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Memoriasencadenadas

27 de junio de 2008

La Enfermedad De La Desgracia




La Enfermedad De La Desgracia





Introducción

Hace ya seis años que me encuentro aquí encerrado, y siento ya que comienzo a acostumbrarme. Ya iba siendo tiempo.


Los primeros días fue muy divertido, pues no tenía que ir a la escuela, y mis amigos fueron muchas veces a ver como estaba. No tenía que hacer tarea, me daban dulces todo el tiempo, podía ver la tele todo el día y jugar lo que quisiera dentro de la casa y ¡Ni siquiera tenía que levantarme para ir al baño!



Primer Tratamiento

Y así fue de entretenido al menos hasta que empezaron los tratamientos… Recuerdo bien que… yo solo tenía once años y no entendía muy bien lo que pasaba, y solo me asustaba mucho al ver las enormes jeringas, con líquidos brillantes de todos los colores que conocía, entrar por todas partes de mi cuerpo. Al principio eso era lo único que me incomodaba…


Después de unos meses mis amigos empezaron a dejar de venir exceptuando a uno, mi mejor amigo Felipe. Él continuó viniendo cada viernes y cada sábado incluso auque tuviera otros compromisos. Recuerdo muy bien que cada vez que yo tosía, su cara se tornaba preocupada, pero al principio no se acercaba… Quizá por miedo, quizá por otra cosa…


Segundo Tratamiento

Luego vinieron las pastillas… ¡Santo dios!… Las pastillas fueron terribles… Aún lo son, pero ya también me acostumbré a ellas. Fue justo un año después de que me dijeran que no podía abandonar mi solitaria habitación y que empezaran las inyecciones. Recuerdo que la primera que tomé era de color verde pálido, la tomé y media hora después no podía mover ni los ojos, todo mi cuerpecillo infantil se paralizó, pero sentía perfectamente como todo mi interior ardía. Yo solo deseaba escapar de mi piel.


Y así luego una niña llamada Magdalena se mudó a la casa de contra esquina a la mía. Todos los días, en los que se mudaron, yo miré por la ventana viendo todo lo que bajaban y tratando de escuchar de lo que hablaban. Pero luego mi madre… mi amada madre me dijo que no debía hacerlo y me reprochó por ello. Pero yo seguí espiando. Su mamá era alta, más alta que su papá, y tenía pelo liso y dorado… aunque nunca pude ver sus ojos a la distancia, y tenía una figura de supermodelo, su papá en cambio era moreno y de pelo negro, flacucho y enclenque.


Tercer Tratamiento

Y entonces un día (también después de un año de empezar el tratamiento anterior) mi mamá entró en mi cuarto con un aparato humeante, lo colocó en mi buró y le indicó a Felipe despedirse. Me quedé solo en mi habitación inhalando aquel venenoso medicamento mientras miraba por la ventana y pensaba. Repentinamente vi a Magdalena llegar a mi pórtico y tocar el timbre. En ese momento sentí el humo penetrando mis pulmones realmente, y fue una sensación de placidez y calma completas, dejé de sentir mi cuerpo, y un segundo después de que pensé que solo estaba en la mente mis piernas flaquearon y caí de bruces a la alfombra sin sentir ningún tipo de dolor. Luego con la poca movilidad que aún poseía, sin algún sentido del tacto, me arrastré lentamente hacia la puerta y mientras lo hacía, mis ojos empezaron a lagrimear a borbotones, y antes de segundos mis mejillas tenían riachuelos. Cuando estuve lo suficientemente cerca de la puerta, esta se abrió de golpe y me propino un fuertísimo golpe en la nariz, la cual cedió rompiéndose. Desperté al día siguiente del desmayo.


Magdalena fue a visitarme a diario desde entonces, primero con la excusa de que había sido ella quien abrió la puerta tan de golpe y, por consecuente, roto mi nariz. Pero después mi nariz se curó y ella siguió acudiendo… Ya no a diario pero si dos o tres veces por semana. Y recuerdo que en una de esas ocasiones le conté que mi enfermedad había sido diagnosticada el mismísimo día de mi cumpleaños once y que el tratamiento había empezado casi de inmediato, pero que la enfermedad era desconocida hasta entonces. Ella me recomendó leer para entretenerme. Y yo leí. Leí como un maniaco obsesivo. Leí hasta la Biblia entera… Cuatro veces… Mi mamá me informó que debía repetir lo del humo venenoso cada semana.


Cuarto Tratamiento

Un año entero pasó desde aquello y un nuevo tratamiento inició. Era simple, una muy dolorosa inyección en la columna que dejaba mis piernas dormidas durante unas horas y me hacía cagarme en la ropa interior. Y ese fue el mejor de los tratamientos pues fue con el que menos sufrí físicamente. Felipe comenzó a ir mucho tan seguido como Magdalena y juntos los tres platicábamos sobre muchísimas cosas, jugábamos videojuegos, y varias veces se quedaron ambos a dormir conmigo para hacerme compañía.


Pronto me di cuenta de que… Mi vida entera dependía de los medicamentos… y mi felicidad y salud mental dependía de aquellos dos amigos que me hacían compañía. Mi padre nunca estaba en casa porque era piloto aviador y mi madre se pasaba todo el día en la corte pues era abogada fiscal. Así que los únicos con los que hablaba eran ellos. Amaba los secretos que me contaban y que ellos supieran que yo no podía traicionarlos. En verdad a ambos los amé… hasta que… todo cambió.


Quinto Tratamiento

Mi quinceavo cumpleaños llegó y con él una nueva e imaginativa forma de torturar mis ansias por vivir. En esta ocasión sufrí física y psicológicamente… y quizá un poco sexualmente también. Un doctor acudió a mi hogar y me dijo que me dolería el tratamiento, después me rompió el brazo izquierdo (para liberar alguna sustancia) y me bajó los pantalones, me puso un supositorio y comenzó a registrar el abundante dolor que yo sentía con aparatos conectados a mi cuerpo. Después se marchó y prometió volver en dos semanas para repetir el proceso así que solo me vendó el brazo.


Ese año fue particularmente triste. Magdalena me confesó que estaba enamorada de mi y me besó. Yo me sentí confundido, pero no desperdicié la oportunidad y le pedí ser mi novia, a lo cual contestó que si. Y luego un día Felipe simplemente dejó de venir a mi casa. No supe la razón instantáneamente hasta que un día en la noche regresó, Parecía molesto y triste. Le pregunté que qué había pasado y el porqué de su repentina ausencia. Y contestó con una extraña reacción, se tumbó de rodillas y me explicó que él se había enamorado de mí también y que no podía soportar vernos, a Magdalena y a mi, juntos. Mi sorpresa fue enorme, pero se agravó cuando confesó haberla matado para no tener que lidiar con ello. Me asusté mucho y me alejé de él, pero él solo se puso de pie, sacó una pistola de su mochila y se disparó.


Sexto Tratamiento

Después de eso, necesité un psicólogo para lidiar con el trauma de que mi mejor amigo hubiese matado a mi novia por estar enamorado de mí y luego se hubiese suicidado. Y después de cumplir dieciséis años, el tratamiento que más odié comenzó. Tenía que tomarme un líquido gris brillante y luego me sometían a choques eléctricos en diferentes partes del cuerpo, y mientras estos estaban activos, sentía el líquido enfriarse y vibrar dentro de mí. Cada dos días se repetía. Y yo me sentía terriblemente solitario. Hubo muchos problemas porque varios médicos tuvieron que explicarle a la policía que yo no podía abandonar la habitación.


Un año entero pasó hasta que una noche justo unas horas antes de mi cumpleaños llamó un policía, y me informó que mi padre había muerto. Su avión se había caído y él no sobrevivió. Acto seguido llamé a mi madre a su celular, ella iba manejando, y mientras le informaba sobre el horrendo suceso, oí claramente como ella chocaba. Esperé un rato y me llamaron del hospital, ella también estaba muerta. ¡Oí a mi madre morir! Luego decidí que era tiempo de llegar al séptimo tratamiento.


Epílogo

Son las tres y media de la mañana, estoy terminando mi carta en la cual explico la razón de la aplicación del séptimo y último tratamiento. El tratamiento se aplicará crónicamente si no surte efecto. Consiste en dos partes: la primera es drenar toda la sangre de mi cuerpo y la segunda en volverla a meter.


Me he cansado ya de tener que lidiar con esta enfermedad que no me ha traído nada más que desgracias. Si no estuviera enfermo, todo sería muy distinto. Acepto las consecuencias de mis decisiones. Comienza el tratamiento. Ojala hubiese alguien que me ayudase a completar la segunda fase del tratamiento…

4 Comentarios/Memorias:

nim dijo...

Así es la vida.

1 ¿Qué opinas de los tratamientos?

2 ¿Cómo crees que era llamado el personaje principal? (Relacionado con los nombres de los personajes secundarios)

3 ¿Qué crees que sucede después de que el narrador termina la carta?

4 Edad del narrador en "Epílogo"?

5 Opinión general del Texto.

Y allí están.

Adiós.

Soiral dijo...

1°Suenan dolorosos, pero como dice te acostumbras...

2°MMM ¿PEDRO?, no lo se...

3°lo desangran e intentan hacer la segunda parte del tratamiento y no tiene el resultado esperado y se muere...

4° mmm, unos 17 años?

5° Es extraño..., algo doloroso y triste...
Desolación
Muerte
no lo se...
Me gustó como escribiste =)

Anónimo dijo...

1 ¿Qué opinas de los tratamientos?
Familiarmente dolorosos... aunque bastante... no se como decirlo... ayudan bastante... no lo matan, asi que, lo que no te mata te hace más fuerte

2 ¿Cómo crees que era llamado el personaje principal? (Relacionado con los nombres de los personajes secundarios
Tomás o Cristóbal

3 ¿Qué crees que sucede después de que el narrador termina la carta?
Se muere xD

4 Edad del narrador en "Epílogo"?
16 a punto de cumplir 17

5 Opinión general del Texto.
Es muy bueno y doloroso -.-U Eso de la inyeccion en la columna suan a parto xD... duele xD... o eso me han dicho... Es muy buen escrito.

Me alegra que hayas publicado algo... Asi siento que me mantengo en contacto contigo... En fin, me asustas cuando escribes esas cosas...

Saludos

Necro dijo...

Hey mira! ----> un cometario!

1. dolorosos pero soportables si se tiene la "motivacion"... rekieren de bastate fuerza me imagino...

2. No lo se... se me ocurre "Juan"

3. Muere desangrado

4.17 con 3 horas

5. Es toda una tragedia... el titulo lo expresa muy bien... es una desgracia enfermiza... pero muy bien escrita, me agrada...

hey mira ---> se acabo el comentario

adios