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Memoriasencadenadas

14 de mayo de 2009

Mis últimas dos páginas

Otro texto creado para la clase de creación literaria (valga la redundancia). Imágenes robadas. En ésta ocasión el texto surgió de... algo como un juego: Ruleta. Empezamos escribiendo lo que quisiéramos, luego la maestra decía una palabra o frase difícil de introducir, cada determinado tiempo, y nosotros debíamos meterlo en el texto, que estuviéramos escribiendo, sin que sonara forzado. ¡Comenten!

Mis últimas dos páginas



–Páginas. Miles de páginas se muestran ante mí. Son cientos tras cientos, muchísimas, todas en blanco, pero todas llenas. Yo escribí todo lo que en ellas hay, pero no hay nada ya.

–Todo comenzó en el primer lunes de mi existencia, cuando mi madre me entregó a las frías manos de aquel maldito que me dio mi primera nalgada. Esa fue mi primera página. Y entonces significó mucho, pero ya no la puedo leer… no sé dónde está…

–La siguiente página que logro encontrar es quizá la setecientos cuarenta y seis, en la que me vistieron por primera vez… no sé dónde quedaron todas las descripciones de las vestiduras, pero sí, mi prenda íntima era un pañal.

–Puedo decir que la siguiente es como la siete mil, pero dudo de la veracidad de esto. Con las suspicacias de mis compañeros y sus cuchicheos sobre mí, me encontré por vez primera en la primaria. Mi madre, para entonces, cayó bajo tierra. Mi padre dijo que incinerarla no sería lo mejor. Y ahora pienso ¿qué hubiera sido más ameno que tenerla en una vasija sobre la chimenea para hablarle aunque ya no estuviera? Fueron tristes tiempos.

–La página quince mil doscientos trece la guardo bajo llave. Es cuando mi primer beso tuve. Jamás lo olvidaré: cerré los ojos mientras estrellas fugaces volaban por arriba de nuestras cabezas.

–Después llegué a mi adolescencia. Y en la veintitrés mil doscientos cuarenta y pico tuve mi primer choque en el carro de mi padre. Nos volcamos, culpa del alcohol. Fuimos a dar al hospital. En cuanto llegué, así, sin anestesia, me abrieron el tórax para detener el sangrado interno. Recuerdo haber vislumbrado cómo los doctores luchaban por salvarnos en la sala de urgencias mientras suplicaba a Dios, una y otra vez, “Que Dios nos guarde de la muerte”.

–“He resucitado” exclamó Darío cuando despertó nueve mil páginas después. Supongo que estar en coma no fue lo mejor para él, pero, sin duda, regresar al mundo tampoco lo fue.

–A mis cincuenta y ocho mil páginas exactamente tuve que hacer esa decisión. Todos decían que no lo hiera, que sí lo hiciera, que era muy pronto, que era el momento justo; sólo voces sin rostro para mí, pues yo, aún así, me casé. Aunque no con ella… sino con “la otra”… cien páginas después.

–Cúlpenme de infiel. Pronto vino el divorcio.

–Surgieron nuevas complicaciones en mi vida cuando decidí dejar mi profesión de contador para dedicarme a la escultura. La vida, supongo también, da oportunidades… pero no facilidades. Eso sucedió a mis sesenta y dos mil páginas más o menos... después de trescientas páginas me rendí… y sí, mi novia casi me decapita.

–Luego, al fin, y por obra del destino, encontré mi viernes. Y descubrí que el viernes no es el final, hay meses por delante. Meses que pueden parecer tenebrosos. Pero ese viernes, y a mis escasos setenta y dos mil páginas desfilé, si bien no en el carro nupcial, sí en el funeral. Toda mi familia y amigos siguiendo el coche negro mientras yo cruzaba el túnel.

–Debo admitirlo, los nombres propios que les puse a mis tres hijos pudieron haber sido unos más memorables, pero aún así los amé con todo mi corazón y siempre los recordaré… y estoy seguro que serán grandes personas en la vida…

–Pero todo esto no es para conocer mi semana, ni su fin. Todo esto lo digo porque ahora, que estoy de costado sobre mis últimos renglones, siento que todo este libro, mí libro tan largo… está vacío… en blanco… ¿Quién fui? Me pregunto ¿Qué logré? ¿Quién sabe si valió la pena?

–Mi salvación, mi amor y mi experiencia no encogen mi dolor ni alivian mis dudas. Estoy solo para continuar y quisiera que no fuese así… Ahora sólo escucho silencio. Ahora, solo, escucho silencio.



3 Comentarios/Memorias:

sirnnenn dijo...

hola, intentaré adivinar las palabras:
páginas, lunes, nalgada, vasija, anestesia, escultura, viernes, silencio.

¿qué tanto me equivoqué?

La idea está genial, muy original y muy bien llevada, eso de narrar tu vida como si fuera un libro y cada página un día está muy interesante, y la historia que se desarrolla al rededor de esa idea también es buena, no es lo que llama la atención pero si es lo suficientemente buena como para pensar que tu texto no es una fotografía sino una película, es decir que no sólo planteas un panorama sino que llevas de la mano al lector en una historia muy simple pero entretenida.
Ww

Anónimo dijo...

Buena Historia ...
me agrada como juegas con ella, la idea de un libro es genial, es entretenida y lo mejor o por lo menos yo.. me fui imaginando como pasaban muchas páginas para llegar hasta donde estabas narrando.
Ciao

Anónimo dijo...

Vaya... Que existencialista explicito te pusiste... Por lo general lo haces más discreto... Pero me gusta tu concepto

Saludos