaña y… -Continuó ella con los ojos lagrimeando.
-¡Amelia! –Gritó él, y la tomo del hombro con su mano derecha, el eco del grito tardó varios segundos en llegar. El silencio los invadió por tercera vez.
-¿Qué nos pasó? ¿Qué cambió? ¿Por qué no…? –Gimió ella rompiendo en llanto
-¡Basta! –Exclamó él.
-Pero Rob…
-No Amelia… Eso pasó hace ya quince años. Es hora de que busques algo más. Olvídate de ya de mí. Ha sido demasiado. Ahora… Al punto.
-Aún no es hora –Dijo ella limpiándose las lágrimas.
-Ellos llegan media hora antes. Dame el maletín. –Pidió el. Ella le entregó el maletín y le indicó como abrirlo. Luego ambos caminaron a la luz de la luna hacia la bodega.


Varias horas pasaron.


-¡¿Qué es lo que quieren probar con esto?! –Exclamó muy irritado el hombre. Amelia se levantó de su silla y se tapó la cara con las manos. Otras personas en el público se levantaron y se fueron, algunos lloraban y otros, tan enojados como Rob, gritaban y proferían insultos a los científicos.
-¡Por favor señores! ¡Por favor! ¡Cálmense! Recuerden que el sujeto de prueba se ha declarado conciente del daño que puede sufrir y aún así esta dispuesto a correr los riesgos, él está arriesgando su vida por la ciencia, ¡no detengamos el experimento arriesgándolo mas aún!


Un hombre conectado a cientos de cables estaba hincado junto a una silla transparente dentro de una habitación muy grande llena de cables y lucecitas de muchos colores. Un grupo de científicos, todos vestidos de blanco, se encontraban en una habitación que estaba pegada a esa, y ellos observaban desde una ventana muy grande y manipulaban todo lo que dentro de aquel cuarto sucedía.


La otra ventana grande daba hacia el público. Personas que habían sido invitadas por sus amplios criterios y abiertas mentes a presenciar “el experimento que pondría fin a la búsqueda del todo”
-Ahora, proseguiremos con el experimento. Hizo una seña con la mano a los científicos de la otra habitación para que continuasen, estos rápidamente comenzaron a trabajar.


El hombre dentro de la habitación comenzaba a recibir pequeños choques eléctricos que hacían latiguear su cuerpo con violencia. Así sucedió durante diez minutos, hasta que el cuerpo del hombre dejo de temblar. El hombre se levantó del suelo y se sentó en la silla. Parecía tranquilo, sereno.


Los científicos continuaron oprimiendo botones rápidamente y tomando detalladas notas de lo que sucedía. Repentinamente el hombre levantó la cabeza, abrió los ojos y comenzó a hablar muy rápido mientras profería toda clase de afirmaciones y oraciones que aparentemente y al oído de cualquier mortal no tenían sentido. Siguió hablando pero su cuerpo comenzó a temblar con violencia, y eventualmente perdió el equilibrio y cayó al suelo convulsionándose. Un grupo de médicos entraron a la habitación, lo desconectaron y se lo llevaron.
-¿Y que probaron con eso? –Inquirió Rob frunciendo el ceño.
-Señor Mandelaev, le pido guarde la compostura, a continuación traeremos a el siguiente espécimen. Ya verá los resultados.
-¡¿Espécimen?! –Gritó Amelia. -¿Así los llama usted? ¿Espécimen?
-Señorita… -Comenzó a decir el hombre, pero Amelia salió corriendo del lugar.
-Lo que hacen no tiene nombre. Los denunciaré a las autoridades. –Amenazó Rob, y luego salió detrás de Amelia.


Salió al estacionamiento y la vio a algunos metros, hablando por teléfono celular. Y sólo cuando la vio logro escuchar aquella frase. “Es la llave que falta para llenar el agujero”. Luego ella giró y lo vio parado detrás. Colgó el teléfono.


-¿Amelia? –Dijo él con una voz apenas audible.
-Lo siento Rob, pero es como tiene que ser… -Dijo ella rompiendo en llanto una vez mas.
-No tenías que mentirme sobre eso… Yo pude…
-No Rob… Ya se acabó. –Y dicho esto, se giró y comenzó a alejarse con paso decidido. Rob estaba sorprendido, miró hacia el suelo uniendo los cabos sueltos en su mente.
-No se ha acabado Amelia. –Dijo Rob apuntándole con una pistola a Amelia. Ella dejó de caminar y giró una vez mas, se acercó rápidamente a él y cuando estaba a solo unos metros se detuvo.


Sus ojos llenos de lágrimas no alejaban la mirada de él, y él no bajaba el arma.
-Rob… Tú y yo sabemos perfectamente… que tú jamás me dispararías.
-Te equivocas. –Afirmó él. Ella calló al suelo de rodillas y bajo la cabeza.
-Entonces dispara. Ahora… -Pidió ella. Rob la miró y trató de jalar el gatillo, pero no se atrevió. -¡Dispara! No quiero tener que pararme e irme de aquí sabiendo que eres un cobarde. ¡Dispara! –Exigió ella.


Un largo minuto pasó con solo el sonido del llanto de Amelia acompañando la poca luz que anunciaba el amanecer.
Repentinamente dejó de llorar y volteó a verlo muy asustada.
-¿Dónde está el maletín? –Preguntó muy rápido. Rob miró hacia la bodega instantáneamente.
-¡Mierda!



-Y es por eso que me gusta tanto la mostaza. -Concluyó la niña aún mirando la ventana. - Papá... ¿Cuándo vas a despertar?

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